Palestina y el Estado de Israel
En Palestina vivía una pequeña comunidad judía bajo el imperio Otomano, en ella convivían musulmanes, cristianos y judíos desde tiempos inmemorial. El pueblo judío ha sido un pueblo errante que ha sufrido múltiples migraciones y expulsiones, y su situación realmente no mejoró hasta la Revolución francesa, aunque muchos siguieron emigrando durante todo el siglo XIX, sobre todo a EEUU y Argentina. En Europa, víctimas del programa de limpieza étnica que realizó el fascismo alemán, fueron eliminados miles de judíos, lo que se conoce como el Holocausto.
Fue el sionismo, movimiento político e intelectual de carácter internacional, quien propugnó la creación de un Estado independiente donde vivirían todos los judíos del mundo. Como fundadores de este movimiento, en el siglo XIX, figuran Moses Hess, Leo Pinsker y Theodor Herzl. En 1897, en el primer congreso del sionismo celebrado en Basilea, fue elegido como director del citado movimiento Theodor Herzl, periodista y abogado, nacido húngaro y de madre germana. Como consecuencia de la labor del movimiento sionista, en 1917, se produce la llamada Declaración Balfour, del ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, donde ya se hablaba de la posibilidad de creación de un «hogar nacional judío». En el citado documento no se tuvo en cuenta que, en Palestina, la mayoría de sus habitantes no eran judíos. A pesar de ello, y dada la influencia política y económica del movimiento sionista, la ONU aprobó en 1947 una resolución que preveía dos Estados: uno árabe y otro judío. En mayo de 1948, los representantes del judaísmo mundial proclamaron la Declaración de Independencia de Israel. Desde entonces, la lucha ha sido permanente. Los judíos, mejor organizados y armados, ocuparon la mayor parte del territorio, por lo que más de 750.000 palestinos, obligados a huir, se refugiaron en Cisjordania, Gaza u otros países.
En la llamada «guerra de los seis días» (1967), Israel ocupó Cisjordania, Gaza, el Golán sirio y el Sinaí. Hoy día, solo Egipto, mediante acuerdo de paz, ha recuperado el Sinaí.
En la actualidad Israel, con la extraordinaria ayuda de EEUU, se ha convertido en un próspero y poderoso Estado moderno, incluso con armamento nuclear, arma de destrucción masiva. El hasta ahora apoyo incondicional de EEUU a Israel ha alentado la política expansionista de colonización en los territorios ocupados y la intransigencia israelí. Su política actual de colonización y negación de los derechos políticos de la población árabe supone la existencia de un Estado judío con políticas de apartheid. Estas actuaciones están sembrando mucho odio. El horror que sentimos al pensar o ver imágenes sobre el llamado Holocausto o la matanza de civiles del 7 de Octubre, no puede nunca justificar la desproporcionada y deshumanizada respuesta militar al cruel hecho del pasado octubre: violaciones del Derecho Internacional, bombardeos indiscriminados, destrucción de centros hospitalarios, educativos, energéticos, viviendas e infraestructuras, así como el bloqueo deliberado de la ayuda humanitaria. Las acciones o críticas de la ONU, el Tribunal Internacional de Justicia o cualquier otro organismo, entidad o persona por estos hechos, son siempre rechazados, criticados o tachados de antisemitas, acusación muy temida en Estados Unidos. Ejemplo de lo anterior es la campaña contra las rectoras de las universidades de Harvard y Pensilvania, Claudin Gay y Liz Magill. Ambas tuvieron que dimitir por el simple hecho de permitir en el campus opiniones y criticas a Israel. No sabemos cómo terminará el conflicto, pero la única vía para la paz es la creación de un Estado viable, mantienen los citados profesores y una mayoría de países, además de la ONU. Los Estados Unidos, la Unión Europea y algunos
nd países árabes, sobretodo el primero como principal aliado de Israel en esta penosa y cruel historia de violencias, podrían financiar la creación del nuevo Estado de Palestina con un generoso programa de ayuda que permita a los dos pueblos vivir, vivir en paz. Se merecen tener un porvenir, ellos y sus descendientes.