Del turismo con divisas a las colas del hambre
De pronto toda la economía, todo lo que nos parecía eterno; por ejemplo el turismo derrochando divisas, está en bancarrota. Basta con asomarse a las «colas del hambre» en las Baleares. Los que pertenecen al 94% de ciudadanos menores de 80 años, que por edad no sufrieron «hambre canina» a causa de la Guerra Civil, no se podían imaginar que algo parecido se repetiría en el siglo XXI. De niño, a principio de los años 40, fui testigo en mi pueblo de aquellas pocas colas del hambre. No abundaban. Repartían sopicaldo y un pedazo de pan negro. Algunos economistas dicen hoy que posiblemente volvamos a una situación económica parecida a la de aquellos tiempos. Ahora el covid-19 es nuestro poderoso nuevo enemigo, que puede atacar a la población con la misma intensidad de una guerra civil. He veraneado varias veces en Mallorca y qué bullicio mañanero por el Paseo Marítimo. Extranjeros en bicicleta o corriendo. Yates impresionantes en el puerto. Grandes trasatlánticos, en su corta etapa, soltando turistas hacia los comercios, bares y restaurantes llenos a todas horas. Esos trabajadores de la hostelería se ven obligados a pedir comida al igual que otras muchas personas pertenecientes a empresas ligadas al turismo: hoteles cerrados, agencias de viajes, etc. Ya no son personas como las que yo conocí tras la Guerra Civil haciendo cola: pobres de solemnidad. La pandemia afecta a la clase media. Deben pagar el alquiler y gastos imprescindbles. No tienen mas remedio que pedir ayuda por vez primera en sus vidas.
La pandemia va a estar en los libros de la historia del turismo.
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«La pandemia afecta a la clase media. No tienen más remedio que pedir ayuda por primera vez en sus vidas»