Los políticos y los ‘ influencers’
Los nuevos canales de información surgidos con internet están cambiando la forma de hacer política. Uno de los últimos en sucumbir a la estrategia de sus asesores ha sido Alberto Núñez Feijóo, que dio una entrevista a un influencer en un pódcast por el que ya han pasado Santiago Abascal y Alvise Pérez. La estrategia del presidente del PP es acercarse a los jóvenes que se informan fundamentalmente a través de redes sociales y votan en consonancia con sus referentes mediáticos. Siguen recientes los 800.000 votos que el candidato de Se Acabó La Fiesta logró en las elecciones europeas sin tener otro altavoz que las aplicaciones de los móviles que acumulan pulgares hacia arriba y miles de reproducciones. También lo hizo Pedro Sánchez en las últimas generales cuando se vio con otros podcasters y salió más que airoso de aquella charla informal. Es inevitable que eso ocurra e incluso deseable que distintas generaciones se encuentren mediante la tecnología.
Este proceso de adaptación a los nuevos canales no es fácil para los políticos, especialmente los más veteranos que saben que su victoria depende cada vez más de captar el voto de los menores de 25 años. Este grupo ha recuperado su papel capital en el debate político y el reto para todos es seducirlo. Hasta ahora ha sido la derecha la que ha cogido ventaja manejando mejor el actual lenguaje audiovisual en pequeño formato y ha conseguido atraparles con sus mensajes breves, directos y antisistema. Conscientes del éxito, estos partidos han centrado gran parte de su estrategia mediática en inundar las redes sociales de contenidos vacíos pero abundantes aprovechándose del algoritmo. Con frecuencia los discursos pierden sesudez y rigor en favor de la superficialidad inmediata adoleciendo de la falta del más mínimo componente reflexivo que cualquier intervención de un cargo público debería contener. Importa estar presente de cualquier forma sin mayor aspiración que el público lo vea y lo comparta. Da igual dónde, haciendo qué y diciendo nada. Cuantas más interacciones mejor, aunque el poso que deje sea insignificante y provoque más risas que admiración.
El márquetin ha eclipsado las instituciones hasta el punto de ensombrecer el sentido originario de la política. Tanta palabrería impide escuchar a los pocos que siguen intentando teorizar y hacer pedagogía. En estos tiempos de puro tacticismo, las propias formaciones políticas saben que un candidato sin repercusión mediática ni impacto social no cubica. Lo que acaba dando resultado es el ruido, la extravagancia y la imprudencia. Probablemente sea más visible todavía en las próximas elecciones, y nadie sabe en estos tiempos cuándo un giro de guion puede abocarnos a las siguientes.
La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.