A casa sin poder cenar
El nuevo adelanto del cierre de la hostelería provoca un enfado generalizado entre propietarios y clientes, que ven «incoherencia» en esta medida Muchos restaurantes se ven obligados a cancelar reservas
«Un pasito p’alante y un pasito p’ atrás». Este es el ritmo que ha impuesto la pandemia del covid-19 a la hostelería, que desde ayer vuelve a adelantar el cierre de sus establecimientos y pierde dos horas y media de negocio, según las nuevas restricciones que ha marcado la Junta a bares, restaurantes, comercios y servicios no esenciales, que deberán cerrar a las 20.00 horas. El enfado y la desesperación generalizada no se han hecho esperar, a lo que se añade una «absoluta incomprensión» de la medida, tanto entre los dueños de los establecimientos como entre sus clientes, que, con estas agradables y suaves temperaturas, quieren aprovechar al máximo el tiempo en la calle. «Con lo bien que estamos ahora charlando con unos amigos, y con la tarde tan buena que hace, otra vez nos mandan a ver la televisión en casa», se lamentaban unos clientes de uno de los bares de la avenida Barcelona cuando el camarero se acercó a su mesa para invitarles a marcharse.
Ante la resignación de los ciudadanos, el sonido de mesas y sillas recogiéndose en las terrazas comenzó ayer mucho antes que en días anteriores, quedando más vacías de lo habitual algunas de las calles más pobladas de estos establecimientos, como el Paseo de la Ribera o la avenida de Barcelona, o lugares como la plaza de La Corredera, donde los dueños de restaurantes y locales de ocio están que trinan y, aún entendiendo que la salud es lo primero, no consideran que esta nueva restricción vaya a disminuir los contagios, más bien al contrario, según señalan.
«Volvemos a sentir el ataque a un sector que cumple con la normativa totalmente», subrayó a este periódico el presidente de Hostecor, Francisco de la Torre, que
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▷ considera que esta decisión «va en contra de las propias palabras del consejero de Salud, Jesús Aguirre, ya que dice que a los que más está afectando esta cepa del virus es a los jóvenes y lo que va a hacer es potenciar los botellones y fiestas privadas, como ya se vio antes de Navidad». De la Torre se lamenta de este recorte horario, que considera «incoherente» y que el sector
Apurando
▷ ha conseguido retrasar a ayer, ya que se quería poner en práctica el pasado viernes, «cuando muchos compañeros, además, tenían reservas para cenas».
Este es el caso del restaurante La Taberna del Río, que se ha visto obligado a anular reservas de los próximos días, según señaló su responsable, Feliz Manuel González. «Nos están quitando más de un 30% de la facturación», dijo este restaurador, que califica la situación de «caótica». Para De la Torre, el problema se acentúa porque «de aquí a 20 días las temperaturas del mediodía y de la tarde serán más elevadas, y lo que los clientes demandan es la tarde-noche».
«Nuestros clientes saben que cumplimos con la normativa y entienden nuestra frustración y desesperación», continuó el presidente de Hostecor, que aseguró que, aunque la pretensión de la Junta es salvar el verano, «nuestra temporada alta es ahora, porque en julio y agosto en Córdoba no hacemos nada». Por su parte, Miguel Montalbán, responsable de la cafetería Marco, de la avenida de Barcelona, considera que es «es absurdo que se cierren los bares si la gente puede estar en la calle hasta las 23.00 horas», y de esa misma forma piensa Lourdes Hornillo, responsable de Bar Casa el Patri, de La Corredera. «La gente no se va a ir a sus casas con la temperatura que hace a esta hora», señaló la propietaria, mientras Jesús Fuerte, responsable del bar El último tango, en la calle Diario de Córdoba, más que «enfadado» se siente «apático» ante la situación. Por otro lado, este empresario, que carece de terraza en su establecimiento, se queja de «la mala publicidad» que ha adquirido su local en este año, lamentando la «gestión policial», con la que se ha sentido «criminalizado y casi tratado como un delincuente». «Se hace responsable únicamente al propietario del negocio, y no es fácil que el cliente te haga caso cuando le llamas la atención, todos los fines de semana acabo discutiendo con alguien», dice Fuerte, que cree que el cliente asume los cambios, pero «la fiesta continúa en las casas». Sea como sea, en la calle, hasta nueva orden, se acaba la fiesta antes de la puesta de sol.
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«Con lo bien que estamos aquí, otra vez nos mandan a casa a ver la tele», decían unos clientes