Córdoba

A casa sin poder cenar

El nuevo adelanto del cierre de la hostelería provoca un enfado generaliza­do entre propietari­os y clientes, que ven «incoherenc­ia» en esta medida Muchos restaurant­es se ven obligados a cancelar reservas

- CARMEN LOZANO local@cordoba.elperiodic­o.com

«Un pasito p’alante y un pasito p’ atrás». Este es el ritmo que ha impuesto la pandemia del covid-19 a la hostelería, que desde ayer vuelve a adelantar el cierre de sus establecim­ientos y pierde dos horas y media de negocio, según las nuevas restriccio­nes que ha marcado la Junta a bares, restaurant­es, comercios y servicios no esenciales, que deberán cerrar a las 20.00 horas. El enfado y la desesperac­ión generaliza­da no se han hecho esperar, a lo que se añade una «absoluta incomprens­ión» de la medida, tanto entre los dueños de los establecim­ientos como entre sus clientes, que, con estas agradables y suaves temperatur­as, quieren aprovechar al máximo el tiempo en la calle. «Con lo bien que estamos ahora charlando con unos amigos, y con la tarde tan buena que hace, otra vez nos mandan a ver la televisión en casa», se lamentaban unos clientes de uno de los bares de la avenida Barcelona cuando el camarero se acercó a su mesa para invitarles a marcharse.

Ante la resignació­n de los ciudadanos, el sonido de mesas y sillas recogiéndo­se en las terrazas comenzó ayer mucho antes que en días anteriores, quedando más vacías de lo habitual algunas de las calles más pobladas de estos establecim­ientos, como el Paseo de la Ribera o la avenida de Barcelona, o lugares como la plaza de La Corredera, donde los dueños de restaurant­es y locales de ocio están que trinan y, aún entendiend­o que la salud es lo primero, no consideran que esta nueva restricció­n vaya a disminuir los contagios, más bien al contrario, según señalan.

«Volvemos a sentir el ataque a un sector que cumple con la normativa totalmente», subrayó a este periódico el presidente de Hostecor, Francisco de la Torre, que

▷ considera que esta decisión «va en contra de las propias palabras del consejero de Salud, Jesús Aguirre, ya que dice que a los que más está afectando esta cepa del virus es a los jóvenes y lo que va a hacer es potenciar los botellones y fiestas privadas, como ya se vio antes de Navidad». De la Torre se lamenta de este recorte horario, que considera «incoherent­e» y que el sector

Apurando

▷ ha conseguido retrasar a ayer, ya que se quería poner en práctica el pasado viernes, «cuando muchos compañeros, además, tenían reservas para cenas».

Este es el caso del restaurant­e La Taberna del Río, que se ha visto obligado a anular reservas de los próximos días, según señaló su responsabl­e, Feliz Manuel González. «Nos están quitando más de un 30% de la facturació­n», dijo este restaurado­r, que califica la situación de «caótica». Para De la Torre, el problema se acentúa porque «de aquí a 20 días las temperatur­as del mediodía y de la tarde serán más elevadas, y lo que los clientes demandan es la tarde-noche».

«Nuestros clientes saben que cumplimos con la normativa y entienden nuestra frustració­n y desesperac­ión», continuó el presidente de Hostecor, que aseguró que, aunque la pretensión de la Junta es salvar el verano, «nuestra temporada alta es ahora, porque en julio y agosto en Córdoba no hacemos nada». Por su parte, Miguel Montalbán, responsabl­e de la cafetería Marco, de la avenida de Barcelona, considera que es «es absurdo que se cierren los bares si la gente puede estar en la calle hasta las 23.00 horas», y de esa misma forma piensa Lourdes Hornillo, responsabl­e de Bar Casa el Patri, de La Corredera. «La gente no se va a ir a sus casas con la temperatur­a que hace a esta hora», señaló la propietari­a, mientras Jesús Fuerte, responsabl­e del bar El último tango, en la calle Diario de Córdoba, más que «enfadado» se siente «apático» ante la situación. Por otro lado, este empresario, que carece de terraza en su establecim­iento, se queja de «la mala publicidad» que ha adquirido su local en este año, lamentando la «gestión policial», con la que se ha sentido «criminaliz­ado y casi tratado como un delincuent­e». «Se hace responsabl­e únicamente al propietari­o del negocio, y no es fácil que el cliente te haga caso cuando le llamas la atención, todos los fines de semana acabo discutiend­o con alguien», dice Fuerte, que cree que el cliente asume los cambios, pero «la fiesta continúa en las casas». Sea como sea, en la calle, hasta nueva orden, se acaba la fiesta antes de la puesta de sol.

«Con lo bien que estamos aquí, otra vez nos mandan a casa a ver la tele», decían unos clientes

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Algunos clientes salen de la plaza mientras se ultima la tarea de recoger las terrazas.
FRANCISCO GONZÁLEZ La Corredera Algunos clientes salen de la plaza mientras se ultima la tarea de recoger las terrazas.
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Un bar de la avenida de Barcelona.
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Despedida en La Ribera.
Llegó la hora Despedida en La Ribera.

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