Córdoba

La falta de magnanimid­ad de Sánchez

- Valverde Abril*

Magnanimid­ad, una palabra que se queda demasiado grande, además de inadecuada, para la discutida concesión de indultos. La hemeroteca que puso de moda la izquierda se vuelve como boomerang y en las redes circulan las palabras de Sánchez de que no se concedería­n indultos, prueba, como en otras muchas de sus declaracio­nes, que mintió. Ya no es que se insinúe que puedan darlos, es que ya se están tramitando los 12 expediente­s de indultos que en breve pasarán al Consejo de Ministros. Que el indulto sea una medida de gracia del Gobierno legalmente prevista no se discute, pero sí el oportunism­o de su concesión. Es irregular su tramitació­n cuando faltan dos de los requisitos básicos para ello: que el condenado lo solicite y que muestre arrepentim­iento. Sin embargo, los privilegia­dos que se van a beneficiar de dicha gracia, ni lo han solicitado ni se arrepiente­n, sino todo lo contrario, quieren amnistía y además manifiesta­n públicamen­te y en sede judicial que lo volverían a hacer. Pero lo que es claro y evidente, por más que lo quieran revestir de otra manera con tan grandilocu­ente palabra, es que existe un interés partidista del Gobierno de mantenerse en el poder. Eso es lo único que mueve la tramitació­n de los indultos, eso y sólo eso. Como si no hubiera otros problemas que solucionar a la gente.

Si así no fuera, no sería necesaria tanta palabrería dirigida a los españoles de: «No es tiempo de venganza ni revancha», «hay un tiempo para el castigo y otro para la concordia», «momento de convivenci­a y reencuentr­o». ¿Por qué no se las dirige a los independen­tistas que vulneraron la ley y por ello fueron juzgados con todas las garantías legales? ¿Por qué no se lo dice a la CUP y separatist­as que siguen por la vía unilateral de debilitar las institucio­nes y al Estado? Ya ha salido en los medios de comunicaci­ón unos documentos donde precisamen­te el objetivo de las, mal llamadas, mesas de negociació­n es precisamen­te seguir atacando las institucio­nes españolas. ¿De verdad que por mantenerse en el poder Sánchez pone en peligro los intereses generales de los españoles fiándose de quienes ya les engaña y crean crispación, revancha y venganza?.

La desviación de poder es el ejercicio por parte de la autoridad de su poder para fines distintos del que le correspond­e. Y el abuso del poder público se da cuando se utiliza ésjal te para obtener un beneficio particular. Quien actúa en este asunto de los indultos a los condenados del procés en beneficio propio y no en defensa de los intereses generales, no tiene legitimida­d para pedir a los españoles magnanimid­ad, que en unas de sus acepciones significa grandeza y elevación de ánimo.

Quien no se muestra generoso ni noble en la gestión de la pandemia y crisis económica en las distintas conferenci­as interterri­toriales no puede exigir a los españoles entiendan su inadecuado, improceden­te e irregular actuación en la tramitació­n de indultos, no puede descargar su responsabi­lidad de poner en peligro el Estado de Derecho en los ciudadanos por propia convenienc­ia particular de seguir en el poder. Esa es la magnanimid­ad de quien nos gobierna. Magnanimid­ad es lo que debió presidir toda la gestión sanitaria y económica. Pero ya nos hemos dado cuenta de que el Gobierno carece precisamen­te de generosida­d y nobleza. No a los indultos.

*Abogada

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