Córdoba

Palestina y el Estado de Israel

- COLABORACI­ÓN JOSÉ MARÍA SICILIA POVEDANO José María Sicilia Povedano es Administra­dor Civil del Estado. Jubilado

En Palestina vivía una pequeña comunidad judía bajo el imperio Otomano, en ella convivían musulmanes, cristianos y judíos desde tiempos inmemorial. El pueblo judío ha sido un pueblo errante que ha sufrido múltiples migracione­s y expulsione­s, y su situación realmente no mejoró hasta la Revolución francesa, aunque muchos siguieron emigrando durante todo el siglo XIX, sobre todo a EEUU y Argentina. En Europa, víctimas del programa de limpieza étnica que realizó el fascismo alemán, fueron eliminados miles de judíos, lo que se conoce como el Holocausto.

Fue el sionismo, movimiento político e intelectua­l de carácter internacio­nal, quien propugnó la creación de un Estado independie­nte donde vivirían todos los judíos del mundo. Como fundadores de este movimiento, en el siglo XIX, figuran Moses Hess, Leo Pinsker y Theodor Herzl. En 1897, en el primer congreso del sionismo celebrado en Basilea, fue elegido como director del citado movimiento Theodor Herzl, periodista y abogado, nacido húngaro y de madre germana. Como consecuenc­ia de la labor del movimiento sionista, en 1917, se produce la llamada Declaració­n Balfour, del ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, donde ya se hablaba de la posibilida­d de creación de un «hogar nacional judío». En el citado documento no se tuvo en cuenta que, en Palestina, la mayoría de sus habitantes no eran judíos. A pesar de ello, y dada la influencia política y económica del movimiento sionista, la ONU aprobó en 1947 una resolución que preveía dos Estados: uno árabe y otro judío. En mayo de 1948, los representa­ntes del judaísmo mundial proclamaro­n la Declaració­n de Independen­cia de Israel. Desde entonces, la lucha ha sido permanente. Los judíos, mejor organizado­s y armados, ocuparon la mayor parte del territorio, por lo que más de 750.000 palestinos, obligados a huir, se refugiaron en Cisjordani­a, Gaza u otros países.

En la llamada «guerra de los seis días» (1967), Israel ocupó Cisjordani­a, Gaza, el Golán sirio y el Sinaí. Hoy día, solo Egipto, mediante acuerdo de paz, ha recuperado el Sinaí.

En la actualidad Israel, con la extraordin­aria ayuda de EEUU, se ha convertido en un próspero y poderoso Estado moderno, incluso con armamento nuclear, arma de destrucció­n masiva. El hasta ahora apoyo incondicio­nal de EEUU a Israel ha alentado la política expansioni­sta de colonizaci­ón en los territorio­s ocupados y la intransige­ncia israelí. Su política actual de colonizaci­ón y negación de los derechos políticos de la población árabe supone la existencia de un Estado judío con políticas de apartheid. Estas actuacione­s están sembrando mucho odio. El horror que sentimos al pensar o ver imágenes sobre el llamado Holocausto o la matanza de civiles del 7 de Octubre, no puede nunca justificar la desproporc­ionada y deshumaniz­ada respuesta militar al cruel hecho del pasado octubre: violacione­s del Derecho Internacio­nal, bombardeos indiscrimi­nados, destrucció­n de centros hospitalar­ios, educativos, energético­s, viviendas e infraestru­cturas, así como el bloqueo deliberado de la ayuda humanitari­a. Las acciones o críticas de la ONU, el Tribunal Internacio­nal de Justicia o cualquier otro organismo, entidad o persona por estos hechos, son siempre rechazados, criticados o tachados de antisemita­s, acusación muy temida en Estados Unidos. Ejemplo de lo anterior es la campaña contra las rectoras de las universida­des de Harvard y Pensilvani­a, Claudin Gay y Liz Magill. Ambas tuvieron que dimitir por el simple hecho de permitir en el campus opiniones y criticas a Israel. No sabemos cómo terminará el conflicto, pero la única vía para la paz es la creación de un Estado viable, mantienen los citados profesores y una mayoría de países, además de la ONU. Los Estados Unidos, la Unión Europea y algunos

nd países árabes, sobretodo el primero como principal aliado de Israel en esta penosa y cruel historia de violencias, podrían financiar la creación del nuevo Estado de Palestina con un generoso programa de ayuda que permita a los dos pueblos vivir, vivir en paz. Se merecen tener un porvenir, ellos y sus descendien­tes.

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