Mercado laboral
La regulación del trabajo se encamina hacia grandes transformaciones que requieren creatividad
Es evidente que en este mundo en cambio, donde todo se va transformando de manera acelerada, en todos los ámbitos y dimensiones, las relaciones laborales no se quedan atrás. La reforma legal recientemente aprobada por las Cortes in extremis, con el acuerdo previo de los agentes sociales, no es sino una muestra de esa evolución que, como algo dinámico, sigue en permanente cambio.
Esta misma semana, el gobierno belga ha llegado a un acuerdo que, entre otras cosas, permite concentrar la jornada laboral semanal en 4 días, sin rebajar el número de horas trabajadas. Lo que será posible solamente en algunos sectores de actividad y resulta de dudosa eficacia, al aumentar necesariamente la duración de la jornada laboral de los días trabajados con lo que ello puede representar de incremento de la siniestralidad, baja productividad, nula conciliación, etcétera.
Otras reformas también previstas en el mismo país, permiten compensar los horarios realizados de unas semanas con los de otras. En definitiva, se marca el camino hacia una flexibilización inevitable de las relaciones laborales, donde aparecen nuevos factores que van ganando fortaleza frente a los clásicos. Es verdad que los costes salariales, tanto con la subida del salario mínimo y de las cotizaciones sociales, deben encontrar su contraprestación equilibrada en la productividad y nivel de servicios que generan. Pero en sociedades cada vez más desarrolladas y tecnificadas, la conciliación personal y familiar no es un añadido irrelevante, sino una prioridad inexcusable. Las experiencias de esta índole se han ido sucediendo en países como Japón, Islandia o Estados Unidos con desigual respuesta. La justificación, ahora empleada, defiende una mayor tasa de empleo y ocupación y una mejor conciliación, cuestiones que seguramente encontrarían un respaldo generalizado en la población.
Cuando la aspiración común de los trabajadores es reducir la duración de sus servicios y pretender una mejor conciliación familiar y aumentar la calidad de vida, cuando el desarrollo de las nuevas tecnologías ofrece sustanciales avances para ello, y existe además una creciente actividad migratoria en un mundo superpoblado, resulta contradictorio que la respuesta de nuestro sistema sea prolongar la etapa laboral y aumentar la edad de jubilación, para cubrir, sobre todo, un déficit de financiación que puede corregirse frenando otros dispendios y con otros modelos, y no a costa del lomo de los trabajadores.
En ese camino, la pandemia, sin que antes seriamente nos lo hubiéramos planteado, ha obligado a la implantación del teletrabajo total, en unos casos, y a nuevas fórmulas mixtas semipresenciales que han resultado exitosas, disminuyendo costes empresariales y también de los trabajadores.
Durante muchos años, en el ámbito de las negociaciones laborales del Sercla, he ejercido mi labor como mediador en multitud de conflictos, y soy consciente de que no hay respuestas mágicas ni sencillas, y de la complejidad en un marco de relaciones tan sensible; pero también es innegable que seguimos ofreciendo respuestas ya superadas por las nuevas necesidades que nos deben llevar a ser más creativos. Y ello, sin olvidar a los millones de autónomos, que son los grandes olvidados en derechos, protección y prestaciones de nuestro sistema. ☰
«La conciliación personal y familiar no es un añadido irrelevante, sino una prioridad inexcusable»
* Abogado y mediador