Los nuevos cibertalibanes
El grupo yihadista ha pasado de prohibir internet en su anterior etapa en el Gobierno de Kabul a recurrir a las plataformas digitales para atemorizar a sus rivales y propagar sus ideas
La primera vez que los talibanes gobernaron Afganistán prohibieron internet. En julio de 2001, pocos meses antes de que la coalición militar encabezada por Estados Unidos derrocase el régimen islámico en represalia por los atentados del 11-S, Kabul bloqueaba un instrumento aún residual en un país rural para evitar la importación de ideas «vulgares, inmorales y antiislámicas». Dos décadas después, los fundamentalistas aprovechan la retirada de Washington para volver a tomar el control de un país devastado por la guerra.
Esta vez, sin embargo, se adaptan a los tiempos. Sobre un 70% de los afganos tienen móvil y un 40%, acceso a internet. Conscientes de ello, usan las redes sociales como megáfonos para propagar sus doctrinas, atemorizar a sus rivales y vender como maquillada la regresión medieval que impulsan. Lo que hace años era visto como una amenazante herramienta occidental se ha instrumentalizado en una oportunidad de márketing y comunicación política.
El portavoz de los insurgentes, Zabihullah Mujahid, ilustra esa estrategia. Con más de 357.000 seguidores, usa ahora su cuenta de Twitter para mantener un tono conciliador, pero en los últimos meses compartió vídeos en los que las fuerzas talibanes ejecutaban a soldados afganos. La plataforma del pájaro azul es la más atractiva para el grupo, pues es de las pocas que no ha prohibido su presencia.
Estrategia de moderación
Los talibanes controlan desde hace años grandes partes del territorio, pero ahora las redes «ayudan a acelerar ese proceso de conquista», explica Gabriel Reyes, investigador asociado del CIDOB. «Desde que empezaron las negociaciones con EEUU han generado una narrativa de victoria que ha sido determinante para desmoralizar a las fuerzas armadas y a la clase política local».
Tras capitalizar el uso de las redes para atemorizar a sus rivales primero e imponer esa lógica de «victoria inevitable» después, los talibanes han virado hacia una estrategia de moderación. El objetivo es legitimar internacionalmente el nuevo emirato yihadista. «Lanzan muchos men
Control estricto Combatientes talibanes patrullando en la ciudad de Kandahar la semana pasada. ▷ sajes en inglés porque son conscientes de que deben buscar aliados o países que los toleren», apunta Reyes. «No les hace falta explicar que son capaces de matar, el gran reto es convencer, dentro y fuera del país, de que son capaces de gobernar».
Para ello, han prometido que respetarán los derechos de mujeres y minorías religiosas y que no habrá venganza contra los afganos. Mujahid, por ejemplo, ha pasado de estar escondido durante años a dar ruedas de prensa y aceptar preguntas de periodistas
Entre 1996 y 2001 el primer régimen talibán fue conocido por las ejecuciones públicas de sus opositores. Esta semana, la ONU recibió informes de que se siguen cometiendo violaciones de los derechos humanos en el país. Sin embargo, los yihadistas han en
contrado en las redes un canal para soterrar esa imagen y vender la idea de una transición pacífica. «Os hemos perdonado, lo juro por Alá», tuiteó el activista Qari Saeed Khosty, en referencia a los afganos que apoyaron a los aliados.
El regreso de la sharía (ley fundamentalista islámica) al poder, insisten, no supondrá una regresión. Así, activistas protalibanes como Ahmed Fayez van por el país grabando testimonios que vendan esa versión. «Los estudiantes no tienen ningún problema para continuar sus estudios con normalidad», tuiteaba. En el vídeo aparecen tres niños «que volvían a casa de la escuela». No hay niñas: se les ha prohibido ir a las aulas. Estos talibanes 2.0 también usan las aplicaciones de mensajería instantánea Whatsapp, Signal y Telegram para articular campañas de intimidación y coordinación militar, señala Reyes.
«El reto ya no es probar que pueden matar, sino que pueden gobernar», sostiene un experto
¿Desconectar el país?
Pero las redes sociales no solo sirven a los talibanes para amplificar su mensaje, sino también como puerta trasera para rastrear y perseguir a enemigos. «Son una ven
tana a la intimidad de la gente que antes no tenían y eso es una nueva amenaza», advierte Reyes. Así, se ha documentado que los fundamentalistas han usado fallos de privacidad de Facebook para encontrar a ciudadanos afganos con vínculos con EEUU o las fuerzas aliadas. La semana pasada la red social –que también controla Instagram– introdujo medidas para esconder mejor los perfiles de sus usuarios.
Pero las redes sociales son un arma de doble filo. Los talibanes las usan, pero también podrían hacerlo sus opositores, como ilustraron las revueltas de la Primavera Árabe. Algunos ya impulsan campañas para que, por ejemplo, no se modifique la bandera del país, pero muchos otros han eliminado sus cuentas por temor a represalias.
Los talibanes han pasado de prohibir internet a usarlo como base de su comunicación política. Lo que haga el régimen yihadista con el mundo digital es aún una incógnita. «Creo que usarán las redes para inundar la esfera digital con sus narrativas», apunta Reyes.
☰