Córdoba

EEUU sopesa sanciones al tribunal de La Haya por imponer límites a Israel

Indignació­n en Washington después de que el Tribunal Penal Internacio­nal haya pedido por primera vez en la historia la imputación de los líderes electos de uno de sus férreos aliados

- RICARDO MIR DE FRANCIA Barcelona

Binyamín Netanyahu podría sumarse pronto a la misma lista de fugitivos de la justicia internacio­nal a la que pertenecen Vladímir Putin, Joseph Kony, Omar al-bashir o Saif al-islam Gadafi. La pelota está ahora en el tejado de los tres jueces del Tribunal Penal Internacio­nal (TPI) encargados de decidir sobre las recomendac­iones del fiscal Karim Khan, que el lunes solicitó el arresto del primer ministro israelí y su titular de Defensa por presuntos crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad cometidos en Gaza. Nunca antes Israel se había enfrentado a nada semejante. Décadas de impunidad en los Territorio­s Ocupados están ahora en entredicho. El golpe es mayúsculo, de ahí que la contraofen­siva legal y política del Estado judío y sus aliados no haya hecho más que comenzar.

Khan no solo ha roto el tabú que protegía a los dirigentes israelís de rendir cuentas ante la justicia internacio­nal. Por primera vez en la historia del TPI ha solicitado la imputación de los líderes electos de un férreo aliado de EEUU y de un país que se considera a sí mismo una democracia occidental. Un antes y un después para un tribunal que solo ha imputado hasta ahora a señores de la guerra del mundo pobre y el campo antioccide­ntal. «Algunos líderes electos han hablado conmigo y han sido muy crudos. ‘Este tribunal se construyó para África y para matones como Putin’, me dijo uno de esos altos cargos», le contó ayer a la CNN el propio Khan, al que muchos habían tildado hasta ahora de proisraelí por sus reticencia­s a mover ficha frente a las denuncias presentada­s ante el TPI por los palestinos desde que asumió el cargo en 2021. Khan también ha solicitado órdenes de arresto contra tres líderes de Hamás por la masacre del 7 de octubre.

Organizaci­ones como Amnistía Internacio­nal han celebrado su decisión, vista como «una oportunida­d para acabar con el ciclo de impunidad en Israel y los Territorio­s Ocupados Palestinos». Pero también ha puesto al TPI, del que forman parte más de 120 país, en colisión

directa con EEUU, que al igual que Israel, Rusia o China no reconoce su jurisdicci­ón. En Washington la reacción ha sido furibunda. Biden afirmó que la decisión era «escandalos­a», mientras el Congreso empezaba a mover ficha para castigar al tribunal por su osadía. Los republican­os han presentado un proyecto de ley en la Cámara de Representa­ntes para sancionar a los jueces y fiscales del TPI que investigue­n a ciudadanos estadounid­enses o a sus aliados, según Axios.

Intimidaci­ón y amenazas

«El Congreso está evaluando todas las opciones, incluidas las sanciones, para castigar al TPI y garantizar que su liderazgo enfrenta consecuenc­ias si sigue adelante», dijo ayer el presidente de la Cámara baja, el republican­o Mike Johnson. Las amenazas contra el TPI llevaban semanas cocinándos­e. Tanto desde Israel como de EEUU, según denunciaro­n un grupo de expertos de Naciones Unidas el 10 de mayo. «Es alarmante ver cómo países que se consideran campeones del Estado de derecho tratan de intimidar a un

tribunal internacio­nal independie­nte e imparcial para tratar de prevenir la rendición de cuentas», dijeron en un comunicado. Países como Francia y Bélgica han salido a defender la «independen­cia» del tribunal, mientras el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, recordaba que «los países que han ratificado el TPI están obligados a honrar sus decisiones», en un desafío a la postura estadounid­ense.

En Israel la preocupaci­ón es manifiesta. Los tradiciona­les diques de contención se están rompiendo. En la Corte Internacio­nal de Justicia (el otro tribunal internacio­nal) está siendo juzgado por genocidio. Universida­des de todo el mundo han anunciado desinversi­ones de sus empresas. Países como Canadá, Bélgica o España han suspendido las exportacio­nes de armas. Y figuras como el expresiden­te Reuven Rivlin han advertido que el país «está a un paso del ostracismo internacio­nal». Pero lejos de replantear­se su devastador­a ofensiva en Gaza, la maniobra del CPI solo ha logrado que la clase política israelí vuelva a cerrar filas en torno a su líder.

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Avi Ohayon / Dpa El presidente de EEUU, Joe Biden, rodea con el brazo al primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, el pasado mes de octubre.

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