2021: el año decisivo para la Tierra
En otoño tendrán lugar una cumbre sobre el clima y otra sobre biodiversidad Solo una minoría de países han cumplido con la reducción de emisiones
La hora del planeta suena a ultimátum este año, con un gran apagón de luces convocado por la ONG WWF para esta noche a las 20.30. Es que en 2021 se van a tomar decisiones cruciales para el futuro de la humanidad.
A mediados de octubre está convocada en Kunming (China) la COP15, o sea la quincena cumbre de la Convención sobre la Diversidad Biológica (CDB). En ella se deben renovar los compromisos decenales sobre biodiversidad, que alcanzarán hasta 2030. La propuesta más destacada es transformar en espacio protegido el 30% de la superficie terrestre y marina.
En noviembre está convocada en Glasgow (Reino Unido), la COP26, cumbre del clima que sigue a la que se celebró en Madrid en 2020. Es la primera en la cual los acuerdos de París están en marcha, tras la finalización del protocolo de Kyoto en 2020. Sin embargo, sólo una minoría de países han tomado compromisos concretos de reducción de emisiones, que además son insuficientes para cumplir con los acuerdos. De la COP26 se espera una mayor ambición. Además, se va a discutir cómo los países ricos van a financiar la adaptación al cambio climático en los pobres. Y quizás también se consiga regular el mercado de las emisiones.
¿Se decidirá el futuro del planeta en otoño? «Es una manera de plantearlo», resume Georgina Chandler, jefa de política internacional de la ONG británica RSPB. «En este momento hay una conciencia y una atención pública como nunca las hubo. Antes eran suficientes unos acuerdos. Ahora hay una presión para actuar», afirma Jennifer Allan, colaboradora del International Institute of Sustainable Development.
Ambas cumbres fueron aplazadas por la pandemia. La crisis sanitaria ha dificultado las negociaciones previas. Por otra parte, el aplazamiento permite aprovechar una serie de eventos previos, que permitirán ver por donde van los tiros. Entre ellos, un encuentro internacional convocado por Joe Biden en abril; el plenario de la Asamblea General de Naciones Unidas en junio; y el G20 en Octubre. Que las dos cumbres casi coincidan en el tiempo podría ser una oportunidad. «Queremos se miren la una a la otra y se complementen. Muchos negociadores serán los mismos en ambas cumbres. Nos estamos jugando la coherencia entre las políticas de clima y las de biodiversidad», afirma Enrique Segovia, director de conservación de WWF España.
ESPAÑA Y EL MAR El encuentro de ⁄
Kunming debe construir a partir de un fracaso. Los veinte objetivos decenales de biodiversidad fijados en 2010 en Aichi (Japón) no se han cumplido en su mayoría. «La COP15 es decisiva, porque fijará la agenda para los próximos diez años», comenta Chandler. El objetivo más destacado es el «30 en 2030». O sea, proteger el 30% de la superficie del planeta dentro de la próxima década. «Este parece un objetivo asegurado, pero si nos quedáramos en esto el encuentro no sería un éxito», observa la investigadora. «España ya casi cumple este objetivo en tierra, pero tiene que ampliar la protección en el mar y mejorar la gestión», observa Segovia: «Es el país con mayor diversidad biológica de la UE y el que más se juega».
En Kunming se debe acordar cómo medir el cumplimiento de los objetivos. «No hay manera de decir quién lo está haciendo bien. Los países siempre pueden alegar que el fracaso es de otros», explica Chandler. Un asunto que sigue en la oscuridad es como financiar todo eso. ¿Quién paga la creación de las áreas protegidas, por ejemplo? No hay avances en la idea de crear un fondo para la naturaleza, parecido al fondo verde climático. La investigadora espera que China, como país huésped, dé algún paso para desbloquearlo.
También la cumbre del clima empezará con los deberes sin hacer. Los países que han presentado sus compromisos de reducción de emisiones no alcanzan la cincuentena. Tampoco está claro cuán verdes serán los fondos de recuperación pospandemia. «Hay el riesgo que den mucho dinero a la industria fósil», observa Sven Harmeling, de la red de ONGS Climate Action Network. Como en el caso de la cumbre de la biodiversidad, la financiación es un escollo importante. En teoría, de 2020 a 2025, los países ricos deberían contribuir con 100 mil millones de dólares anuales a ayudar los pobres en su adaptación al cambio climático.
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