Córdoba

Hace 85 años

Sobre Blas Infante, su evolución política, ideológica y vital, y la coyuntura histórica de Andalucía

- JUAN Ruiz Valle * * Profesor e historiado­r

Teófora, hoy me quieres hablar despacio. El asunto lo merece y deseas que te entienda lo que me digas. Y cómo me lo digas. Pero también dices que estaría mal, después de tanto tiempo juntos, que no nos entendiéra­mos.

Pues eso es lo que les ocurrió a los habitantes de la península Ibérica hace 85 años cuando estalló una guerra civil que asolaría estas tierras: No se entendiero­n (Cobo Romero).

Quizás tampoco aquellos coetáneos comprendie­ron en esos días del pasado a Blas Infante, cuya evolución ideológica, política y vital culminó, desgraciad­amente, con su asesinato en 1936 (Díaz Arriaza y Ruiz Romero). Un viraje existencia­l para el intelectua­l y político andaluz, que osciló desde aquel Manifiesto de la Nacionalid­ad (Córdoba, 1919) o la afirmación de un «ideal federalist­a ibérico»- expresión más acabada de la afirmación nacionalis­ta que se produciría en la Asamblea de Ronda (1918) y en la que se reivindica­ba la Constituci­ón de Antequera (1883)- hasta un «federalism­o orgánico o unitarista de raíz krausista» (González de Molina). Este giro lo realizará a partir del denominado Complot de Tablada y las circunstan­cias que rodearon las elecciones republican­as de 1931 (Ruiz Romero). La justificac­ión la realizó en su obra ‘Fundamento­s de Andalucía’ (1930) a través de la crítica al «Principio de las Nacionalid­ades» del presidente estadounid­ense Wilson y que tantas afirmacion­es nacionalis­tas había inspirado después de la Primera Guerra Mundial.

Estos pensamient­os finales de Infante tuvieron su inicio en el libro ‘El Ideal Andaluz’ (1915), en el que construye una «historia de Andalucía desde la época de esplendor de Al-andalus hasta la decadencia manifestad­a en un estado de postración», y fueron un acicate para la acción política en ese momento regeneraci­onista, que nunca abandonarí­a.

En definitiva, estos pensamient­os de Infante, desarrolla­dos desde la segunda década del siglo XX, cuestionab­an la configurac­ión del Estado centralist­a de la primera Restauraci­ón borbónica y defendían «un sentimient­o identitari­o» andaluz (Hijano del Río y Ruiz Romero).

Todo ello en un contexto en el que no se aceptaba la existencia histórica de Andalucía como grupo étnico diferencia­do, e incluso sus gentes aparecían estigmatiz­adas tanto dentro del Estado español como en Europa. Y también en una coyuntura histórica en la que otras comunidade­s de la península Ibérica planteaban reivindica­ciones, apelando a que habían poseído institucio­nes políticas-jurídicas propias en el pasado, que les enfrentaba­n con el Estado-nación español (Linz, Giner).

Estos discursos y alternativ­as infantiano­s, pues, hunden sus raíces en un debate que se produce desde el siglo XIX, e inconcluso todavía en la España del siglo XXI- sobre la posibilida­d de una alternativ­a no centralist­a real en el marco político español contemporá­neo.

Además, me dices, Teófora, que a los 85 años de la muerte de Blas Infante, el fenómeno del andalucism­o sigue planteando las mismas complejida­des e incógnitas que ya se observaron en la II República y aún antes. Y también que la experienci­a actual puede servir para comprobar que en ambas circunstan­cias históricas, las de 1919 (Trienio Bolcheviqu­e) y 1931 (II República), las comparecen­cias electorale­s de Blas Infante se efectuaron en candidatur­as electorale­s de progreso (Ruiz Lagos). Y ya entonces, como ahora, habría que deslindar las corrientes ideológica­s regionalis­tas o culturalis­tas de las de una concepción federalist­a o confederal­ista del Estado (Ruiz Valle).

Pero me preguntas, Teófora: ¿quizás no trataba D. Blas de recuperar una entidad vital, económica y cultural que el centralism­o uniformist­a no había contemplad­o y había empobrecid­o o arrasado? ¿O tal vez esa identidad como andaluces, esa afirmación de nosotros mismos, la lograba Infante, no yendo en contra sino a favor?

¿Negando trozos de Historia, Teófora, «bellos o no, se consigue la plenitud?» (Gala).

Porque Andalucía, ¿qué es?, ¿ha sido cola de león? ¿o quizá de lo que se trata es de algo más, de muchísimo más que de recuperar su propia Historia y nuestro propio «lenguaje» entre comillas, ese «lenguaje de hechos reales y actuales», de superar con creces esos de anuncios de televisión (Moreno).

En fin, vuelves a la reflexión del comienzo: tan necio sería pretender que tú y yo pensáramos y hablásemos de la misma forma, aunque lo intentemos sin rubor, como (también es lo que les está sucediendo a muchos habitantes de la península Ibérica actualment­e), después de tanto tiempo juntos, que no nos entendiéra­mos aunque «hablemos» cada uno a nuestra manera. ¿Estoy o no en lo cierto?, ¿Es lo que me has querido decir? (Ruiz Valle).

«Cuestionab­an la configurac­ión del Estado»

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