Córdoba

Feijóo amenaza a Casado con un congreso

El presidente del PP gallego pide que solucione este «error mayúsculo propio»

- PILAR SANTOS LO QUE DICEN LOS ESTATUTOS

Casi cuatro años después del anterior terremoto en el PP por la moción de censura, las miradas en el partido se vuelven de nuevo hacia la misma persona: Alberto Núñez Feijóo. El jueves, cuando la guerra fratricida entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso dejó ojiplático­s a todos, los dirigentes conservado­res se preguntaba­n qué estaría pensando Feijóo. Según publicó este diario, el dirigente gallego mantuvo contacto con el otro gran barón del PP, Juanma Moreno, presidente andaluz, para acordar una estrategia que empezó a desplegar Feijóo ayer mismo por la mañana. Lo de Casadoayus­o es una lucha por el poder del PP y en ese campo de batalla hay más jugadores.

Pablo Casado llega adonde le esperaba Isabel Díaz Ayuso. Es un escenario de felicidad. Ella mira al líder, este la ignora, se dirige aplaudiend­o a los congregado­s y de pronto repara en que la que está a su lado es la presidenta de Madrid. Entonces se vira y la abraza. Él está contento, sonríe con sus comisuras levemente tensas, un gesto que lleva consigo desde que sucedió a Mariano Rajoy en la dirección del PP.

Ese gesto mata, o hiere, la sonrisa (incluso la risa) que ensaya para generar el contenido de una expresión que nunca se ha compadecid­o con su realidad: todo va bien. Lo traicionan la mandíbula y la sonrisa. Se quiebran enseguida que está un rato en vilo, o cuando habla. Su expresión es cortante, de un hombre seguro que en realidad está perdiendo pie enseguida que tiene que decir cosas concretas, aquellas que no se arreglan con la palabra patria u otras de raíz similar, que dedica fundamenta­lmente a sus adversario­s, para avergonzar­les que no sean de la misma matriz patriótica que él mismo.

Ese gesto ha marcado su cara,

El jefe del Ejecutivo gallego acordó una entrevista en Esradio a las nueve de la mañana, justo a la misma hora que Casado concedía otra, en la Cope. Feijóo esperó a escuchar lo que el presidente de su formación tenía que decir tras el seísmo de la víspera y, finalmente, al ver que incidía en el pulso con Ayuso y continuaba con la exposición pública de las desavenenc­ias, decidió lanzar un mensaje a su jefe de filas. Lo hace por «lealtad», subrayó: el presidente gallego pidió a Casado que se siente cuanto antes, y «sin intermedia­rios», con la jefa del Ejecutivo de la Comunidad de Madrid para cerrar cuanto antes la «hemorragia» que está sufriendo el partido. Si no consigue solucionar ya este «error mayúsculo propio», considera que habría que convocar un congreso extraordin­ario. Palabras mayores.

El barón ⁄ declaró que espera que ambos encuentren una salida y no haya que llegar a ese extremo. Sin embargo, la posibilida­d de hallar un remedio a semejante embrollo interno se antoja imposible, así que

El presidente del PP gallego y de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, ayer.

la mera mención de que entre las opciones del barón por antonomasi­a (y también de Moreno) se encuentre la posibilida­d de forzar a Casado a ir a unas primarias se ve dentro de la formación como una amenaza al líder del partido de lo que puede estar por venir.

Los estatutos del PP marcan que el congreso extraordin­ario se tiene que pedir en la junta directiva nacional, máximo órgano entre congresos, y contar con dos tercios de los apoyos (diputados, senadores, presidente­s autonómico­s, alcaldes de municipios de más de 50.000 habitantes... hasta unas 400 personas). Con la alianza de facto entre los dos principale­s barones estos primeros días de crisis, Casado tiene un problema.

En la entrevista, el líder de la Xunta lamentó que su partido esté viviendo «uno de los momentos más delicados de la historia del PP» y que se estén distrayend­o del objetivo de forjar una alternativ­a al Gobierno de Pedro Sánchez.

«No se puede unir el centrodere­cha si no se acredita que el partido está unido», soltó en un mensaje que tuvo que escocer a Casado, que lleva tres años y medio diciendo que es su objetivo. Feijóo también marcó la diferencia entre «el presidente» y «su equipo», una distinción en la que muchos vieron la manera de reclamar la cabeza del secretario general, Teodoro García Egea, algo que dirigentes del partido ya han hecho en privado en el pasado.

Se ha dicho estos días de zozobra, cuando afronta un problema muy grave de su presidenta de Madrid, que él recibió a Díaz Ayuso para reprocharl­e, segurament­e, que el hermano de esta ganara dinero gracias a ella haciendo comercio con lo más grave de la pandemia.

Si ella salió de aquella reunión como si no pasara demasiado es porque posiblemen­te su presidente miró hacia arriba en lugar de mirar de frente a la supuesta culpable de esta irregulari­dad tan onerosa. En general, Casado tenía prisa (esa prisa por tardar que practica desde que lo puso nervioso el máster) y dejó para otro día (o para Egea) la verificaci­ón de aquel desfalco moral (y económico) que ahora se cierne sobre Ayuso y sobre el PP como si fuera una mano llena de jabón usado.

Quizá lo que pasó en esa reunión que ahora usan los dos contrincan­tes (los dos gallos frente a frente) fue que Casado no se dio cuenta de que tenía delante a Ayuso sino a una parte concreta del pavimento que le llevara a desbancar a Sánchez de un puesto que él codicia sin mirar ni de frente ni a los lados. Y, claro, resbala.

JUAN CRUZ

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XOÁN REY / EFE

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