Córdoba

La Trinidad: Hoy, «onomástica de Dios»

Estamos llamados a realizarno­s en la apertura, en la relación, en el coloquio, en el encuentro con los demás

- Antonio Gil es sacerdote y periodista

Hoy celebramos cómo es Dios: la belleza y la bondad de su ser, del que deriva su obrar. Hoy contemplam­os el corazón de Dios, su realidad más profunda, que es la de ser unidad en la Trinidad, suma y profunda comunión de amor y de vida. La liturgia de la Iglesia nos ofrece hoy lo que bien podemos denominar «la onomástica de Dios», el domingo de la Santísima Trinidad. ¡Tres personas, pero Dios es uno! El papa Francisco nos detalla con precisión el hondo significad­o de este misterio:: «El Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espiritu Santo es Dios. Pero no son tres dioses sino un solo Dios en tres Personas. Es un misterio que nos ha revelado Jesucristo: la Santísima Trinidad. Hoy nos detenemos a celebrar este misterio, porque las Personas no son adjetivaci­ones de Dios: No. Son Personas, reales, distintas, diferentes, no son -como decía aquel filósofo- «emanacione­s de Dios»: ¡No, no! Son Personas. Está el Padre, al que rezo con el Padrenuest­ro; está el Hijo, que me ha dado la redención, la justificac­ión; está el Espiritu Santo, que habita en nosotros y habita en la Iglesia. Y este nos habla al corazón, porque lo encontramo­s encerrado en esa frase de san Juan que resume toda la revelación: «Dios es amor». El Padre es amor, el Hijo es amor, el Espiritu Santo es amor. Y en cuanto es amor, Dios, aunque es uno y único, no es soledad sino comunión, entre el Padre, el Hijo y el Espiritu Santo. Porque el amor es esencialme­nte don de sí mismo, y en su realidad originaria e infinita es Padre que se da generando al Hijo, y su amor mutuo es el Espiritu Santo. No es fácil entenderlo pero se puede vivir este misterio; todos nosotros; se puede vivir tanto». ¡Qué bien nos expone el Papa el misterio de la Santísima Trinidad! Y con qué palabras fáciles de entender y de iluminar mentes y corazones. Por ser hoy «su onomástica», los creyentes cristianos felicitamo­s a la Trinidad,

abriendo de par en par nuestras vidas a sus más bellos destellos. Tener un Dios así no nos puede dejar indiferent­es a los que hemos sido creados a su imagen y semejanza. Estamos llamados a realizarno­s en la apertura, en la relación, en el coloquio, en el encuentro con los demás. El cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, nos dice que «Dios es comunicaci­ón y donación» y que «hoy celebramos la fiesta de «cómo es Dos» y «cómo nos incorpora a su movimiento de comunión y fraternida­d. Es una oportunida­d para vivir inmersos en esta corriente de un Dios que nos busca y cuenta con nosotros. Asomarnos a la Trinidad es ver que Dios es diálogo y abajamient­o, lo que nos lleva a compromete­rnos a ser a la manera de Dios, en movimiento de entrega para tomar partido por la justicia y el amor».

Junto al paisaje infinito de la Trinidad, un mundo alborotado y sangriento, y una sociedad que ya no piensa, porque lo que se lleva ahora en palabras de la periodista Olga Ruiz, directora de Telva, «es sentir y expresarte, y mejor si es en X Twitter, con la sensación de que todo lo que ocurre es un completo disparate con tintes de Telenovela». El «iliberalis­mo» ha hecho su aparición, con su arma poderosa de crear «miedos y amordazar conciencia­s». La habilidad de los embaucador­es reside en cómo son capaces de ver quién va a ser susceptibl­e de tragase el anzuelo de sus delirios. La falta absoluta de escrúpulos y compasión, el martilleo constante de los mismos mensajes, contrastan con la silueta de un Dios que se nos ofrece hoy como el mejor Amigo del ser humano, que sólo busca nuestro bien y solo se opone a lo que nos hace daño.

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PARA TI, PARA MÍ ANTONIO GIL

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