Adiós a las armas
Pasan por la apisonadora el arsenal incautado durante décadas a organizaciones terroristas
Economía, economía y por encima de todo la economía. Este fue el clamor unánime y el mensaje que hiló el discurso de los diferentes representantes del empresariado catalán, conjurado ayer en la antigua Estación del Norte de Barcelona. Estaban (casi) todos, unas 300 entidades, desde las pequeñas empresas hasta las grandes; desde las organizaciones proindependencia hasta empresarios que públicamente se han manifestado en contra. De todos los sectores, desde el comercio, al auto, pasando por la hostelería, el deporte o la cultura. El grito del mundo de los negocios catalán se expresó en esta ocasión como una sola voz: «Basta ya, centrémonos en la recuperación».
Un doble basta ya, contra los actos vandálicos y los disturbios de grupúsculos que han empañado casi dos semanas de protestas por la libertad de expresión y la precariedad que atenaza a los más jóvenes por segunda crisis consecutiva. Y un basta ya contra la crispación política que Cataluña arrastra desde hace ya años y a favor del «diálogo» y los «consensos» para trabajar por una salida rápida y lo menos dolorosa posible a la crisis sin precedentes que ha traído consigo la pandemia del coronavirus.
El de ayer fue el primer acto unitario del empresariado catalán para pedir una salida a la inestabilidad vivida en los últimos días, tras los actos vandálicos que han destrozado los escaparates (y la imagen) de la zona noble barcelonesa. Según los cálculos de los organizadores, en el acto unitario estaba representadas más de 400.000 empresas, que emplean más de 2,3 millones de trabajadores y el 90% PIB catalán.
«Cuenten con todos nosotros, gobiernen con la prioridad de levantar la economía y con lealtad institucional. Den ejemplo de diálogo y pacto y no de la excesiva confrontación que desgraciadamente hemos vivido en los últimos tiempos», fueron las últimas palabras del presidente de Foment, Josep Sánchez Llibre, en la clausura del acto. Antes, no obstante, una advertencia por si los partidos ignoran su clamor. «La sociedad organizada no somos un contrapoder, somos el poder, que democráticamente delegamos», afirmó el líder patronal.
Los discursos destilaron una sensación de saturación, tras casi un año de pandemia. «Estamos agotados», dijo el presidente de Barcelona Oberta, Gabriel Jané. Aunque también por el ciclo de inestabilidad en el que lleva inmersa Cataluña, con cinco elecciones en diez años y un retraso (o falta) de presupuestos que ha perdido el tinte de excepcional. Sin mencionarla, la palabra «decadencia» sobrevoló los parlamentos de los asistente. El recién elegido presidente de Pimec, Antoni Cañete, pidió a las fuerzas políticas que no solo sea rápida la formación de Govern, sino que este sea «fuerte».
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