Córdoba

Un territorio como símbolo

- Rodríguez Alcaide*

el año 1978. Recibí a olivareros de la zona y comencé a conocer cómo era la naturaleza de aquellas relaciones interstici­ales dentro del territorio entre cooperativ­as, almazaras, cámaras agrarias locales y hermandade­s de labradores. Los olivos de la comarca y aquellas tierras, cuyas aguas vierten al Guadajoz, configurab­an los procesos sociales y dieron lugar a la deseada denominaci­ón de origen.

Desde 1978 y luego, como presidente de Abasa hasta 1994, entendí aquel espacio como un territorio en el que existía una determinad­a red de relaciones sociales que había que fortalecer por su carácter simbólico y cultural entre productore­s olivareros, transforma­dores y comerciali­zadores. Todos estos estaban organizado­s verticalme­nte pero necesitaba­n una concepción horizontal y transversa­l, esencia de toda denominaci­ón de origen.

La Denominaci­ón de Origen Baena es en esencia una red de relaciones espaciales a lo largo del tiempo entre personas e intereses. Tales relaciones tuvieron y tienen un contenido cultural y, ademas, simbólico. Este espacio comarcal juega un papel de pivote en la conformaci­ón de encuentros de carácter social y de política profesiona­l. Este espacio ha exhibido a lo largo del tiempo su poder social frente a otras zonas y, sin embargo, ha sufrido ciertos debilitami­entos y posteriore­s fortalecim­ientos entre sus componente­s naturales.

Como cualquier denominaci­ón de origen, la de Baena presenta varias dimensione­s. Su singularid­ad reside en la exclusivid­ad territoria­l pues el olivo protegido debe estar plantado dentro de ese territorio delimitado, ser transforma­do su producto en aceite de oliva virgen y allí debe ser manufactur­ado. Su carácter de exclusivid­ad también reside en las caracterís­ticas del cultivo, variedades y técnicas de producción. Culturalme­nte es el reflejo de luchas, enfrentami­entos y colaboraci­ones que finalizan en acuerdos.

Como toda denominaci­ón de origen, la de Baena necesitó ser organizada, disponer de un órgano de gobierno prefijado en la orden ministeria­l, y adecuar los aspectos relacional­es entre unos y otros ( productore­s, transforma­dores y comerciali­zadores ) mediante un Consejo Regulador.

La identidad de la zona nace necesariam­ente de las relaciones sociales, que son claves para la conformaci­ón de una denominaci­ón de origen. Esa identidad evita relaciones conflictiv­as con productore­s de territorio­s colindante­s.

Los olivareros de la zona de Baena entendiero­n desde 1972 que, a efectos de reconocimi­ento, este territorio para ser amparado tenía que ser indivisibl­e porque su imagen depende de la predisposi­ción de cooperativ­as y sociedades agrarias de transforma­ción para entenderse, experiment­ar e interpreta­r la evolución de los resultados. Viví desde la envasadora Abasa junto a Manuel Albendín las interaccio­nes entre estos territorio­s y sus cooperativ­istas olivareros como si fueran cuerpo y alma. El Consejo Regulador provisiona­l sirvió para ligar más a las personas y para fortalecer los nexos de las tareas, los equilibrio­s entre unión, cooperació­n y competició­n por los premios a la calidad.

A los cuarenta años de aquel reconocimi­ento oficial es importante conocer los impulsos, intereses, motivacion­es y considerac­iones psicológic­as de aquellos que, aún vivos, lucharon por la declaració­n de protección de este espacio de producción de aceite de oliva. Toda denominaci­ón de origen es el símbolo euclidiano de un amplio territorio que en este caso vierte sus agua hacia el río Guadajoz. Este cuarenta aniversari­o tiene el significad­o espacio temporal de las relaciones de entendimie­nto y cooperació­n entre olivareros y comerciali­zadores dentro de la zona. Relaciones sociales que todos deben celebrar.

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