La Junta reitera su «voluntad inquebrantable» de demoler el complejo
El Gobierno andaluz afirma que quiere «ir de la mano» del Ejecutivo central para acometer el esperado derribo
Tanto la Junta de Andalucía, presidida por Juanma Moreno (PP), como el Ministerio para la Transición Ecológica han manifestado recientemente su voluntad de demoler «con toda celeridad» el hotel del Algarrobico. Se trata de una tarea que corresponde a las dos administraciones, puesto que el Gobierno central debe financiar la demolición y el regional acometer las tareas de desescombro y gestión de residuos. La consejera de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía, Carmen Crespo, manifestó, tras anunciar la vía civil para inscribir registralmente a nombre de la Consejería las fincas del Algarrobico, que mantiene la «voluntad inquebrantable» de acometer la demolición del hotel, así como mantener al mismo tiempo la «voluntad de diálogo» con la propiedad.
«Queremos ir de la mano, coordinados con el Gobierno, y ojalá que en el 2021 tengamos puesta una fecha de demolición, porque estamos convencidos de que es lo que quiere la sociedad», señaló Crespo. Sin embargo, también admitió que la existencia de «flecos judiciales» obligan al Gobierno andaluz a que le «pillen con los deberes hechos» para poder seguir adelante con el procceso. Por su parte, Transición Ecológica ha asegurado que «no se escatimarán esfuerzos» para conseguir «la restauración integral del litoral de Carboneras, que soporta desde hace ya demasiado tiempo el impacto de una edificación que nunca debió existir».
Los orígenes de la protesta
El proyecto del Algarrobico, que contemplaba siete hoteles, miles de viviendas y hasta un campo de golf, llegó al Levante Almeriense en los años dorados del ladrillo en España, esos que llenaron la costa mediterránea de despropósitos urbanísticos desde finales de los noventa hasta que el propio estallido de la burbuja especulativa acabó por paralizar el mercado. «En Almería aún había mucho que salvar», recuerda Jaime del Val, presidente de Salvemos Mojácar, la primera asociación ecologista que plantó cara al proyecto y que puso el primer obstáculo a la evolución del hotel incrustado en el Parque Natural de Cabo de Gata-níjar.
Esta entidad presentó el recurso en el juzgado de Almería que consiguió paralizar las obras en el 2006, la única decisión jurídica que resultó realmente efectiva a día de hoy.
«Yo me quedé atónito cuando vi el monstruo», recuerda Jaime. «Cuando vi que no se estaba haciendo nada, me metí de lleno».
De esta forma, empezó la batalla personal de Del Val contra las pretensiones de la inmobilaria y las administraciones públicas de terminar el hotel, pese a su situación de ilegalidad. Una guerra que emprendió aunque se diera por perdida antes de empezar, según rememora.
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ANDALUCÍA ESPERA PONER FECHA A LA DEMOLICIÓN ESTE MISMO AÑO Y CERRAR LOS FLECOS JUDICIALES