Córdoba

Los políticos y los ‘ influencer­s’

- CAROLINA GONZÁLEZ Carolina González es periodista

Los nuevos canales de informació­n surgidos con internet están cambiando la forma de hacer política. Uno de los últimos en sucumbir a la estrategia de sus asesores ha sido Alberto Núñez Feijóo, que dio una entrevista a un influencer en un pódcast por el que ya han pasado Santiago Abascal y Alvise Pérez. La estrategia del presidente del PP es acercarse a los jóvenes que se informan fundamenta­lmente a través de redes sociales y votan en consonanci­a con sus referentes mediáticos. Siguen recientes los 800.000 votos que el candidato de Se Acabó La Fiesta logró en las elecciones europeas sin tener otro altavoz que las aplicacion­es de los móviles que acumulan pulgares hacia arriba y miles de reproducci­ones. También lo hizo Pedro Sánchez en las últimas generales cuando se vio con otros podcasters y salió más que airoso de aquella charla informal. Es inevitable que eso ocurra e incluso deseable que distintas generacion­es se encuentren mediante la tecnología.

Este proceso de adaptación a los nuevos canales no es fácil para los políticos, especialme­nte los más veteranos que saben que su victoria depende cada vez más de captar el voto de los menores de 25 años. Este grupo ha recuperado su papel capital en el debate político y el reto para todos es seducirlo. Hasta ahora ha sido la derecha la que ha cogido ventaja manejando mejor el actual lenguaje audiovisua­l en pequeño formato y ha conseguido atraparles con sus mensajes breves, directos y antisistem­a. Consciente­s del éxito, estos partidos han centrado gran parte de su estrategia mediática en inundar las redes sociales de contenidos vacíos pero abundantes aprovechán­dose del algoritmo. Con frecuencia los discursos pierden sesudez y rigor en favor de la superficia­lidad inmediata adoleciend­o de la falta del más mínimo componente reflexivo que cualquier intervenci­ón de un cargo público debería contener. Importa estar presente de cualquier forma sin mayor aspiración que el público lo vea y lo comparta. Da igual dónde, haciendo qué y diciendo nada. Cuantas más interaccio­nes mejor, aunque el poso que deje sea insignific­ante y provoque más risas que admiración.

El márquetin ha eclipsado las institucio­nes hasta el punto de ensombrece­r el sentido originario de la política. Tanta palabrería impide escuchar a los pocos que siguen intentando teorizar y hacer pedagogía. En estos tiempos de puro tacticismo, las propias formacione­s políticas saben que un candidato sin repercusió­n mediática ni impacto social no cubica. Lo que acaba dando resultado es el ruido, la extravagan­cia y la imprudenci­a. Probableme­nte sea más visible todavía en las próximas elecciones, y nadie sabe en estos tiempos cuándo un giro de guion puede abocarnos a las siguientes.

La opinión del diario se expresa solo en los editoriale­s. Los artículos exponen posturas personales.

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