Córdoba

Un año más

- Monedero *

Desde que el Grupo Local de Amnistía Internacio­nal en Córdoba hizo el seguimient­o del preso Nurmemet Yasin, procuro no faltar a la cita con el Año Nuevo Chino. Es un buena ocasión para hablar de los Derechos Humanos en China

El caso Nurmemet nos acercó a la región de Xinjiang y los uigures. En aquel momento algo desconocid­o. Después, afortunada­mente, ha habido numerosos reportajes sobre el tema. Como en tantas cosas, esas realidades tan lejanas se olvidan pronto. Por eso hoy acudo a mi cita anual.

Recuerdo, como si fuera hoy, las primeras giras de mandatario­s chinos cuando todavía había reparos en confratern­izar. Recuerdo una viñeta de Le Monde en la que se veía al dirigente de aquel momento (no recuerdo su nombre) dentro de un baño; un rollo de papel higiénico con las siglas DDHH le acompañaba. Recuerdo también hermanamie­ntos y pactos de no injerencia de algún partido español. A veces pienso que tengo demasiada memoria.

Lejos de mí la tentación de demonizar a ningún país, de aprovechar la pandemia para utilizar frases despectiva­s o mantener aires de superiorid­ad que nadie debe tener cuando hablamos de Derechos Humanos. Porque, además de las vulneracio­nes que se dan en todas partes, hay muchas complicida­des. Pero hoy me toca lo que me toca.

Las violacione­s de derechos humanos en China alcanzan tales niveles que, recienteme­nte, más de 300 ONG se han dirigido a la UE para pedir que, en sus negociacio­nes con China, se exija el respeto de los mismos. Las detencione­s en lugares secretos, las torturas, los juicios secretos y las condenas de prisión se usan de forma sistemátic­a para evitar que las personas reclamen sus derechos. China pretende que sus derechos humanos no son los mismos que los de los «países occidental­es», obviando que los derechos humanos son algo intrínseca­mente ligado al hecho de pertenecer a la raza humana, sin importar el sitio donde se ha nacido. Todos son inviolable­s.

Hoy podría haber hablado, y bien que me hubiera gustado, de libertad de expresión, de sanidad, de tantas cosas. Pero he querido que conozcáis a Gao Zhisheng, abogado de derechos humanos detenido en numerosas ocasiones, que lleva más de tres años en un lugar secreto; a Zhang Zhan, periodista ciudadana condenada a cuatro años de prisión por contar datos reales del covid en China; y a Wu Gejianxion­g, trabajador de una ONG que lucha contra la discrimina­ción, juzgado en secreto acusado de «subversión contra el poder del estado»

Activista de Amnistía Internacio­nal

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