Ganar elecciones y perder el partido
Hay una alegría desatada en el Partido Popular por ganar las elecciones en Castilla y León, el cambio de ciclo imparable según su secretario general, García Egea, que comenzó con las victorias en Galicia y Madrid, ha dejado a Fernández Mañueco en una situación entre el desconcierto y el estupor, a Moreno Bonilla apretando el freno de mano y deseando que el año 2022 no acabe tan pronto y con un acelerón en las intenciones de Ayuso frenadas por el espionaje desde Génova, ambos filtrando el escándalo en la guerra final.
Mientras Abascal y lo suyos, tranquilos, callados viendo como se desmoronan sus principales competidores, eligiendo entre lo bueno o lo mejor, repartirse las consejerías o repetición electoral. Nunca con menos se ganó más, porque además a ellos el silencio les viene bien, crecer a base de los errores del Partido Popular con tintes de corrupción económica y división interna no hace más que darles alas en sus discursos de unidad y regeneración anti política. Si hasta Begoña Villacís ve un rayito de luz separándose del PP en Madrid para sobrevivir en la desaparición total de Ciudadanos, sumándose a la comisión de Investigación que pedía la oposición sobre el espionaje que surgió de la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo contra el hermano de Díaz Ayuso. Y la traca final es la rueda de prensa de la presidenta de la Comunidad de Madrid disparando contra Pablo Casado por desleal, porque ya da por amortizado a Egea, pero admitiendo que su hermano habría ejercido como intermediario en la consecución de un contrato de 1,5 millones de euros, adjudicado por el trámite de emergencia a una empresa que suministró mascarillas a la Consejería de Sanidad, por lo que habría recibido una comisión de 286.000 euros. Será una gran víctima del acoso y derribo de la dirección nacional, pero su hermano se llevó un 25% en la adjudicación de un contrato público en plena pandemia de la Comunidad de Madrid, y eso lo venda como lo venda es indefendible.
Insostenible es también mantener a García Egea y su equipo al frente de la dirección del partido. Si hasta los propios barones regionales en el Comité Ejecutivo Nacional, reunido en la sede de la calle Génova, que lleva un año a la venta sin comprador, para analizar los resultados de las elecciones, pidieron cambios en el equipo de Casado. No es una guerra abierta en igualdad de condiciones entre Ayuso y Casado dentro de la organización, bien distinto sería en sus votantes, implosionar ahora el PP nacional no interesa a los que están pendientes de elecciones o de gestionar sus administraciones. Ganar perdiendo, eso ocurrió el domingo, pero Casado sigue.