Córdoba

Cada residencia, a su ritmo

Salud anunció en BOJA el viernes la reactivaci­ón de visitas a los mayores institucio­nalizados, pero aún son pocas las que las han retomado y muchas las dudas para centros y familiares

- ARACELI R. ARJONA aruiz@cordoba.elperiodic­o.com

Aunque la inmensa mayoría de las residencia­s de mayores de Córdoba completaro­n hace tiempo el proceso de vacunación de usuarios y trabajador­es, la reactivaci­ón de las visitas, que se suponía que ocurriría pasados siete días de la segunda dosis, se está aplicando de forma desigual. El pasado viernes, la Junta de Andalucía dio luz verde de forma oficial a la reapertura de los centros, cerrados al menos desde el 27 de diciembre, cuando se empezó a administra­r la vacuna. Algunas, desde antes por haber registrado positivos.

Las residencia­s Orpea de Córdoba han sido de las primeras en habilitar el protocolo tanto para las visitas en la terraza exterior, que exige a los familiares la colocación del epi completo, como para que salgan por los alrededore­s, lo que obliga a cambiar de ropa y asear por completo a cada mayor antes de reincorpor­arse a su rutina. Antonio Montilla salió ayer por primera vez en meses con su hija Pepi y su yerno al bar de enfrente, donde pudo brindar con una cerveza sin alcohol por la salud. Pepi lloró cuando la avisaron de que podría ver a su padre otra vez. «Esto está siendo muy duro», aseguró al ver a Antonio, cuya primera reacción fue intentar darle un beso. «No papá, el bichito sigue ahí, hay que tener cuidado». En la terraza de la residencia, Maruja Sánchez se reunía al mismo tiempo con su hija, a través de una mampara. «No la veía desde el 11 de enero», recordó María José emocionada.

Antes incluso de que lo publicara el BOJA, la residencia Santa María, en la plaza de La Compañía, ya había retomado salidas y visitas. Según Rafael Ruiz, trabajador social de la entidad, donde no se ha contagiado ni un residente en toda la pandemia, empezaron «justo cuando se cumplieron siete días de la segunda dosis». Lo hicieron siguiendo el protocolo de enero, «pero el viernes vino la inspección y nos dijo que había que esperar la nueva orden», relata. «Esa noche, se publicó y el sábado seguimos», añade. Según Ruiz, «todo es así, hay mucha confusión, sucesión constante de normas e instruccio­nes absurdas como que los trabajador­es debemos guardar distancia de seguridad cuando tratamos con personas a las que tenemos que coger y mover a diario». En su opinión, «mientras la gente hace su vida normal, los mayores tienen sus derechos fundamenta­les limitados desde marzo, lo que les está produciend­o un daño psicológic­o y cognitivo muy grande». Recuerda Ruiz que su centro era antes de la pandemia «de puertas abiertas» y que la plaza contaba como zona de esparcimie­nto para los mayores, algo que no ocurre en otras residencia­s con más espacio. «Hay que ver estas cosas y priorizar la humanizaci­ón a la hora de dictar normas», reclama convencido.

Antonia Gutiérrez, presidenta de la Asociación Cordobesa de Unidades de Estancias Diurnas y Servicios Sociales para la Dependenci­a, coincide con él. «Queremos proteger a los mayores del covid y se están muriendo de pena», afirma compungida mientras explica que su residencia sigue cerrada porque están esperando el alta de una persona que no acaba de llegar. Para Gutiérrez, están saliendo normas contradict­orias «como exigirnos un protocolo muy exigente para las visitas y a la vez pueden salir sin saber dónde van a estar y con quién».

En la residencia de La Trinidad, una de las primeras en recibir la segunda dosis en la capital, las visitas empezarán hoy mismo. Hasta ayer, había dudas sobre si cumplían todos los requisitos y decidieron esperar. En la residencia El

Yate, sin embargo, empezaron ayer con cita previa de los familiares para las visitas en el centro. De momento, no hay salidas allí.

En Vitalia Guadalquiv­ir, hace más de 7 días que se vacunaron todos, pero aún hay un grupo de usuarios aislados tras un brote que han dado ya negativo y ayer no tenían claro cuándo podían reabrir. En situación parecida están residencia­s de la provincia como la de Hermanos Muñoz Cabrera de Pozoblanco, que hasta ayer tampoco tenía fecha para su reapertura. Cada residencia es un mundo, igual que los protocolos, que están interpreta­n siguiendo un sentido común que dicen echar en falta en quienes los redactan. Además de controlar entradas y salidas, deben vigilar las tasas de los municipios donde residen los familiares. La Orden establece que si vienen de un sitio con una tasa de más de 1.000 no pueden ir a visitar a sus mayores, aunque no establece quién debe ser quien lo vigile.

La llegada de residentes nuevos también está suscitando muchas dudas. Si los mayores que llegan no están vacunados y el resto sí, se supone que habría que apartarlos del resto. «Se habla de aislar a los mayores con mucha facilidad», lamenta Antonia Gutiérrez, «pero hay personas con deterioro cognitivo a las que no puedes simplement­e encerrar en una habitación, se pide establecer sectores con trabajador­es que no se mezclen en residencia­s con solo un pasillo y una escalera», señala. «Se nos exige mucho pero no se nos ofrece ninguna ayuda», añade.

«Queremos proteger a los mayores del covid y se están muriendo de pena», lamenta Antonia Gutiérrez

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CHENCHO MARTÍNEZ Un brindis por la salud y la libertad Antonio Montilla salió ayer por primera vez con su hija Pepi y su yerno.
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En el interior, con epi Maruja Sánchez recibe la visita de su hija.

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