«Joaquín ha sido un futbolista tocado por una vara divina»
Casi cuatro décadas en el club heliopolitano han dado a Tomás Calero Campos (Córdoba, 1960) una perspectiva privilegiada en una de las entidades más singulares del panorama futbolístico español
— Describa toda la experiencia de estos 35 años en el Betis en una frase.
— Mira, la frase que te puedo poner es «la ilusión hecha realidad». Yo era un chaval cordobés ilusionado con el deporte. Entonces, a raíz de una fractura de codo que tuve que casi me impide seguir jugando me di cuenta de que podía ayudar yo a los deportistas de alguna forma diferente que no fuese compitiendo. Decidí estudiar medicina en Córdoba y cuando acabé me fui a hacer la especialidad a Francia, porque no había la especialidad medicina deportiva todavía nuestro país. Estuve en París dos años, después volví, pero no encontré trabajo así que me fui a Montpellier. Fue entonces, mientras hacía el máster de traumatología del deporte, cuando me llamó el Betis de forma casual, porque yo había tenido una entrevista con un antiguo médico del Betis simplemente para conocer cómo era el mundo del fútbol. En el Betis se dieron una serie de circunstancias en las que algunos jugadores decidieron cambiar los servicios médicos y entonces se acordaron de mí y para allá que me fui.
— ¿Cuáles han sido los principales desafíos que ha enfrentado en su trabajo con los jugadores de fútbol?
— He convivido con 10 presidentes, 39 entrenadores y cerca de mil y pico jugadores de la primera plantilla. Momentos duros he pasado un millón y te estaría contando hasta pasado mañana, pero indudablemente el momento más duro para todos fue el fallecimiento de un jugador como Miki Roqué. El detectar la enfermedad y tener que decirle que no iba a poder volver a jugar al fútbol fue el momento más dramático de mi carrera. El médico del club es un gestor, tiene que conocer prácticamente todas las facetas porque si cojea de alguna va a sufrir. Un médico tiene que ser un gran comunicador, para trasladarle al entrenador y al cuerpo técnico las pautas a seguir para que vea que controla la situación. Lo peor en el mundo del fútbol es la indecisión. Como tú traslades algo de indecisión, pues al final se crean bastantes dudas y entonces no se iría por buen camino.
— ¿El mejor momento?
— El momento más emotivo que he vivido en mi vida fue salvar la vida a Miguel García en Salamanca,. El jugador se cayó desplomado por una muerte súbita y lo reanimamos en el terreno de juego. A partir de ahí siempre comento que tuvo otra trascendencia el uso del desfibrilador, y ya hubo conciencia a nivel nacional de que tenía que haber un desfibrilador en cualquier centro deportivo. Nosotros casi nunca estamos en la urgencia vital, trabajamos
con gente sana que sufre sus lesiones, pero nunca bajo un riesgo vital. La experiencia que viví allí fue tremenda y gracias a Dios salió bien.
— Gracias a ello se han salvado muchas vidas, como por ejemplo la de Gudelj aquí en Córdoba.
— Por desgracia, seguirán produciéndose estos casos porque no sabemos con seguridad cuáles son las causas que provocan la muerte en gente tan joven y deportista. Pero tenemos que estar preparados y sobre todo lo hay que estar tanto físicamente como con material, porque si no llega a ser por el desfibrilador no sabría yo decir qué futuro hubiera tenido el jugador.
— Llegó al Betis en la década de los 80. ¿Podría decirme cuál es la diferencia entre un jugador de los 80 y un jugador actual?
— Principalmente, el jugador que había a finales del 80 era técnicamente un poco mejor. Físicamente no tienen el recorrido que tiene el jugador actual, pero sobre todo a nivel técnico y de espontaneidad era mucho más bonita la forma de jugar de antes. Ahora está todo más
programado, ya no hay fútbol en la calle y la gente solamente juega en campos y en escuelas. Antiguamente, toda esa improvisación que salía del niño que jugaba en la calle se demostraba en el campo, ahora mismo se ha perdido esa improvisación de los jugadores. Sigue habiendo figuras y sigue habiendo genios, seguirán saliendo figuras y seguirá habiendo genios, pero cuando tú antiguamente ibas a un partido de fútbol cualquiera te podía hacer un regate en una loseta. Ahora es más fútbol de combinación y menos creatividad, antes la gente le echaba la pelota al extremo derecho y este se buscaba la vida para regatear a dos y centrar. Yo de vez en cuando añoro bastante el futbolista de ese calibre.
— Cuesta mencionar al Betis sin mencionar al Sevilla. ¿La presión que generan los derbis pueden afectar físicamente a los futbolistas?
— Yo creo que no. A nivel profesional indudablemente el pellizco en el estómago lo llevamos todos cuando se producen los derbis. Lo mismo lo llevaba yo durante más de 50 derbis que he vivido, como lo lleva el portero o como lo lleva el entrenador. La exigencia de esta ciudad es algo fuera de lo común. He vivido muchos derbis, pero te puedo asegurar que el dramatismo, la exigencia, la ilusión y el dolor que se produce con la ganancia o la pérdida de un derbi es tremenda. Para nosotros muchas veces ganar un derbi era salvar la temporada, y eso en derbis como el Real Madridatlético de Madrid no sucede, no creo que lo vivan con la misma intensidad con la que lo vivimos nosotros.
— ¿Quién ha sido el futbolista que en cuanto a capacidad física más te ha sorprendido?
— Ha habido futbolistas excepcionales que gracias a Dios he tenido la suerte de tener, pero por ejemplo un futbolista tocado por una vara divina, y eso lo sabemos todos, es Joaquín. Aparte de tener una connotación genética excepcional ha sabido cuidarse sobre todo en los últimos años. Su capacidad técnica le ha permitido, cuando ya su capacidad física había bajado un poco, seguir ayudando y aportando al equipo. Siempre ha tenido un nivel óptimo de profesionalismo y crea una especie de figura respecto a los compañeros muy positiva.
— Hay jugadores que marcan la diferencia ya no solo por el físico, sino también por el talento. ¿Ha trabajado con jugadores así en el Betis?
— Sé que son preguntas que gustan hacer para decir «este era un crack», pero después de tantos años son tantos que se van acumulando y cuando dices diez o doce no paras. He tenido jugadores talentosos que hacían cosas increíbles, pero también he tenido jugadores talentosos que parecía que se iban a comer el mundo, pero por falta de disciplina y no ser buenos profesionales se quedaron en el camino.
Lo peor del mundo del fútbol es la indecisión; si la transmites vas a crear muchas dudas
— Después de dejar el Betis ¿Cuáles son sus metas y proyectos ?
— Yo estoy trabajando en el Hospital Vithas por la mañana. Estoy en un nuevo servicio que se ha creado de una unidad cardio-metabólica donde trabajamos las recuperaciones del corazón y todo el sistema metabólico. Utilizamos nuevos experimentos para en la pérdida de peso y la prevención de enfermedades, un proyecto muy ilusionante. También estoy sobre todo con la selección femenina sub-23. También estamos muy ilusionados porque el día 10 de junio voy a presentar el libro que he escrito sobre mi experiencia en el vestuario del Betis, se llama «El médico del Betis: más de 30 años tomando el pulso del vestuario del Villamarín». Es un libro de anécdotas y vivencias donde cuento muchas historias desde mi perspectiva.