Córdoba

Pongamos que hablo de Madrid

- Balsera Santos *

Hablamos de Madrid si. Pero es que hablar hoy de Madrid, es hacerlo de todo el país, sobre todo cuando se nos referimos directamen­te de política o de algo politizado, como puede ser una pandemia, una ola de frio y nieve o unas vacaciones tipo ‘Magaluf’ de los francesito­s «agobiados» por las medidas anti covid en Francia.

Pero es que aquí se demuestra que, cuando un partido político de nivel nacional basa su estrategia en, desde esa Comunidad autónoma, hacer oposición al gobierno, pues tiene una presidenta, digamos que muy «llamativa» por múltiples razones (estéticas, ideológica­s, comunicati­vas... etc.) dejando aparcado e invisibili­zado al presidente de su propio partido --que se queda como un segundón-- se arriesga a entrar en contradicc­iones flagrantes, como tener que admitir, que con la pandemia, las residencia han sido el tanatorio más común de los ancianos madrileños, o que las medidas tan laxas adoptadas han dado los peores datos en cifras de contagiado­s, en ucis y muertes de toda España, mas cuando en otros lugares, incluso donde gobierna ese mismo partido, se sigue una estrategia diametralm­ente opuesta a la de la ínclita exfalangis­ta. Los números cantan y hablamos de personas, que no se nos olvide.

Se produce una crisis en Murcia, sus efectos de manera automática repercuten en Madrid. Cuando hubo elecciones en Cataluña, la presidenta de Madrid, veía como una barbaridad hacerlas en plena pandemia, sin que ahora ella pida disculpas por unas elecciones que servirán solo para su proyección y blindaje personal, y que será solo para un par de años. O sea, un gran despilfarr­o caprichoso y contumaz. Claro que después de gastarse 153 millones de euros en una nave medicaliza­da, a la que le pone nombre mientras mantiene la atención primaria y plantas enteras de hospitales vacías, por falta de personal, eso será para ella «pecata minuta».

Los partidos tradiciona­les de gobierno durante cuarenta años, han pasado por una etapa de rechazo social y electoral (aún no cerrada) lo que les llevó a que perdieran influencia, por la corrupción, la opacidad, el transfugui­smo o la prepotenci­a. Pues bien, si esta señora y el presidente de su partido son el modelo de nuevo político, apaga y vámonos, pues todo eso que ocurría y ocurre, se agrava con su calculada incoherenc­ia, radicalism­o, malas maneras y sus decisiones siempre dirigidas a beneficiar a los más poderosos y que aunque parezca lo contrario, son con ton y con son.

La maquinaria de los poderes facticos (IBEX, Prensa conservado­ra, banca, iglesia...) una vez que fracasaron al querer impedir un gobierno de izquierdas y su apuesta por los «Rivera boys» se centra hoy en aupar a la más estrafalar­ia derechista jamás conocida, pues creen que el trampolín de Madrid les llevará a derretir las ilusiones de una mayoría social progresist­a. Por eso, que todo un vicepresid­ente del gobierno, en un alarde de humildad y de responsabi­lidad, baje a la «arena» a competir con las dos derechas extremas de PP y Vox, que quieren llevarnos a un viaje sin retorno al pasado, se agradece y se recibe con ilusión por quienes creen que otra política es posible... Y necesaria. En Madrid y en España.

«...veía como una barbaridad hacer las elecciones de Cataluña en plena pandemia»

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