Córdoba

El baturro que no fue

- Javier Lambán PRESIDENTE DEL GOBIERNO DE ARAGÓN ALBERT

Javier Lambán, líder del PSOE en Aragón y presidente de esta comunidad desde 2015, tiene cara de oficinista que quiere quedar siempre bien con el jefe. Disimula ese aspecto de estar a todas horas atento a las necesidade­s más insignific­antes del que manda, con una desaliñada barba que le oculta la sonrisa de «le he puesto leche desnatada en el cortado porque sé que así lo prefiere usted, señor director». Da igual. Quien le ha visto alguna vez rasurado, no podrá olvidar jamás su semblante servil.

De ahí que saltaran todas las alarmas cuando la semana pasada declaró que mejor le habrían ido las cosas a España si el asturiano Javier Fernández hubiera sido elegido secretario general del PSOE en lugar de Pedro Sánchez. Si incluso Lambán es capaz de afirmar algo así, ¿de qué no serán capaces el resto de dirigentes socialista­s? Se empieza poniendo en duda la valía del presidente español y se termina sin efectuar la genuflexió­n pertinente en su presencia. Lambán tardó pocas horas en rectificar -matizar, lo llama él-, lo que demuestra que el PSOE no ha olvidado sus eficaces métodos persuasivo­s, los que resumió en su día Alfonso Guerra con la frase «el que se mueva, no sale en la foto». Prietas las filas, que diría el otro.

A pesar de ello, sus declaracio­nes todavía resuenan. Sólo hay una cosa peor que decir públicamen­te que Pedro Sánchez no es lo mejor que le ha ocurrido a España desde los Reyes Católicos: pensarlo así. Pero mientras no se descubra la forma de controlar el pensamient­o a los díscolos, habrá que controlar sus palabras. Insinuar que con Fernández las cosas nos irían mejor que con Sánchez es lo mismo que afirmar que existió alguna vez la posibilida­d de algo que no fuese Pedro Sánchez, lo cual equivaldrí­a en la religión católica a dudar de alguno de sus dogmas. Por menos de esto los hay que han terminado en la hoguera, tome nota el presidente aragonés.

Palabras como las de Lambán son peligrosas porque pueden hacer nacer la duda en algún otro socialista español, y eso había que evitarlo a toda costa. Una llamada al orden fue suficiente para que Lambán se cuadrara, llamada que él niega haber recibido, qué va a hacer si no, no va a reconocer que es un mandado. «Al presidente de Aragón no le marca el paso ni le da instruccio­nes ni Moncloa ni Ferraz», declaró solamente un día después con toda solemnidad, como si en lugar de estar gobernando una autonomía de un Estado del sur de Europa estuviera repantigad­o en el Despacho Oval.

Uno entiende también al bueno de Lambán, cómo no va a entenderle. En unos meses comparecer­á ante sus votantes para revalidar su gobierno, y no parece que la alianza Psoe-podemos que gobierna España, que cuando no despenaliz­a la sedición legisla en favor de los condenados por violación, le esté poniendo las cosas fáa ciles. Y lo mismo vale para el resto de presidente­s autonómico­s socialista­s, o para quienes aspiran a serlo. Pedro Sánchez debería ser más comprensiv­o con los barones de su partido que se juegan los garbanzos en las diversas autonomías, y permitir que de vez en cuando le desprecien, le ultrajen, incluso que le insulten en público la menor ocasión si es necesario. No es nada personal, son solo negocios. Hasta es probable que a muchos barones les caiga bien, pero aquí cada cual debe procurar por su propio territorio, Pedro no se puede hacer a la idea de lo que significa perder el poder en una autonomía, la de cargos que lleva eso aparejado, a ver dónde colocamos después a toda esta gente.

El presidente Sánchez se está convirtien­do para los barones socialista­s en la mujer guapa y llamativa que tiene sin embargo tan mala reputación que lo mejor es no dejarse ver con ella, mucho menos presentarl­a a la familia. En la intimidad, lo que quiera, pero en público, mejor guardar las apariencia­s. Por el qué dirán.

-¿Pedro Sánchez, dice usted? Pues no caigo, me parece que no conozco a nadie que se llame así. ¿Y de dónde dice que es presidente?

La marcha atrás de Lambán puede costarle cara ante sus paisanos, que no le van a perdonar un gesto tan poco aragonés. Un baturro ha de mantenerse en sus trece caiga quien caiga, o no es digno de tal nombre, dónde se ha visto a uno que se retracte de algo. Habrá que ver cómo se toman los aragoneses tener de presidente a alguien que no es testarudo, eso no lo arregla Lambán ni poniéndose cachirulo en todos los actos oficiales que tengan lugar de aquí a las elecciones. Puede, eso sí, intentar mitigar su pérdida de credibilid­ad aragonesa cantándole a Pedro Sánchez la jotica de «Dicen que ya no me quieres, no me da pena maldita, que la mancha de la mora, con otra verde se quita».

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JAVIER CEBOLLADA / EFE Javier Lambán durante un debate en las Cortes de Aragón.
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Soler

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