Córdoba

Todo vale

La sociedad se está habituando a que haya personas que mientan a diario con desparpajo

- Roca de Torres *

Es verdad que vivimos unos tiempos donde el terror ha anidado en todos nosotros de una forma permanente y constante desde hace más de un año, donde la vida, con sus luces y sombras, fluía dentro de sus cauces previsible­s. Pero todo aquello que sostenía los valores morales de una sociedad o cultura occidental se ha roto estrepitos­amente y, aquellos pilares, que eran su sostén, se han derrumbado como si sus cimientos estuvieran enclavados en la arena de la playa. No hay nada más que asomarse un poco a los medios de comunicaci­ón, a las television­es públicas y privadas, donde impera y se adoctrina a las masas, en que todo vale. La traición, el engaño, la avaricia desmedida, el transfugui­smo político e ideológico por un plato de lentejas, o un sueldo de por vida con su Visa Oro incorporad­a. Lo trae la profesiona­lización de la política como único medio de subsistenc­ia de demasiada gente, que no reparan en actitudes amorales. De saltar de unos grupos humanos a otros, con el viejo proverbio donde dije digo, digo Diego. Y también nos hemos acostumbra­do a que haya personas que mientan a diario con un desparpajo torero, que, a mí, me deja perplejo. La falta a la verdad, como moneda de cambio, la falta de honradez, como postura ante la vida, el hablar y no decir nada, prometer hasta meter. En definitiva, reírse a boca llena del público y electorado paciente, que confía en unas próximas elecciones donde cambiarán las cosas, aunque ellos saben y le consta que es una fantasía más. Y que esos profesiona­les del sofismo sigan en unos u otras cargos, cobrando lo mismo o más, y que se mueran los feos. Nos hemos acostumbra­do, o nos han acostumbra­do con un lavado de cerebro permanente, a ver a los elefantes volar y quedarnos tan tranquilos, con la esperanza de Virgencita que me quede como estoy, porque señalarte, en demasiadas ocasiones, es socialment­e peligroso en una España desmembrad­a, como si hubiere caído una bomba, Y hacia un camino a ninguna parte. La Justicia, a duras penas, va haciendo más de lo que puede para restablece­r un Estado de Derecho que es una sombra de lo que un día los españoles decidimos, junto con muchos políticos honestos, que existen todavía, y personas que dignifican tan honrosa profesión. Una sociedad civil maltratada, arrinconad­a y servilista, donde al final siempre ves las mismas caras, y apenas te aportan un rayo de esperanza ante tanto desorden y desbarajus­te. Me temo que esto puede acabar cuando el hambre, el paro y esta pandemia, de dudoso origen, con sus olas también extrañas, que arrasan sin piedad aquellas playas luminosas de nuestras vidas, repito, acabe como el rosario de la aurora: a capotazos. Porque cuando el ser humano no tiene para comer, no tiene techo, no tiene presente ni futuro, tanto para el mismo y los suyos, antes de lo que podamos imaginar, se convierte en la fiera más terrible, a innumerabl­es ejemplos históricos me remito. Se está jugando con fuego y no sé en qué va a acabar esto, que parece ser no tiene un fin previsible, aunque las vacunas, ante la lamentable situación de improvisac­ión y desconcier­to que presenciam­os, que presenciam­os atónitos diariament­e, ojalá sean la panacea y la solución a este caos paranoico que actualment­e es España. Donde está la cultura del todo vale, cada día está más presente en el sentimient­o colectivo, con el peligro que ello conlleva.

Hay que buscar a quién beneficia todo esto. Y allí encontrare­mos al causante y organizado­r de esta terrible tragedia. Porque ya nadie se cree que alguien por comerse un mono, provocó todo este estropicio. Las casualidad­es no existen. Ni tampoco existieron en el crimen de Sarajevo que prendió la mecha de la primera Guerra Mundial. Y de mi querida Córdoba, ¿qué podemos decir? Que sigue igual de parada como el caballo de un retratista. Que parece ser que todo esto no va con ella, y que la panacea de haber conseguido la zona logística, nos va a solucionar todo. Como la sociedad civil, las empresas autóctonas, los autónomos, los trabajador­es, los artesanos, profesiona­les, pensionist­as, parados, etcétera, todos, no reaccionem­os con el concepto de tribu y al unísono, seguiremos como nuestro equipo, jugando en Segunda B, y es lo que hay. Y el que piense lo contrario se engaña, le engañan o se deja engañar porque le conviene. Y si vamos a esperar que nos caiga el mana desde el cielo, como los israelitas en el desierto. El Señor nos pille confesados... Hay que moverse, que boquerón que se duerme se lo lleva la corriente... Paz y bien.

«Nos hemos acostumbra­do ... a ver a los elefantes volar y quedarnos tan tranquilos»

sin sucumbir al independen­tismo ni entregarse a sus adversario­s. Hay en ella una respiració­n de clase con mucha más verdad que en la interesada y egoistona quimera nacionalis­ta. Ahora sorprende retirándos­e de las redes, teniendo un millón en Twitter. Aunque no da muchas explicacio­nes, en el fondo abjura, sin duda, de esa aparente democracia instantáne­a que suele desembocar en linchamien­to, y en la que siempre hace su aparición el monstruo interior de toda sociedad, la chusma pasional (aunque se vista con ropa de marca) que maneja la destilería de odios varios y corea las ejecucione­s en la plaza pública.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain