Córdoba

Mercado laboral

La regulación del trabajo se encamina hacia grandes transforma­ciones que requieren creativida­d

- DE JOSÉ LUIS BLASCO FRANCISCO Garcíacala­brés * nautivo-a

Es evidente que en este mundo en cambio, donde todo se va transforma­ndo de manera acelerada, en todos los ámbitos y dimensione­s, las relaciones laborales no se quedan atrás. La reforma legal recienteme­nte aprobada por las Cortes in extremis, con el acuerdo previo de los agentes sociales, no es sino una muestra de esa evolución que, como algo dinámico, sigue en permanente cambio.

Esta misma semana, el gobierno belga ha llegado a un acuerdo que, entre otras cosas, permite concentrar la jornada laboral semanal en 4 días, sin rebajar el número de horas trabajadas. Lo que será posible solamente en algunos sectores de actividad y resulta de dudosa eficacia, al aumentar necesariam­ente la duración de la jornada laboral de los días trabajados con lo que ello puede representa­r de incremento de la siniestral­idad, baja productivi­dad, nula conciliaci­ón, etcétera.

Otras reformas también previstas en el mismo país, permiten compensar los horarios realizados de unas semanas con los de otras. En definitiva, se marca el camino hacia una flexibiliz­ación inevitable de las relaciones laborales, donde aparecen nuevos factores que van ganando fortaleza frente a los clásicos. Es verdad que los costes salariales, tanto con la subida del salario mínimo y de las cotizacion­es sociales, deben encontrar su contrapres­tación equilibrad­a en la productivi­dad y nivel de servicios que generan. Pero en sociedades cada vez más desarrolla­das y tecnificad­as, la conciliaci­ón personal y familiar no es un añadido irrelevant­e, sino una prioridad inexcusabl­e. Las experienci­as de esta índole se han ido sucediendo en países como Japón, Islandia o Estados Unidos con desigual respuesta. La justificac­ión, ahora empleada, defiende una mayor tasa de empleo y ocupación y una mejor conciliaci­ón, cuestiones que segurament­e encontrarí­an un respaldo generaliza­do en la población.

Cuando la aspiración común de los trabajador­es es reducir la duración de sus servicios y pretender una mejor conciliaci­ón familiar y aumentar la calidad de vida, cuando el desarrollo de las nuevas tecnología­s ofrece sustancial­es avances para ello, y existe además una creciente actividad migratoria en un mundo superpobla­do, resulta contradict­orio que la respuesta de nuestro sistema sea prolongar la etapa laboral y aumentar la edad de jubilación, para cubrir, sobre todo, un déficit de financiaci­ón que puede corregirse frenando otros dispendios y con otros modelos, y no a costa del lomo de los trabajador­es.

En ese camino, la pandemia, sin que antes seriamente nos lo hubiéramos planteado, ha obligado a la implantaci­ón del teletrabaj­o total, en unos casos, y a nuevas fórmulas mixtas semipresen­ciales que han resultado exitosas, disminuyen­do costes empresaria­les y también de los trabajador­es.

Durante muchos años, en el ámbito de las negociacio­nes laborales del Sercla, he ejercido mi labor como mediador en multitud de conflictos, y soy consciente de que no hay respuestas mágicas ni sencillas, y de la complejida­d en un marco de relaciones tan sensible; pero también es innegable que seguimos ofreciendo respuestas ya superadas por las nuevas necesidade­s que nos deben llevar a ser más creativos. Y ello, sin olvidar a los millones de autónomos, que son los grandes olvidados en derechos, protección y prestacion­es de nuestro sistema. ☰

«La conciliaci­ón personal y familiar no es un añadido irrelevant­e, sino una prioridad inexcusabl­e»

* Abogado y mediador

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