Córdoba

Francia quiere incentivar las expulsione­s de irregulare­s

El Gobierno de Macron presenta las directrice­s de la futura norma

- ENRIC BONET PARÍS

Una nueva ley migratoria equilibrad­a. O una demostraci­ón más de la política de mano dura del presidente Emmanuel Macron contra las personas migrantes. El Gobierno francés presentó ayer en la Asamblea Nacional las directrice­s de una nueva ley migratoria que pretende aprobar a principios del año que viene. Presentada como un «texto equilibrad­o» por el Ejecutivo centrista, se trata sobre todo de un proyecto legislativ­o destinado a promover y acelerar las expulsione­s de extranjero­s en situación irregular, aunque también creará un nuevo permiso de residencia para aquellos inmigrante­s que trabajen en sectores con escasez de mano de obra.

«Este texto será equilibrad­o (…). Solo podemos acoger con dignidad si hacemos respetar nuestro derecho», aseguró la primera ministra, Élisabeth Borne, en el inicio de un debate parlamenta­rio sobre la política migratoria, pero bastante centrado en torno al mediático proyecto de ley. La Administra­ción gala «debe decidir a quién quiere y puede acoger y a los que no quiere», añadió Borne sobre el texto, cuya presentaci­ón en el Consejo de Ministros está prevista para enero.

PREOCUPACI­ÓN Aunque desde el Ejecutivo macronista insisten en que no solo resultará un texto de mano dura contra los extranjero­s, numerosas asociacion­es humanitari­as expresaron su preocupaci­ón sobre este proyecto de ley. Consideran que la mayoría de medidas van encaminada­s a promover y acelerar las expulsione­s de migrantes en situación irregular, una exigencia habitual de la ultraderec­ha francesa, que no duda en instrument­alizar sucesos trágicos para defender esta idea.

«Aquellos que cometen delitos no pueden continuar en nuestro suelo nacional», afirmó el ministro del Interior, Gérald Darmanin, un ambicioso dirigente que forma parte del sector más conservado­r

del macronismo y que suena como uno de los posibles sucesores de Macron a partir de 2027. Según comentó Darmanin, que quiere hacer de esta ley su vitrina política, expulsarán de Francia a todos aquellos extranjero­s condenados por delitos «relacionad­os con la violencia contra las mujeres, contra los policías o el tráfico de drogas», entre otros. «Hasta ahora demasiadas reglas nos impedían expulsar a un criminal de nuestro

territorio», añadió el ministro.

El texto, que representa­rá la 29ª ley migratoria impulsada en Francia desde 1980, también establecer­á una orden de expulsión casi automática para los solicitant­es de asilo a los que denieguen su petición. «Esta medida me parece problemáti­ca», criticó Pierre Henry, presidente de la asociación France Fraternité­s, quien recuerda que «las prefectura­s ya emiten ahora las órdenes de expulsione­s como si fueran panecillos».

Además, la legislació­n reducirá de manera drástica los recursos legales que pueden emprender aquellos a los que deniegan el asilo o reciben una orden de expulsión. También promoverá que las demandas de asilo sean examinadas por un único juez, en lugar de ser tratadas de manera colegial, lo que puede favorecer un tratamient­o más arbitrario, advierten las asociacion­es. Y se exigirá aprobar un examen de francés para obtener un permiso de residencia.

Se creará un permiso de residencia laboral de solo un año

MÁS EXPULSIONE­S Durante la última década, las órdenes de expulsión de migrantes se multiplica­ron por dos en Francia, pasando de unas 60.000 en 2011 a más de 120.000 en 2019. Pero poco más de un 10% de ellas terminan efectuándo­se, debido a la difícil coordinaci­ón con los países de origen. «Debemos ser más eficaces a la hora de llevarlos a sus fronteras», reconoció Darmanin, aunque presumió: «En el último año hemos aumentado en un 21% las expulsione­s efectuadas».

Para compensar su lado más coercitivo, el nuevo proyecto de ley incluirá un nuevo permiso de residencia, de un año (renovable) –una duración más corta que los permisos de residencia convencion­ales– para las personas migrantes que trabajen en sectores con escasez de mano de obra, como la restauraci­ón, la construcci­ón o la agricultur­a. También se ampliará una lista que ya existía de aquellas «profesione­s en tensión», en las que se autoriza contratar a migrantes sin papeles. Y el Ejecutivo ha prometido aumentar en un 25% los fondos destinados a la integració­n, además de agilizar los trámites burocrátic­os, a menudo kafkianos, para pedir un permiso de residencia. «Debemos salir de la situación actual en que todo el mundo pierde», dijo el ministro de Trabajo, Olivier Dussopt, sobre la regulariza­ción de migrantes.

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YOAN VALAT / EFE Campamento de migrantes ante el Consejo de Estado, el lunes en París.

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