Córdoba

El tiempo de la impostura

La transforma­ción cultural que vive España se debe a copiar unos modelos culturales inferiores

- DIEGO Martínez Torrón *

El siglo XXI avanza a una velocidad de vértigo y, quienes estamos en el mundo de las letras, nos convertimo­s en testigos de un tiempo pasado del que quizás puede aprender aún el actual. Somos de otra generación, pero los jóvenes pueden aprender de ella. Yo me siento verdaderam­ente cómodo en este siglo de la tecnología y la informació­n, y no me considero en absoluto un retrógrado.

De lo que hablo es de una transforma­ción muy profunda de los modelos culturales, de la que no parecen darse cuenta a veces en la universida­d, a la que he dedicado mi vida.

En mi juventud redactábam­os tesis doctorales de tres mil páginas, tecleando incansable­mente sobre una máquina de escribir con cuatro copias de papel carbón. Hacíamos dos cursos con varias asignatura­s de doctorado. Y luego publicábam­os en su caso un resumen de la tesis doctoral en un libro de 300 páginas. Hoy las tesis en humanidade­s no tienen extensión superior a 200 páginas, y van asociadas a un complejo entramado de cursos, asistencia a conferenci­as y ciclos, publicació­n de artículos previos en determinad­os medios, y todo ello unido a la peculiar y farragosa burocracia informátic­a que aqueja a los profesores de nuestra universida­d actual. La causa es creo la mimetizaci­ón de los modelos universita­rios norteameri­canos, en los que por cierto el hispanismo está desapareci­endo, y ese es tema para otro artículo... Copiamos lo peor del sistema científico anglosajón, que no es transferib­le a las humanidade­s...

Y las editoriale­s... Invito a los lectores -casi todos son ya lectoras- a que comparen los fondos editoriale­s actuales de grandes sellos, con las obras que ellos mismos publicaban en los años 70, en plena época tardofranq­uista... Muchas editoriale­s buscan hoy, para sobrevivir, tan solo libros que den dinero, no que den prestigio o tengan valor. Se impone el mercantili­smo y se ahoga el arte.

Pero también en el cine: comparad ‘Blancaniev­es’ de Pablo Berger (2012), por ejemplo, con la coetánea cinta norteameri­cana del mismo tema... que es un carísimo producto infantiloi­de sin valor. Comparad nuestro ‘Grupo 7’ (2012) de Alberto Rodríguez con las películas policíacas americanas. Comparad ‘Celda 211’ (2009) de Daniel Monzón con el cine americano de cárceles. Y se ve la diferencia de calidad, con muchos menos medios. Y sin embargo el maravillos­o cine español se ve abocado ahora a abandonar su originalid­ad y valor, para copiar modelos norteameri­canos de películas de violencia gratuita, psicópatas y asesinos en serie.

Los franceses han sabido defenderse al respecto, y así en los cines de la Rue des Capucines de París vi las películas francesas anunciadas con gigantesco­s carteles, y las americanas en diminutos... lo contrario que aquí hacemos. Los franceses han preservado su concepto de la literatura, tienen una literatura propia, valiosa y diferente. Porque nosotros, que tenemos la literatura más rica del mundo, hemos caído en la literatura de entretenim­iento vulgar y best seller que nos invade, frente a la verdadera creación que siempre ha caracteriz­ado a nuestras letras.

No quiero que nadie me malinterpr­ete. Adoro la música norteameri­cana desde finales de los años 60 a hoy. Y los USA de los años 70 me fascinaron. No hay el menor asomo de antinortea­mericanism­o en mis palabras. He visitado muchas veces los Estados Unidos, donde tengo buenos amigos, y donde he documentad­o muchos de mis libros en sus maravillos­as biblioteca­s universita­rias. Guardo magníficos recuerdos de esas experienci­as.

Sin embargo, creo que de Estados Unidos debemos aprender la visión democrátic­a de base, los avances en ciencia y tecnología, las ideas en economía. Pero creo sinceramen­te que la explicació­n de la transforma­ción cultural que estamos sufriendo se debe a que copiamos sus modelos culturales, que son inferiores a los nuestros: Europa tiene una más larga tradición, por ser una civilizaci­ón más antigua, y es la verdadera cuna de la cultura, que ahora me parece amenazada, fagocitada por esa mímesis, que viene de la mano de la influencia de las compañías tecnológic­as. Con ello corremos el riesgo de perder nuestra originalid­ad creativa, con toda su riqueza.

¿La solución, para los que no compartimo­s esa visión de la cultura? No es fácil. Nos cabe el recurso de encerrarno­s en los clásicos, en las librerías de viejo, en la gran música clásica... pero ello lamentable­mente conduce al aislamient­o, no revierte en una sociedad cada vez más ignorante, manipulada e incluso violenta...

Estamos perdiendo la batalla de la cultura... pero la cultura en sí misma tiene la suficiente fuerza para renacer más adelante...

Por eso quizás lo único que nos cabe es trabajar y crear para más allá del tiempo... sin saber si, a la postre, nos devorará y olvidará ese Tiempo, que cabalga a una velocidad de vértigo, conforme avanza nuestro siglo XXI.

«Buscan para sobrevivir libros que den dinero»

* Catedrátic­o de Universida­d y escritor.

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