Dudas sobre el pasaporte de vacunación
Hay países europeos que han puesto en marcha un código QR
La UE está estudiando la implantación de un pasaporte de vacunación que permita a los ciudadanos europeos ya inmunizados viajar o acceder a determinados lugares que ahora están cerrados o sufren severas restricciones, con el fin de reactivar la economía y, especialmente, los sectores del ocio, la restauración y el turismo. España apoya esta medida, al igual que otros países muy dependientes del turismo como Grecia y Portugal. De hecho, el Gobierno español prevé que sea un requisito para participar en los viajes del Imserso, a partir de septiembre.
Asimismo, ya hay países europeos, como Polonia, que han puesto en marcha un código QR para vacunados, mientras que Israel, el país con más inmunizados, ha abierto negocios, como gimnasios o teatros, a los que solo pueden acceder personas vacunadas o recuperadas del covid-19.
La implantación del certificado genera muchas dudas y hay países como Francia o Rumanía que, de entrada, lo rechazan. Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pedido que no se exijan pruebas de vacunación para poder viajar «dado que todavía se desconocen las repercusiones de las vacunas en la reducción de la transmisión y la disponibilidad actual de dosis es demasiado limitada».
VIRUS/ TRANSMISORES DEL En España, expertos en bioética, salud pública y juristas también ponen en duda el pase verde. Por ejemplo, Josefa Cantero, presidenta de la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas), recordó que «los epidemiólogos advierten de que aún no existen evidencias de que un vacunado no pueda ser transmisor de la enfermedad», a lo que hay que añadir las «dudas sobre los efectos de las nuevas cepas» en la inmunización. Y, para ella, existe un problema de «justicia y equidad», dado que el acceso a las vacunas no es aún universal y, por tanto, puede haber una discriminación hacia las personas que no se hayan vacunado, no porque no quieren, sino porque no pueden.
Dilema similar se planteó el año pasado durante la gran desescalada, cuando tanto a nivel europeo como en España hubo propuestas para crear un pasaporte serológico para que las personas que hubieran pasado la enfermedad pudieran circular libremente y reincorporarse al trabajo, facilitando el despegue económico. En aquel entonces, las voces en contra fueron predominantes debido a que «no se sabía si tener anticuerpos podía evitar la transmisión», según recordó Federico de Montalvo, presidente del Comité de Bioética. «Las objeciones científicas con los vacunados son ahora menos relevantes» porque sí hay cierto consenso en que tienen menos posibilidad de transmitir el virus dado que la vacuna evita que desarrollen la enfermedad de forma grave. Pero esas dudas «persisten», señaló. De Montalvo reconoció que los certificados buscan la reactivación económica y la recuperación de la libertad, por lo que «en sí mismo no son malos». «No son blancos ni negros, sino grises, discutibles», concluyó.
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