El éxito de las series no aúpa a las creadoras españolas
Aunque el número de mujeres productoras, directoras y guionistas ▶ de ficción televisiva ha aumentado, su presencia es todavía residual
El sector audiovisual está viviendo un boom de series. Se ruedan más producciones que nunca y al público se le acumulan los títulos. La ficción española también está de moda, cruzando fronteras sin complejos (¡que se lo digan a La casa de papel!) y codeándose con la hasta hace poco intratable oferta estadounidense. Estos tiempos de bonanza han propiciado que cada vez conozcamos el nombre de más showrunners (creadores que intervienen activamente en el proceso de la serie) patrios. Pero ¿se han abierto las mismas puertas para las mujeres creadoras que para sus homólogos masculinos?
Según Concepción Cascajosa, presidenta del Observatorio de Igualdad de RTVE, «sí que hay más series españolas creadas por mujeres, pero hay que tener en cuenta que también se está produciendo más», así que no significa que se esté reduciendo la brecha. Esta investigadora especializada en ficción televisiva y miembro del Consejo de Administración de RTVE aporta un dato esclarecedor: en 2021 la ficción exclusivamente femenina representó el 17,2%, frente al 62% de la masculina.
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EQUIPOS MIXTOS Partiendo de sus estudios para el sindicato de guionistas ALMA, «si algo ha cambiado ha sido testimonial»: del 22,9% de participación femenina en 2019 (con datos de series no diarias de las temporadas 2015-2016 y 20182019) al más reciente 23,6% del de la temporada de septiembre de 2021 a agosto de 2022. En EEUU, en cambio, las cifras son más halagüeñas: las mujeres representan el 33,3% de los showrunners, según el último estudio del WGAW (Writers Guild of America West).
Así que ahora puede que haya más posibilidades para las showrunners, «y eso en sí mismo ya es positivo», pero están funcionando dentro de una lógica muy concreta, como los equipos mixtos. «Parece que ellas tienen que ir acompañadas de un hombre para que tengan oportunidades», denuncia ella. Ejemplos de parejas de ambos sexos son algunas tan fructíferas como las de Ramón Campos y Teresa Fernández Valdés (y Gema R. Neira) en la productora Bambú (Las chicas del cable, Un asunto privado, Velvet...) y Álex Pina y Esther Martínez Lobato en Vancouver Media (La casa de papel, Sky rojo...). «En España hay un discurso sobre el aumento de la producción que destaca casos de éxito. Pero los casos de éxito no necesariamente definen la situación real de la industria», reflexiona Cascajosa. Martínez Lobato, en cambio, defiende fehacientemente esos equipos mixtos, pues se siente una igual: «Generar equipos monogénero de lo que sea lo único que favorece es que cada vez nos entendamos menos y nos enfrentemos más. Nos separemos en guetos. Y refuerza la competitividad y la distancia. Me interesa, como creadora, el cerebro de un hombre tanto como el de una mujer. Somos compañeros del planeta, ¿por qué no serlo en la oficina?», sostiene.
La showrunner, que rueda actualmente Berlín, spin off de
La casa de papel, y prepara una serie sobre una ciudad bajo tierra, cree que quienes se dedican a contar historias «y a meter el dedo en la llaga de la emocionalidad» están en el camino de buscar «la identidad propia, pero dentro de lo universal». «Y entender que esto no es una lucha por dividirnos, sino una epopeya por encontrarnos, en igualdad de condiciones, es lo que me parece que sería el camino», asegura. Otro de los condicionantes que Cascajosa ha detectado para que salga adelante un proyecto liderado por una mujer es que ella misma sea la protagonista, como ocurre, por ejemplo, con Leticia Dolera (Vida perfecta), Nadia de Santiago (El tiempo que te doy), Abril Zamora (Todo lo otro) y Ana Milán (Byanamilán).
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AYUDAS PÚBLICAS También es el caso de Ana Rujas, actriz al frente de Cardo junto a Claudia Costafreda. Ninguna de las dos considera que hayan tenido más dificultades para sacar adelante el proyecto por ser mujer, aunque destacan «la lucha que han hecho otras antes» para que ellas hayan tenido «el camino más llano». Así que abogan por «políticas públicas de apoyo, al igual que se hace en el cine». Con las artífices de Cardo coincide Dolera. «El cambio quizá lo hemos notado más en el cine, porque intervienen las ayudas públicas, mientras que en las series de plataformas el dinero es privado», señala. «Las jefas de equipo guionistas y las directoras no salen de repente, siempre han estado ahí, pero son las políticas públicas las que hacen que se transforme la sociedad o la industria», recalca Dolera, que acaba de estrenar nueva serie en Amazon Prime Video, El fin del amor, un proyecto que considera «un milagro» al estar liderado por cuatro féminas «en una industria tan masculinizada como la argentina». Su creadora, la argentina Erika Halvorsen, cree que la serie salió «del nicho al que están destinadas las mujeres» gracias a la proyección que le ha dado su protagonista y coproductora, la actriz y cantante Lali Espósito. «Ella es ultraconocida en Latinoamérica y que se embarcara en este proyecto ha hecho que llegara a los despachos que tenía que llegar», añade su compañera Dolera.
Otro de los requisitos que se les suele exigir a las mujeres para que sus series acaben llegando a buen puerto es que sus trabajos aborden temas femeninos. «Los hombres, en cambio, no tienen ese problema», recalca Cascajosa, que recuerda que «hay que hallar los mecanismos para que los proyectos liderados por mujeres lleguen a las plataformas y las cadenas». «Y romper esa especie de excusa que tienen de que ya cuentan con una serie creada por una mujer, como si eso fuera un cupo», destaca Martínez Lobato.