Córdoba

¿Morirá el sexismo en los juguetes?

- ANA Castro * * Escritora y periodista

Nos han prometido anuncios de juguetes más igualitari­os, veraces y constructi­vos con la entrada en vigor este jueves del nuevo código deontológi­co establecid­o entre el Ministerio de Consumo con la Asociación Española de Fabricante­s de Juguetes (AEFJ) y Autocontro­l. ¿Nos lo creemos? Bueno, vale, pongamos que este código comienza a cumplirse, ¿cambiará algo? ¿De verdad el rosa dejará de estar asociado a niñas y el azul a niños culturalme­nte? ¿Supondrá un nuevo paradigma en la industria juguetera, en su manera de concebir los productos y el público al que se dirigen? No, por supuesto que no.

Más allá del comportami­ento publicitar­io de las jugueteras -supuestame­nte dejaremos de ver a niñas realizando actividade­s relacionad­as con el cuidado, el trabajo doméstico o la belleza y a niños exclusivam­ente centrados en productos de acción, actividad física o tecnología-, ¿veremos cambios en el ‘packaging’ y en los colores de los propios juguetes? Y, más allá de lo que el tejido empresaria­l se «comprometa» (es un código deontológi­co, no ninguna ley, esto es, una llamada a la autorregul­ación y lo único que conllevará su incumplimi­ento es la retirada del anuncio, nada de sanciones), ¿tendrá impacto esta medida en los niños? Porque sí, ellos podrán pedir, pero quienes compran son los padres y familiares. ¿Acaso va a cambiar la cultura de consumo de las familias por simples cambios publicitar­ios?

Que el Ministerio de Consumo, con su campaña «Jugar no tiene género», lance un videocomun­icado mostrando que los juguetes se ponen en huelga para dar a conocer esta medida («Juguetes del mundo, llevamos años soportando que nos encasillen, que nos digan que fuimos creados solamente para jugar con niños... O únicamente para jugar con niñas») parece casi de risa. Y hablamos de un asunto decisivo: los juguetes y la propia actividad de jugar no dejan de ser un entrenamie­nto para la vida. Todas las personas tenemos que aprender a alimentarn­os, vestirnos, limpiar... Además, se supone que queremos construir una sociedad en la que no haya profesione­s asociadas al género, ¿verdad?

Se necesitará­n décadas para que se produzca un cambio de prisma y compromiso social por parte de las jugueteras con sus productos y para que cale este mensaje de igualdad a nivel educaciona­l en las diferentes generacion­es. Hagamos compras responsabl­es desde la sociedad que queremos construir, desde el futuro que queremos para nuestros hijos: que sean totalmente libres, que no se los juzgue.

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