El tope al gas abre otro cisma y congela el paquete energético
La presidencia checa convoca otra reunión extraordinaria el 13 de diciembre La cita será dos días antes de la cumbre de líderes para intentar atar un acuerdo
El mecanismo corrector del precio del gas propuesto esta semana por la Comisión Europea ha generado un nuevo cisma entre los Veintisiete. La iniciativa, examinada ayer por los ministros de energía en una nueva reunión extraordinaria, ha sido recibida con escepticismo total por un nutrido grupo de países, incluida España, Francia, Italia o Grecia, que la han tachado de irrealista, insuficiente, poco ambiciosa e imposible de activar. Hasta el punto de que han unido fuerzas para aparcar en el cajón los dos reglamentos sobre los que debían cerrar este jueves un «acuerdo político» –las compras conjuntas de gas y la aceleración de permisos de proyectos de energías renovables– hasta que no haya avances sobre todo el paquete y un plan para topar el gas más «equilibrado».
«El entender del conjunto de la sala ha sido que era razonable esperar a tener un consenso sobre el tercer texto y ofrecer una visión equilibrada», resumió tras la reunión la vicepresidenta tercera y ministra de transición ecológica, Teresa Ribera, que recordó que cuando hay 15 países que piden una propuesta como la del tope al gas merece tenerse en cuenta.
«Una vez que terminemos la discusión sobre el precio máximo del gas y el mecanismo sea adoptado, solo entonces podremos regresar a los otros actos legislativos que estaban hoy en la agenda», explicó la ministra polaca, Anna Moskwa. «No estamos abriendo el champán todavía pero hemos metido la botella en el frigorífico», dicho esperanzado el ministro checo y presidente de turno del Consejo, Jozef Sikela, que se vio obligado a convocar otra reunión extraordinaria, que será la quinta desde que la República Checa asumió la presidencia en julio.
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DEBATE «LARGO» La nueva cita, para intentar cerrar un acuerdo político sobre los tres reglamentos a la vez, será el próximo 13 de diciembre, dos días antes de la última reunión de jefes de estado y de gobierno de la UE del año prevista el 15 y 16 de diciembre. ¿Qué método seguirá hasta entonces la presidencia para desencallar una negociación que, vistas las enormes diferencias, parece encaminada al fracaso? «Vamos a negociar duro,
a tomar la iniciativa, a escucharnos mutuamente», explicó Síkela que admitió que el debate sobre el tope al gas –los otros dos elementos ya están cerrados– fue «extremadamente complicado», «largo» y «técnico».
«Creo que podemos llegar a un consenso el día 13. Es importante que, a pesar de los distintos puntos de vista y posiciones, prima la convicción de que debemos responder estando a la altura de las circunstancias. Estoy convencida de que todo el mundo va a intentar que lleguemos con un texto limpio para poder respaldarlo y que sea adoptado cuanto antes», añadió Ribera. España ha liderado la oposición al mecanismo corrector de Bruselas que, según la propuesta, solo se activaría si el precio del gas en el mercado de futuros del TTF, el mercado holandés de referencia en el que se realizan el 80% de las transacciones europeas, supera durante dos semanas seguidas los 275 euros por megavatio hora. Y si la diferencia respecto al precio del gas natural licuado (GNL) en los mercados internacionales supera los 58 euros.
Dos condiciones pensadas, a juicio de Ribera, para «no ser aplicadas» dado que es un «mecanismo de ultraseguridad para un proceso ultraescandaloso de subida de precios». De hecho, los requisitos no hubieran permitido activar esta red de seguridad ni en agosto, cuando los precios marcaron niveles récord y alcanzaron los 350 euros por megavatio hora. Un hecho que encendió a numerosas delegaciones. «Las condiciones que se imponen hacen improbable o casi imposible que se active. No es lo que hemos pedido los 16 países que queremos un tope al gas», se sumó la maltesa Miriam Dalli. «No es una solución que pueda funcionar en la práctica», añadió la belga Tinne van der Strateten.
Y lo mismo el griego, Konstantinos Skrekas, que denunció que no hay razón para que Europa pague
el precio de gas más caro del mundo y que lo razonable es una horquilla máxima de entre «150 y 200 euros». «Mi impresión es que hay un amplio consenso en que es mejor una referencia dinámica que se adecue a la evolución del precio en otros mercados en lugar de un tope fijo» que podría generar un «incentivo al alza del precio», explicó Ribera que avanzó que el futuro del mecanismo ibérico, que expira en mayo y que permite desacoplar el precio del gas utilizado para electricidad, dependerá de cómo sea la situación el próximo año.
En todo caso, no solo a los países que reclaman desde hace meses un tope al precio del gas les ha disgustado el plan del Ejecutivo comunitario defendido por la comisaria Kadri Simson en la reunión. «Es mi trabajo acomodar las posiciones de unos y otros y poder encontrar una solución entre todos», se justificó. Aún así, los que no quieren un mecanismo corrector, como Holanda, tampoco lo ven con buenos ojos porque temen que ponga en riesgo la seguridad del suministro.
España ha liderado la oposición al mecanismo corrector de Bruselas