Cabello, camino de la leyenda con un oro en Tokio y nuevo récord mundial
«Todas las barreras están para tumbarlas; esto no ha terminado aquí», dice el paralímpico cordobés
Es el mejor. Y punto. Con naturalidad y desparpajo, Alfonso Cabello dejó su sello en la historia del deporte español con una actuación impecable en los Juegos Paralímpicos de Tokio. «Hice lo que mejor sé hacer», explicó, radiante de felicidad y orgullo, poco después de bajarse de la bicicleta. Lo que hizo está al alcance de muy pocos. Más bien solo de él: a día de hoy es el campeón del mundo, olímpico y récord mundial. ¿Qué le queda? «Habrá nuevos retos», manifestó el cordobés. Quizá no sean encima de una bicicleta, quién sabe. De momento, Alfonso Cabello se consolida como número uno. Lo escenificó levantando su dedo índice encima del podio en Japón, con el himno español como banda sonora.
El rambleño logró en el velódromo de Izu la medalla de oro en la prueba del kilómetro contrarreloj y logró, además, marcar el récord paralímpico y superar el mundial, que él mismo poseía desde 2014. Su crono de 1.01:557 le ratifica como el mejor en esta especialidad, tras dar una lección de resistencia a la presión y de determinación en el objetivo. Fue el último en tomar la salida en las finales. Antes, sus máximos rivales habían dejado muestra de su calidad. Pero ni el británico Cundy que era el vigente campeón paralímpiconi el eslovaco Josef Metelka pudieron con él.
Alfonso Cabello Llamas (La Rambla, 1993) eleva aún más su formidable palmarés en su prueba predilecta, en la que renovó el récord mundial -batió en Izu el impresionante 1.01.683 que hizo en el Mundial de Aguascalientes (México), en 2014, a más de 2.000 metros de altura- y en la que figura, sin discusión, como el mejor: tiene en sus vitrinas seis oros mundiales (Aguascalientes 2014, Apeldoorn 2015, Italia 2016, Río de Janeiro 2018, Holanda 2019 y Milton 2020). En 2017 no participó por estar lesionado. Y ya son cuatro medallas olímpicas, con un par de oros (Londres y Tokio) y sendos bronces en Río. De locura.
En Tokio mostró su voracidad como competidor. Llevaba más de un año construyendo su plan para alcanzar el punto más alto posible. El destino le dibujó un escenario perfecto para la hazaña. Cabello vio cómo 20 ciclistas cumplimentaban el recorrido antes de que llegara su turno. Fue mágico.
Los compañeros de equipo del rambleño fueron tomando conciencia de la magnitud del acontecimiento mientras la Bala volaba en Izu. Todos saltaban y se echaban las manos a la cabeza. Se estaba produciendo la mejor carrera de todos los tiempos en esta modalidad.
Cabello recorrió los mil metros en un tiempo de 1:01.557,y aventajó en 290 milésimas al británico
Jody Cundy (plata) y en 3 segundos y 229 milésimas al eslovaco Jozef Metelka. Eran los mismos integrantes del podio en Río 2016, aunque con orden diferente, pues hace cinco años el vencedor fue el británico y el español ocupó el tercer peldaño del podio, con el eslovaco tercero. Cabello lo dejó claro esta vez. Si albergaba deseos de vendetta deportiva, los sació con creces. Aunque lo suyo tiene más que ver con la adicción a probarse a sí mismo. Da la impresión de no luchar contra los adversarios, que en algún momento se transforman en figurantes en una película en la que Cabello es guionista, director y actor principal. Su espectacular carrera en Izu parecía diseñada para un final glorioso.
El pistard rambleño aún tiene otra opción para subir al podio en Tokio. Este sábado abordará la competición de velocidad por equipos junto a Ricardo Ten y Pablo Jaramillo. El aroma a medalla es fuerte. También intervendrá el 3 de septiembre en la prueba de ciclismo en ruta, si bien allí contará con menos opciones de luchar por los puestos de finalista.
Cabello tocó el cielo en su deporte. Y el sonido seguramente se pareció al chasquido de los cristales que dejaban los botellones en el destartalado velódromo de Posadas y que su padre, abnegado, quitaba de la pista para que su niño entrenara soñando con que sucediera algo como lo que pasó el 26 de agosto de 2021 en Izu.
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