Córdoba

Aurora sanitaria

- FRANCISCO Dancausa * * Mediador y coach

En el corazón de Andalucía late una promesa renovada; un designio que, emanando desde las profundida­des de la gestión sanitaria, pretende mitigar una de las más acuciantes dolencias de nuestro tiempo: la espera. Valle García, gerente del Servicio Andaluz de Salud (SAS), ha anunciado un plan audaz que aspira a reducir en un 60% las listas de espera quirúrgica. Este anuncio no es meramente una declaració­n de intencione­s; es, ante todo, un desafío lanzado a la cara de un sistema que, en demasiadas ocasiones, se ha visto superado por las circunstan­cias. Este esfuerzo por mejorar la atención sanitaria y abordar una de las principale­s preocupaci­ones de los ciudadanos, el acceso a servicios de salud eficientes y oportunos, es un testimonio de la voluntad de cambio. Un cambio que, aunque nacido en la tierra andaluza, resuena con la universali­dad de un problema que aflige a la modernidad: la inmediatez de la necesidad y la lentitud de la respuesta. Pero, ¿qué subyace

«Valle García, gerente del Servicio Andaluz de Salud (SAS), ha anunciado un plan audaz que aspira a reducir en un 60% las listas de espera quirúrgica

tras este noble empeño? Es, sin duda, el reconocimi­ento de que la salud es el más preciado de los bienes, aquel sin el cual todas las demás ambiciones palidecen hasta volverse insignific­antes. Reducir las listas de espera no es solo acortar el tiempo; es devolver la esperanza, es restaurar la dignidad de aquellos que, en su vulnerabil­idad, se encuentran a merced de un calendario que parece expandirse con cada nuevo amanecer. En este contexto, el plan de García no es solo una medida administra­tiva; es una reivindica­ción de la salud como derecho inalienabl­e, una declaració­n de principios. Porque en el corazón de esta iniciativa late la comprensió­n de que, en el tejido de la sociedad, cada individuo es un hilo esencial, y la salud de uno repercute en el bienestar de todos. Así, mientras Andalucía se embarca en esta cruzada contra el tiempo y la espera, nos invita a reflexiona­r sobre el valor de la salud no solo como un derecho personal, sino como un pilar fundamenta­l de la justicia social. En la determinac­ión de García y su equipo, encontramo­s un eco de la convicción de que, en el cuidado de la salud, no solo se juega el destino de los individuos, sino el de toda la comunidad.

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