El fundador Millán-astray
La historia desmiente los argumentos del TSJM, que ha ordenado que una calle de Madrid vuelva a tener el nombre del franquista
¿ Fue «testimonial» el papel del general José Millán-astray en la Guerra Civil como considera el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) para ordenar que vuelvan a la capital las placas que dedican una calle a su memoria? ¿No consta documentalmente que participase en ninguna «acción bélica» ni ninguna «campaña propagandística» a favor del golpe de Estado? Esos son los argumentos del tribunal para aceptar el recurso presentado por una fundación dedicada a la memoria del fundador de la Legión. Y la sentencia es firme, pero choca frontalmente con la biografía del mentor de Franco.
Veamos. La ley de la memoria histórica de 2007, en aplicación de la cual el Ayuntamiento de Madrid durante el mandato de Manuela Carmena retiró más de un centenar de símbolos, prevé en su artículo 15 «la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura».
Si de lo que se trata es de retirar de las calles la apología del franquismo, en esta materia Millán-astray fue el padre fundador de la apología del franquismo, su piedra fundacional. Su primer director de propaganda, el autor de la segunda biografía dedicada a Franco, Nuestro Caudillo, designado por Dios y ante el mundo. El historiador Luis Castro ha dedicado un libro (Yo daré las consignas, Marcial Pons, 2020) precisamente a la actuación del general como jefe de Prensa y Propaganda de la junta sublevada desde el 29 de septiembre de 1936.
Su paso por el cargo fue breve –fue relevado en enero de 1937– pero crucial para definir un proyecto propagandístico a través de la «construcción de una imagen que le identificaba [a Franco] con los grandes héroes guerreros de la historia medieval», según el historiador Paul Preston en su prólogo al libro de Castro. .
En tipografía destacada
Emitió instrucciones a la prensa del tipo: «Publicarán los periódicos, hasta nueva orden, en cabeza, en tipografía destacada, UNA PATRIA: ESPAÑA - UN ESTADO UN CAUDILLO».
Sí, el muy baqueteado Millánastray no estuvo en el frente y luego pasó a ser responsable de los mutilados de guerra. Pero como recuerda Castro, en su actuación como jefe de propaganda concebía la «labor periodística como complementaria a la de las armas y, por tanto, subordinada al mando político-militar». «En ese sentido, no es casualidad que Millánastray hable de consignas a la hora de transmitir sus órdenes».
En cuanto a la no relación de Millán-astray con el golpe de 1936, esta es la opinión de su biógrafo Luis Eugenio Togores: «Es una de las personalidades que más contribuyó durante los años de la Guerra Civil a facilitar la llegada de Franco al poder y a cons
truir el mito, la imagen, que muchos españoles tendrán durante los 40 años de Gobierno del jefe del Estado español». En julio de 1936, el retirado Millán-astray estaba en Argentina, de gira radiofónica, por lo que no estuvo en el ajo de la conspiración, pero el 8 de agosto llegaba a España para ponerse «a las órdenes inmediatas» de Franco.
El tribunal también argumenta que Millán-astray ya tuvo una plaza, después calle, en Madrid en 1923. Durante la dictadura de Primo de Rivera, por cierto. Y que ese honor lo recibió como héroe en Filipinas y fundador de la Legión, cuatro veces mutilado en combate, por lo que no habría relación entre la distinción que supone tener una calle con sus supuestos méritos durante la Guerra Civil. Puestos a hilar fino, en aplicación de este argumento, la calle debería estar dedicada al coronel Millán-astray, no al general. Ascendió de coronel a general en 1927 al dejar el mando de la Legión.
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En todo caso, la calle madrileña debería estar dedicada al coronel Millán-astray, no al general