Córdoba

¿Chatarra espacial o espacio limpio?

Las leyes que pudieran controlar las mega constelaci­ones están en fase muy preliminar y el espacio exterior es de todos y de nadie

- CASIANA * Astrofísic­a

Muñoz Tuñón *

La chatarra espacial china obligó a cerrar el espacio aéreo español durante varias horas. Esto ha pasado a principios de noviembre, y eso que la basura que tenemos orbitando es mucho menor que la que se avecina cuando las mega constelaci­ones de satélites ocupen el espacio exterior. El lanzamient­o de satélites al espacio no es nuevo y las Agencias Espaciales de los gobiernos lo hacen para proporcion­ar datos o imágenes de indudable utilidad para nuestra sociedad. La novedad es que ahora se trata de cientos, miles o más que se lanzan a la vez. Por eso se llaman constelaci­ones.

La preocupaci­ón de la comunidad científica por el impacto de esos cientos de miles de pequeños satélites que se estaban preparando se hizo realidad en 2019 cuando las compañías Starlink, de la empresa Spacex de Elon Musk y Oneweb lanzaron los primeros satélites de sus constelaci­ones. Spacex tiene ya autorizaci­ón para lanzar 12.000 satélites y Oneweb tiene planificad­os cerca de 700. Kuiper Systems, propiedad de Amazon, tendría cerca de 4.000. Cada pequeño satélite se alimenta con paneles solares que reflejan la luz del sol y hace que lo veamos como una estrella. Cuando se oculta el sol los satélites ya no brillan, pero siguen ahí y seguirán cuando haya terminado su misión, como basura en el espacio. Los astrónomos intentamos, con éxito relativo, alertar del impacto que los miles de satélites de las mega constelaci­ones van a tener para la observació­n del cielo, para el disfrute de una noche estrellada, para el futuro de la ciencia.

En Canarias, a finales de los años 80 se hizo una ley pionera, entonces única en el mundo. Se la conoce como la Ley del Cielo y en ella se protege el espacio sobre los observator­ios de la contaminac­ión de una mala iluminació­n en las ciudades. Cuando viajen a la isla de La Palma verán cómo las farolas de las calles tienen un diseño muy especial. Nada de luz va hacia arriba. Toda la luz se usa en iluminar lo que es necesario y por donde nos movemos. Son pioneras en un diseño sostenible que ahorra energía evitando el desperdici­o.

Con la Ley del Cielo el Gobierno de España y el Gobierno de Canarias garantizar­on que el cielo se mantuviese oscuro. Fue una Ley visionaria, a sabiendas de que los observator­ios de Canarias son excelentes y además cercanos y accesibles, lo que los hacía vulnerable­s. Al estar muy cerca de Europa y no en un lugar remoto, había que adelantars­e y evitar que un desarrollo sin reglas acabase con un recurso natural excepciona­l. Canarias se ha desarrolla­do mucho desde los primeros acuerdos internacio­nales, que en el año 1979 permitiero­n a otros países instalar sus telescopio­s en los Observator­ios de La Palma y Tenerife. El cielo oscuro es esencial para ver objetos muy débiles que nos traen la luz de las primeras galaxias. Nosotros también nos deslumbram­os con la luz artificial y todo el que vive en una gran ciudad lo sabe; ahí es muy difícil, si no imposible, ver las estrellas en todo su esplendor. La Unesco lanzó hace ya 15 años una declaració­n que es muy hermosa. Decía que la humanidad tiene derecho a disfrutar de su cielo, es decir, el cielo se convirtió en un patrimonio de todos y que todos tenemos que conservar para las generacion­es que vendrán. Ahora este cielo está en peligro, la tecnología se ha adelantado a la regulación. Las leyes que pudieran controlar las mega constelaci­ones están en una fase muy preliminar y el espacio exterior es de todos y de nadie; aún no hay consenso ni siquiera para decidir qué tipo de permisos o condicione­s deben cumplir estos satélites para ser lanzados al espacio.

Estamos intentando que en las Naciones Unidas se discuta y, de hecho, ya se han organizado dos conferenci­as interguber­namentales sobre cielos oscuros y silencioso­s cuyo resumen ha llegado a Copuos (Committee on the Peaceful Uses of Outer Space). En el año 2021 y resultado de estas dos conferenci­as sobre Cielos Oscuros y Silencioso­s de La Palma, se creó el Centro de la UAI (Unión Astronómic­a Internacio­nal) para la Protección del Cielo (CPS de sus siglas inglesas, Center for Protecting the Sky) contra las Interferen­cias de las Constelaci­ones de Satélites. Este 28 de noviembre el CPS acaba de lanzar un comunicado donde expresa su preocupaci­ón por el impacto en la astronomía del prototipo de satélite Bluewalker 3, que acaba de ser lanzado. Las medidas revelan que este satélite en órbita terrestre baja es ahora uno de los objetos más brillantes del cielo, superando a todas las estrellas, y compitiend­o con las más brillantes. Además, el uso de las frecuencia­s de radio del satélite supone un problema para la radioastro­nomía.

La astronomía ha proporcion­ado grandes logros para la humanidad; no solo al conocimien­to esencial de nuestro universo sino también al desarrollo de tecnología. Las CCDS que se usan en las cámaras fotográfic­as o los móviles, el escáner o la tomografía y toda esa sofisticac­ión que usamos en nuestros hospitales, o la web, la red que nos conecta, son logros de la astronomía y los que están por venir están en grave riesgo si no protegemos el espacio que la ciencia tiene como misión estudiar. Empezamos a cuestionar­nos como sociedad dónde está el «limax» el concepto de límite máximo. La tecnología nos ofrece un horizonte casi ilimitado pero el desarrollo tecnológic­o tiene que tener sensibilid­ad, sensatez y perspectiv­a.

«Empezamos a cuestionar­nos como sociedad dónde está el ‘limax’, el concepto de límite máximo»

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