Rusia acusa de injerencia a EEUU y minimiza el apoyo a Navalni
El Kremlin afirma que el sábado hubo «pocas personas» en las protestas El Gobierno se enroca en torno al éxito de la reforma consitucional
El Gobierno de Rusia no afronta ningún problema de descontento masivo entre su población, el fenómeno Navalni está siendo azuzado de forma artificial por la prensa foránea y potencias extranjeras están interfiriendo en los asuntos internos del Estado. Esta es, en síntesis, la reacción dominante entre la clase dirigente y el establishment ruso al día siguiente de las manifestaciones de protesta no autorizadas más multitudinarias celebradas en el país euroasiático durante los últimos años.
Mediante su portavoz, Dmitri Peskov, el Kremlin minimizó ayer la importancia y el tamaño de las acciones y mítines que tuvieron lugar el día anterior en cerca de un centenar de ciudades y pequeñas localidades de Rusia. «Ahora dirán que mucha gente participó en la acción ilegal; no, salió poca gente, mucha gente vota por Putin», declaró el vocero presidencial durante una entrevista en televisión.
A su vez, el responsable enfatizó que no existe «comparación» posible entre las decenas de miles de personas que salieron a la calle, a los que calificó de «ciudadanos rusos» también, y los millones de personas que, según los datos oficiales, apoyaron la reforma constitucional sometida a votación a principios del verano pasado.
En dicha consulta electoral, de acuerdo con los resultados proporcionados por el Gobierno, votaron casi 75 millones de personas, un 78,5% de los cuales lo hizo a favor de unas enmiendas que convierten a Putin en presidente vitalicio de facto. Pero las oenegés independientes rusas calificaron la consulta como la «menos transparente» de todas las celebradas desde la desintegración de la URSS, con numerosos ejemplos de «manipulación electoral».
La supuesta injerencia
⁄ y apoyo a los manifestantes, en particular de EEUU y la UE, es otra de las ideas que destacan autoridades y líderes próximos a la oficialidad. Tras las críticas de la portavoz de Exteriores, Maria Zajárova, al comportamiento de la Embajada de EEUU en Moscú, Peskov se sumó a las acusaciones. «Es una injerencia directa e indirecta en nuestros asuntos internos», sostuvo. Diplomáticos norteamericanos dijeron estar pendientes de las protestas y condenaron las trabas en Rusia a la libertad de expresión.
Pese a las recriminaciones, el portavoz presidencial mostró un tono conciliador y tendió la mano al Gobierno de Joe Biden para iniciar el diálogo bilateral. «Si la actual Administración está dispuesta a ello, no tengo ninguna duda de que el presidente [ruso] responderá adecuadamente», destacó.
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