Embarrar la política
A la vista de cómo algunos partidos políticos se comportan ahora, su práctica es la antipolítica
fuera de lugar e intrascendentes. Otro ejemplo lo tenemos en las sesiones de control al Gobierno, en particular las de cada miércoles en el Congreso, y de manera singular por las preguntas que hace el principal partido de la oposición. Estoy seguro de que, cuando pase el tiempo y se analicen esas sesiones, los historiadores valorarán las intervenciones del PP como faltas de rigor, tanto en lo político como en lo intelectual.
Claro que en esta cuestión también hay una responsabilidad de los medios de comunicación, en particular las cadenas de radio y televisión, al informar de manera parcial y en busca de titulares llamativos. Me permitiré un pronóstico. Mañana hay sesión de control, en total se han registrado dieciséis preguntas a varios miembros del Gobierno. Estoy seguro de que ese día, y el siguiente, como mucho se hablará de alguna de las planteadas a Pedro Sánchez, pero sobre todo de la de García Egea a Pablo Iglesias (le va a preguntar si piensa dejar su acta de diputado al abandonar la vicepresidencia), y como mucho de alguna en la que se produzca algún incidente, como ocurrió la semana pasada con Errejón. Del resto no informará nadie, solo lo conoceremos si consultamos la web del Congreso, y veremos que algunas preguntas contienen aspectos interesantes y relevantes, pero parece que todo lo que revista una cierta seriedad no interesa, ni a algunos partidos políticos ni a una parte de los medios de comunicación y a sus tertulianos. Para no ‘embarrar’, pues, hay una responsabilidad en los políticos, pero también en los medios. Recordemos lo que decía Camus en 1944, en un artículo en Combat, cuando en relación con la prensa escrita proponía una reforma de la misma basada en la ética, la objetividad y la prudencia, porque, afirmaba, «se grita con el lector, se intenta agradarle, cuando lo que haría falta, sin más, es ilustrarlo».
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