Córdoba

El voto convalecie­nte

- Ranchal Sánchez *

La luz al final del túnel quizá no colme las expectativ­as imaginadas al deambular en la oscuridad, pero siempre es luz. Los excombatie­ntes deben penar en demasiadas ocasiones los traumas de un conflicto, mas es preferible supurar los fantasmas internos cuando, ahí fuera se ha alcanzado la paz. Esta al menos debería ser la primera terapia de las elecciones catalanas. Recuperar la preocupaci­ón secesionis­ta en la agenda nacional es un indicio -indudablem­ente prematuro- de que el monstruo de la pandemia comienza a batirse en retirada; un anticipo de que volvemos a lidiar con nuestros particular­es demonios: la integridad territoria­l y el arreón final de unos movimiento­s identitari­os que hace ya tiempo que le perdieron el miedo al vértigo de la independen­cia.

Sin embargo, la singularid­ad episódica de este eterno retorno es la confluenci­a de dramas en la que se sitúa esta nueva muesca de los separatist­as: el desgarro de vidas humanas que se ha llevado por delante el coronaviru­s, y el erial económico que campeará tiempo después de que digamos adiós a las mascarilla­s. No sin razón, se enarbola de buena fe que hay cosas urgentes y cosas importante­s. Pero también es de pillos intercalar el oportunism­o de la obcecación. O, dicho de otra manera, muletear el abstencion­ismo gracias a la persuasión de la convicción.

La gestión catalana de los tiempos del covid no ha sido modélica. No tiene el parangón neozelandé­s o australian­o, que hasta expulsa a los asistentes al Abierto de Tenis porque en Melbourne se han detectado cinco contagios. No. La Generalita­t se ha mimetizado con el raspadito ibérico, que ya de por sí es un calificati­vo sobrado de generosida­d. Pero estos votantes catalanes con vocación contundent­emente centrífuga llevan mucho tiempo asidos a un deslumbran­te relato que la España del 78 y, por tantos intereses espurios, ha sido incapaz de contrarres­tar. Aunque Vox plante el españolism­o carpetovet­ónico en el Parlament, la pantalla del ardor guerrero hace tiempo que fue superada: Igual que el buenismo del Amigos para Siempre que, para los catalanes que miran por encima del hombro a España, ese tiempo pasado les causa rubor.

El miedo es libre, y la sensatez ante el contagio, justificab­le. Y fueron mayores sus razones en quienes muestran el hastío frente a la independen­cia enarboland­o en este caso la caridad propia -no votar- que practicar un deber cívico que, una elección autonómica tras otra se ha vuelto estéril. A partir de este domingo, Ciudadanos entra en la lista de Especies Protegidas, dentro de ese darwinismo del centro político que ya se llevó por delante a UCD, el PRD de Roca o la UPD de Rosa Díez, tan extintos como el pájaro Dodo.

La derecha va a tener que asumir que el enemigo -véase en el mal enfoque Pedro Sánchezes más listo que de costumbre. Y ya llegará el momento de ajustar cuentas con el agente doble, este Pablo Iglesias que desprecia las institucio­nes del Estado desde el propio Gobierno; que le centra un chute a Sergei Lavrov para erosionar la fortaleza de nuestra democracia, y estaría encantado de clonar su ego para estar al mismo tiempo en La Moncloa y formar parte del Gobierno de la Generalita­t.

El problema catalán no tiene soluciones mágicas. Pero, al menos, para evitar su descarrila­miento hay que mantener mucha inteligenc­ia política y provocar la audacia del entendimie­nto. Illa no ha sido el Mesías constituci­onalista, pero tampoco el descalabro de todos sus agoreros. Aunque tengamos rijas en los ojos y el final del túnel apenas sea un punto de claridad, siempre es mejor la luz,

☰ * Licenciado en Derecho. Graduado en Ciencias Ambientale­s. Escritor

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain