Proceso para afrontar los problemas de infertilidad
El paciente J.M.F. recibió en el día de ayer una noticia más que positiva. Tras una biopsia testicular, en la que «han cogido una muestra para ver si había espermatozoides», los resultados han sido favorables. Este cordobés padece Fibrosis Quística, una enfermedad que, le impide ser padre «de forma natural». Por ello, en el mes de abril del pasado año, junto a su pareja, acudió a la Unidad de Reproducción Asistida del hospital. «A ella le hicieron un estudio genético para ver si era portadora del gen, y que el niño no desarrollase la mismovilidad ma enfermedad que yo, afortunadamente salió que no era portadora». Al tener esta enfermedad, el paciente sabía que podría tener problemas de infertilidad, por lo que se realizó un semiograma para poder confirmarlo. Esta prueba, se valora, entre otras cosas, el volumen de semen (debe ser mayor de 1,5 ml), ph, número (debe ser mayor de 39 millones en total) y concentración (debe ser mayor 15 millones/mililitro) de espermatozoides, así como la motilidad de los mismos (el porcentaje de espermatozoides con movilidad progresiva, es decir, aquella que permite al espermatozoide avanzar, debe ser mayor o igual al 32% del total), como explicaron los profesionales. Un seminograma alterado no es sinónimo de infertilidad, salvo en casos de número muy bajo o ausencia total de espermatozoides. «Valoro muy positivamente la medicina reproductiva, ya que, si tienes el deseo de tener descendencia, gracias a esto te dan la oportunidad». A lo largo de este camino, el cordobés, junto a su pareja, han estado «tranquilos sin obsesionarnos y sin perder la esperanza». Si en alguna de estas pruebas no hubiese obtenido un resultado favorable, estaría la opción de recurrir a un banco de semen, «aunque no era algo que yo contemplase», finalizó.