Dificultades para la producción a escala mundial de la vacuna rusa
Los expertos creen que podrán manufacturarse 400 de los 710 millones de dosis encargadas Empresas en Brasil, India y Corea del Sur firman acuerdos para fabricar el inyectable y exportarlo
Polémicas políticas al margen, la validación internacional de Spútnik V como una de las vacunas más efectivas ante el covid-19, a la par de sus competidoras occidentales, ha constituido un clamoroso e inesperado éxito para la reputación de la ciencia y el Estado ruso. Pero ahora que el inyectable desarrollado por el moscovita Instituto Gemaleya ha sido certificado como herramienta segura y fiable en la lucha contra la pandemia, convirtiéndose en objeto del deseo en muchos lugares del mundo, un nuevo desafío se plantea para el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF, por sus siglas en inglés), la entidad promotora del tratamiento: su producción a escala industrial y posterior exportación.
Más de 50 países de Europa, Oriente Próximo y Latinoamérica han solicitado incluir a Spútnik V en sus programas de vacunación, según informa el RDIF en su página web. Los especialistas, sin embargo, ponen en duda que puedan cumplirse los contratos firmados con estos gobiernos para el presente ejercicio, que incluyen millonarias cifras de suministros. Y ello, por las dificultades inherentes a la manufactura del producto, a las complicaciones que surgen en cualquier proceso de transferencia de tecnología al extranjero e incluso a trabas burocráticas que están planteando las administraciones locales de ciertos países. El fondo ha declinado contestar a las preguntas de este diario.
«Nuestros ⁄ datos sugieren que existen encargos (de Spútnik V) de 710 millones de dosis; estimamos que Rusia puede producir este año 400 millones de dosis (de Spútnik V), si logra incrementar su actual nivel de producción. En este momento, parece difícil que puedan cumplir con sus contratos este año», responde en un e-mail dirigido a el Periódico la empresa de análisis científico Airfinity, con sede en Londres. Según las estimaciones de esta fuente, hasta la fecha se han fabricado y entregado un total de «16,5 millones de dosis de Spútnik», una cifra significativamente inferior a la de sus competidores: «205,4 millones en el caso de Pfizer, 177,1 millones de Astrazeneca y 84,4 de Moderna».
Dentro de Rusia, las empresas encargadas de fabricar el tratamiento están inmersas en arduos procesos de expansión para incrementar la producción, algo que aún tardará tiempo en materializarse. «De noviembre a marzo hemos producido tres millones de kits de dos dosis; paralelamente, rediseñaremos otro complejo de producción de vacunas, lo que nos permitirá aumentar el volumen hasta seis millones de kits al mes», explica, también por e-mail, Dmitri Morozov, director ejecutivo de Biocad, empresa farmacéutica de San Petersburgo, una de las encargadas de producir Spútnik V en la Federación Rusa.
La complejidad del propio tratamiento ruso, formado por dos vectores, constituye una dificultad añadida. «Los dos vectores tienen que ser producidos de forma independiente; básicamente hay que fabricar dos vacunas diferentes y el problema que Rusia está teniendo, según nuestras investigaciones, es crear el segundo vector», subrayan los expertos de Airfinity.
Dadas las limitaciones locales, la entidad que promueve la principal vacuna rusa está cerrando acuerdos de fabricación con empresas privadas y públicas en países como Brasil, la India o Corea del Sur, entre otros, desde donde se exportará el producto farmacéutico a los Estados consumidores. El último de estos pactos, con la empresa china Shenzhen Yuanxing Gene-tech Co el pasado 29 de marzo, contempla la fabricación de 60 millones de dosis. También más allá de las fronteras rusas, la realidad se está mostrando ardua para Spútnik V.
Luciano Reimberg, director de Externalización en Uniao Quimica, empresa brasileña que en enero firmó un acuerdo de producción con el RDIF, admite desde Sao Paulo en una conversación por videoconferencia haber sufrido retrasos de «dos meses» en la entrega desde Alemania de equipamiento necesario para fabricar el «ingrediente activo» de la vacuna en su país.
«He viajado por Brasil buscando posibles fabricantes y es muy difícil hallar una planta preparada para producirla», admite. Con el ánimo de lograr ese ansiado incremento de la producción, este ejecutivo brasileño contempla incluso la introducción de modificaciones tecnológicas, pese a que incrementarían el riesgo de que algunas partidas se contaminen.
Además, Spútnik V está pendiente del aval de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), el ente regulador farmacológico brasileño. Si la certificación sigue retrasándose, Uniao Quimica se concentrará en exportar a Chile, Argentina o Bolivia.
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Se acumulan retrasos en la certificación sanitaria y en la elaboración