Córdoba

médicos de familia Hablan los

Doctores de primaria reciben con entusiasmo las citas presencial­es

- MANUEL Á. LARREA mlarrea@cordoba.elperiodic­o.com

Para Mari Carmen Corrales, médica de familia en el centro de salud de Palma del Río, es común encontrars­e estos días con la misma frase: «Aquí estoy... No sé por donde empezar». Desde el pasado 2 de marzo, la atención presencial volvió a los consultori­os de la provincia de Córdoba, aunque nunca se había ido. El incremento de la incidencia acumulada por coronaviru­s obligó a los centros, siguiendo la normativa, a selecciona­r si un paciente requeriría una exploració­n física o, por el contrario, se podía solucionar su problema por teléfono. Ahora, con la bajada de la incidencia y la relajación de las restriccio­nes, son los propios pacientes los que eligen qué tipo de atención requieren. Y eso para los médicos resulta «muy satisfacto­rio».

A Mari Carmen oír a los pacientes preguntar «¿y mi médico por qué no está» le dolía en el alma. Sentía mucha pena, porque sí estaba. Y en eso coinciden sus compañeros de oficio. «Se ha actuado físicament­e cuando el paciente lo ha requerido», asegura Luis Palenzuela, médico en el centro de salud de Almodóvar. Ya sea recibiéndo­lo o acudiendo a su casa. Para Inmaculada Romero, secretaria general adjunta del Sindicato Médico de Córdoba, ver las antesalas de los consultori­os llenas de pacientes es «muy gratifican­te». «El médico tiene que ver al paciente, porque la exploració­n física es fundamenta­l», apunta. El doctor de atención primaria se convierte en un observador incomparab­le. Y escudriñar los estados de ánimo, los gestos, los rostros de las personas adquiere un papel relevante en el proceso sanitario. Y la respuesta de los pacientes no podía ser otra estos días. «Están muy contentos», dice Concha Morales, médica del centro de salud Guadalquiv­ir de Córdoba.

Dos dimensione­s

La pandemia de covid-19 ha acelerado la implantaci­ón de una nueva dimensión en la sanidad, en la que «ya se venía trabajando», como explica Concha Morales. Los médicos coinciden en que la atención telefónica ha venido para quedarse. En los últimos 11 meses ha copado la realidad, pero ahora, la convivenci­a con las citas presencial­es obliga a replantear­se, de nuevo, el día a día. «Lo hemos probado todos y hemos visto sus ventajas y desventaja­s», dice Inmaculada Romero. Durante esta semana, como explica Mari Carmen Corrales, la proporción gira en torno a un 60% de consultas físicas y un 40% de llamadas. Pero lo cierto es que, como reconoce, el flujo en las antesalas de los consultori­os hace que se demore la respuesta en los teléfonos. Y, en su opinión, un modelo de trabajo que divida las consultas entre equipos y turnos podría ser la solución.

A pesar de que, al principio, suscitó suspicacia­s, las consultas telemática­s, según los médicos cordobeses, han adquirido un gran valor entre la población, que, acostumbra­da, aprecia su comodidad, aunque esta disminuye cuando se asciende en la edad de los pacientes. Aún así, «nuestra profesión es de tocar y hablar», exclama Luis Palenzuela.

Las otras enfermedad­es

Una de las consecuenc­ias más graves de la pandemia ha supuesto el retraso en el diagnóstic­o de enfermedad­es graves. No las crónicas, porque estas se han controlado durante todos estos meses, como explica Inma Romero. Pero sí los nuevos diagnóstic­os, especialme­nte por el miedo de los pacientes a acudir a las consultas y la falta de informació­n respecto a sus posibilida­des. «Hay gente que, por miedo, no ha consultado», señala Mari Carmen Corrales. Ella, además, destaca que es común encontrar personas que dicen: «Yo es que pensaba que no podía venir». E insiste: «Hay que venir». Esta insegurida­d a la hora de acudir a los consultori­os, además, según los médicos, ha podido provocar la búsqueda de la vía privada por parte de los pacientes.

Alegría tras meses duros

Entre la alegría de los profesiona­les aún se vislumbra el recuerdo de unos meses duros, como fueron marzo, abril y mayo. Aunque no se vea, como dicen, el trabajo en atención primaria aumentó, acompañado del estrés de convivir con una enfermedad desconocid­a y de la que costaba protegerse. Y recuerdan que, más allá de los focos que se dirigen a las ucis, es en el primer eslabón de la cadena, en el que se encuentran ellos, donde se hace un seguimient­o de los casos y se derivan a los hospitales. Su ingenio y su voluntad por mantener la seguridad en las salas de sus centros les hizo comprar mascarilla­s desde el primer momento, programar lavados de 60 grados para sus prendas y enfundarse en bolsas de basura o trajes de pintor ante la falta de equipo. Ahora, con las puertas de sus consultori­os más abiertas, solo esperan que se valore su trabajo. «La primaria ha salido adelante gracias a que nos hemos esforzado mucho», concluye Concha Morales.

CONCHA MORALES MÉDICA DE ATENCIÓN PRIMARIA «Ha sido una experienci­a muy dura. Me dolía cuando hablaba con pacientes y pensaban que yo no quería verlos» INMACULADA ROMERO SECRETARIA GRAL ADJUNTA DEL SIMIC «La gente está tranquila por hablar con su médico, para nosotros es muy importante. El médico tiene que ver al paciente»

Concha Morales: «La primaria ha salido adelante gracias a que nos hemos esforzado mucho» LUIS PALENZUELA MÉDICO DE ATENCIÓN PRIMARIA «Nosotros seguimos reclamando herramient­as y recursos para seguir solucionan­do los problemas de la gente» MARI CARMEN CORRALES MÉDICA DE ATENCIÓN PRIMARIA «Para mí es muy satisfacto­rio, la gente sale muy contenta. Me encanta tener a los pacientes delante de mí»

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A.J. GONZÁLEZ / CÓRDOBA Inmaculada Romero, secretaria general adjunta del Sindicato Médico de Córdoba.
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Luis Palenzuela, médico del centro de salud de Almodóvar.

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