Novela negra de no ficción
dió no dar el paso en aquel congreso extraordinario que acabó ganando Casado frente a Soraya Sáenz de Santamaría.
Esta medida de presión lanzada por Feijóo está hablada con los barones más destacados, entre ellos Juanma Moreno (Andalucía) y Alfonso Fernández-mañueco (Castilla y León), y también comentada con «muchos más presidentes regionales del partido», aseguran fuentes conocedoras de esos contactos a muchas bandas. «Si García Egea y Casado quieren pensar que tienen atado el partido que vean quiénes han salido en esas redes sociales que tanto les gustan a apoyarles», apuntan esas fuentes.
Enfrente, en cambio, entre los dirigentes autonómicos
Aunque no fuese estrictamente necesario, los enfrentamientos dentro del Partido Popular nos remiten esta semana a un hecho probado: la nueva generación de sus líderes mantiene la tradición de actuar dentro del género de la novela negra de no ficción. Hay dos escenas que son útiles para aproximarse a la batalla cuerpo a cuerpo que libran Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado. Y que, ya al borde del abismo, Casado, para mostrar su buena disposición a barones como Alberto Núñez Feijóo –cuya intensa actividad mediática y en contactos con barones del partido le perfila como un árbitro de la crisis– convocó a Díaz Ayuso el pasado viernes por la tarde, en medio del ruido atronador de los disparos, a un cónclave en Génova 13.
Y aunque parecía que las espadas seguían en alto, Casado ha dado marcha atrás y se ha comprometido a archivar el expediente informativo abierto a Díaz Ayuso. Es decir: es él quien ordena y manda en una farsa de expediente. Casado, pues, ha creído conveniente tragarse sus acusaciones y, ante la crisis abierta, retroceder de forma espectacular. ¿Ni vencedores ni vencidos? Casado se ha hundido más de lo que ya estaba después de su fracaso en Castilla y León y es un muerto que camina.
Una de esas escenas podría ser extraída de Cosecha roja, la novela de Dashiell Hammett. El detective privado contratado para «sanear» la imaginaria Poisonville revienta una pelea de matones. Una de las heroínas, Dinah Brand, le pregunta por sus próximos pasos:
-Lo más parecido que tengo a un plan es sacar a relucir cualquier trapo sucio, todos los trapos sucios que puedan inculpar a los demás y utilizarlos plenamente. Puede que ponga un anuncio: ‘Se necesita un crimen, macho o hembra’. Si están corruptos como creo, no debo tener dificultades en descubrir uno o dos asuntos que pueda adjudicarles.
La chica, que deja resbalar su abrigo de piel, dice:
-Así que de este modo trabajan los detectives científicos. ¡Dios mío! Para ser un tipo gordo, de mediana edad, duro y con cabeza de cerdo, tienes una idea muy vaga de cómo hacer las cosas, por lo menos para mí.
-A veces los planes dan resultado -repuso el detective. Y a veces basta con remover los asuntos… si eres suficientemente duro como para sobrevivir y tener los ojos abiertos para identificar lo que quieres en cuanto aparece.
-Eso se merece otro trago -dijo ella.
La otra escena es de Raymond Chandler, de 1933, en plena Gran Depresión, titulado Los chantajistas no disparan. Mallory, el primer detective privado de las narraciones de Chandler, es detenido después de una trifulca de gánsteres a tiros. Al dejarle en libertad, Cathcart, capitán de detectives de la policía de Los Ángeles, comenta en su despacho:
-¿Vuelve a Chicago?
-Es posible que me quede unos días. Uno de los estudios me ha hecho una proposición. Chantaje privado, extorsión y cosas parecidas.
-Magnífico –dijo el capitán–. Eclipse Films es un buen equipo... El chantaje es un trabajo fácil y agradable. No tendría por qué convertirse en algo turbulento.
-Solo un trabajo fácil, jefe. Casi afeminado, si comprende lo que quiero decir.
Erno, uno de los matones italianos, dice en otra parte:
–Los chantajistas no disparan. ¿O sí?
El sonoro desastre del plan de Casado para obtener una mayoría absoluta o al menos rozarla en Castilla y León, lo que debía ser la primera victoria rotunda como prólogo al adelanto de las elecciones en Andalucía para el mes de junio, llevó a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a hacer explotar –en medio del debilitamiento de Casado– el barril de pólvora que tenían entre las manos el presidente del PP y su mano derecha, el secretario general Teodoro García Egea desde el mes de septiembre. Ese barril era el intento de contratar a una agencia de detectives para seguir la pista del presunto contrato corrupto de las mascarillas del cual Tomás Díaz Ayuso, hermano de la presidenta, habría obtenido una comisión de 286.000 euros. La idea era, como dice el detective de Hammett, descubrir uno o dos asuntos que se pudiera adjudicar a Díaz Ayuso. Uno, el contrato con la empresa Priviet Sportive ya estaba al alcance de la mano.
Los fontaneros de la cúpula del PP –presuntamente Ángel Carromero, coordinador general de la alcaldía de Madrid, mano derecha de José Luis Martínez Almeida, y hombre de confianza de Casado, entre ellos– dejan sus huellas en el intento de contratar a una agencia, Mira Detectives, para hacer el trabajo sucio. Pero la operación se frustra por la reticencia del director de la agencia, Julio Gutiez. Y esta intentona frustrada se convierte en un secreto a voces. Los exministros de Justicia Alberto Ruizgallardón y Rafael Catalá se enteran. Y hacen llegar los mensajes al círculo de Díaz Ayuso. La presi
Plan fallido
denta, pues, se lanza el jueves a un buen ataque como la mejor defensa. Según explica, la cúpula de Génova la amenaza con la denuncia de este contrato si sigue empeñada en su candidatura a presidir el PP de Madrid. El contrato, pues, queda sepultado. Se trata de espionaje y chantaje. Pero García Egea el mismo jueves 17, y sobre todo Casado, el viernes 18, niegan el espionaje y el chantaje, y colocan el contrato, los 286.000 euros de comisión que habría cobrado Tomás Díaz Ayuso, en el centro de la batalla: «Más allá de que sea ilegal, la cuestión es si es entendible que el 1 de abril de 2020, cuando morían en España 700 personas, se pueda contratar con tu hermano y recibir 300.000 euros por vender mascarillas… Alguien pudiera pensar que hubo tráfico de influencias».
Díaz Ayuso, por su parte, aclara que su hermano cobro 55.000 euros y que en ningún caso es una comisión. «La factura a Priviet Sportive no es una comisión por obtener el contrato con la Administración, sino el cobro de las gestiones realizadas por Tomás Díaz Ayuso para conseguir el material en China y su traslado a Madrid», señala la presidenta en un comunicado. García Egea y Casado han utilizado el contrato para acometer a su objetivo: destruir, muy a la americana, los pies a la rival potencial en la disputa de la candidatura del PP en las próximas elecciones generales. Pero quizá por la chapuza de sus fontaneros, la insuficiencia de pruebas y la resistencia de Ayuso el plan ha patinado. Y en todo caso, el ariete de la corrupción utilizado no tiene demasiada eficacia en un partido recubierto de teflón como el PP. O simplemente porque el argumento de Casado, conociéndose su enemistad con Díaz Ayuso, no ha resultado creíble. En EEUU, después de todo lo que ha llovido, Donald Trump está vendiendo como rosquillas su libro Our Journey Together. El ejemplar sin firma vale 75 dólares (66,2 euros). Pero el que lleva la firma manuscrita cuesta 230 dólares (203 euros) y se ha agotado en dos días.
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