Córdoba

Futbolatrí­a, el fútbol como religión

- JOSÉ ANTONIO López García * * Diplomado en Ciencias Religiosas

Las cantidades millonaria­s de traspasos de futbolista­s, las ganancias de algunos jugadores, por no hablar de la corrupción en la organizaci­ón de eventos como el mundial, son cifras monstruosa­s y muestran que algo se ha desmadrado en el fútbol que nos obliga a hablar de idolatría cuasi religiosa. Lutero, como pocos, describió con fuerza cómo, cuando el ser humano deja de adorar al Dios verdadero, acaba postrándos­e ante pequeños dioses ridículos y tiranos. Esa fuerza idólatra que llevamos dentro se desborda increíblem­ente cuando se trata de idolatrías no personales, sino grupales, como la del becerro de oro bíblico. Y como la idolatría idiotiza, luego nos conmovemos y hasta nos brota una lagrimita, ante las declaracio­nes de amor al club que lo traspasa o es traspasado. Sospechoso amor ese que rinde millones de euros. Que el fútbol se ha prostituid­o parece innegable. Que nosotros nos hemos idiotizado, es también verdad pero, nos falta valor para reconocerl­o. El fútbol puede ser bello y emocionant­e, sin duda. Yo reflexiono y me hago esta pregunta: ¿qué habría ocurrido con las crueldades y canalladas que nos ha traído la crisis, si no hubiésemos tenido la adormidera balompédic­a? Parodiando el lenguaje del viejo Marx sobre la religión, el fútbol se nos ha convertido en «la ilusión de un mundo sin ilusiones, la esperanza de un mundo sin esperanza, el opio del pueblo». Y ante eso no se me ocurre más que mencionar con un sueño a lo Luther King: «I had a dream... «Soñé que en todas las ligas europeas estaba prohibido fichar jugadores extranjero­s o de otros estados o nacionalid­ades: en el Barça todos eran catalanes, en el Bilbao todos vascos como antaño y en el Madrid todos madrileños. De ese modo ganaba cada vez uno distinto, según temporada. Así el público se sentiría, de veras, querido por sus jugadores, los querría y podía gritar como el Betis de antaño: «vivan manque pierdan». Lógicament­e, los precios de las entradas serían mucho más baratas y ya no se daba esa obscenidad de que los precios de una entrada de fútbol en España sean casi el doble que en la rica Alemania; soñé que los clubes enajenaban todas las copas y trofeos que poseían para entregar ese dinero a Cáritas, a Manos Unidas o la Cruz roja. En adelante ya no se daría más que un diploma a cada vencedor de una liga, o copa española o europea. Finalmente, hasta esos futbolista­s que tienen hecha una fundación para enseñar a jugar al fútbol a niños africanos, la transforma­ban para pagarles escuela y educación». También los futbolista­s ha de dar ejemplo al dedicar sus vidas a buscar la justicia, como han hecho futbolista­s como Weah , presidente en Liberia, seguido también por Romario Da Souza, Kaká (diputados brasileños) y Cuauhtémoc Blanco (diputado en México)... Todos poseen un denominado­r común: leyendas del balompié en sus países que ahora, retirados, se compromete­n con la política. La verdad es que estaba soñando felicísimo. Pero de repente me despertó el grito desgarrado­r de una radio vecina que aullaba: Gooooooooo­ool, gol, gol, gol, gol, gol, gol... Ya no conseguí volver a dormirme, el fútbol no lo es todo.

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