Drones para tomar el mundo
Los aviones militares no tripulados turcos han sido decisivos en la victoria de aliados del país en Siria, Libia o Azerbaiyán Ucrania es el último país interesado en adquirirlos
El 27 de febrero del 2020, 36 soldados turcos murieron en el norte de Siria por un bombardeo realizado por las fuerzas leales a Bashar al Asad. Siria, en ese momento, se encontraba en plena ofensiva contra la región opositora de Idleb, donde los ataques por aire y tierra de Asad y sus aliados, Rusia e Irán, auguraban entonces una victoria de las fuerzas de Damasco y una catástrofe humanitaria. La muerte de los militares turcos hizo que el presidente Recep Tayyip Erdogan reaccionara y decidiera involucrar a su país de lleno en el conflicto del país vecino.
«Es impresionante. La gente aquí está muy feliz, y ahora estamos celebrando en la calle. Nunca antes en esta guerra habíamos sentido algo así: a quien bombardean no es a nosotros, sino a los otros», explicó entonces un civil sirio de la provincia de Idleb. En tan solo unos pocos días, las fuerzas turcas pararon por completo la ofensiva del régimen sirio. Decenas de sistemas antiaéreos rusos fueron destruidos, además de otros tantos tanques y piezas de artillería de las fuerzas de Asad. A principios de marzo se firmó un alto el fuego y, desde entonces –en parte gracias a la intervención turca, en parte por el covid y la crisis económica siria–, las armas han callado en la región durante un año entero, la mayor tregua desde el inicio de la guerra.
El éxito militar turco tenía su secreto. Un arma que nunca hapueden
Arma
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Uno de los directivos más importantes de la empresa que los fabrica es yerno del presidente Erdogan
bía usado antes y que demostró ser clave para la batalla: unos drones (aviones no tripulados) de última generación. «El uso efectivo de Turquía de estos drones de combate está ayudando a cambiar las guerras. Aunque la cuestión no es solo de drones. Estos sistemas son efectivos porque usan proyectiles guiados, además de sistemas de guerra electrónica junto con los drones. Hay medidas para combatirlos, pero no todos los países permitirse sistemas antiaéreos tan sofisticados, ni tienen el personal suficientemente calificado como para operarlos», explica Michaël Tanchum, profesor de la Universidad de Navarra.
Asunto de familia
La empresa que fabrica estos drones –el más famoso de ellos es el Bayraktar TB2— se llama Baykar y uno de sus principales directivos es Selçuk Bayraktar, el marido de la hija del presidente Erdogan. Todo queda en familia.
En abril del 2020, con la confianza por las nubes por la nueva joya de la corona del Ejército, Turquía decidió mandar sus sofisticados aviones artillados no tripulados a Libia, donde el aliado turco en la guerra, el gobierno reconocido por la ONU de Trípoli, estaba a punto de perder la capital ante una ofensiva del comandante sublevado Jalifa Hafter. La llegada de la nueva arma –junto con algunos soldados turcos y mercenarios sirios– cambió todo, como en Siria. El ataque contra Trípoli se transformó en una contraofensiva contra las fuerzas de Hafter, lo que forzó un armisticio aún vigente.
«Los Bayraktar dan a Erdogan una herramienta importante para proyectar el poder militar de Turquía rápidamente y de forma barata», dice Nicholas Heras, analista del think tank estadounidense Newlines Institute. Heras reconoce el poder de los drones turcos, pero con matices: «Erdogan ha escogido meticulosamente dónde se mandan los Bayraktar. Hasta la fecha solo se han usado en conflictos en los que el Ejército turco estaba bastante convencido de que sus aparatos no serían desafiados y donde, además, su eficacia tendría un efecto de propaganda».
Los drones turcos también sirvieron para decantar la balanza a favor de Azerbaiyán en la guerra del Karabaj del pasado otoño. «Su confianza en ellos era tan grande que muchos soldados se quejaban de que les mandasen a luchar. Pensaban que su trabajo en la guerra consistiría tan solo en esperar que los drones atacasen para luego ir y recoger los cadáveres», explicaba un azerí con contactos dentro del Ejército de su país.
Ucrania también ha mostrado interés en adquirir este nuevo armamento ante el despliegue de tropas de Rusia en la frontera. Mientras tanto, Putin exige a Turquía que no arme a Ucrania.
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