Cosmopolitan España

LOCAS POR LA CODIFICACI­ÓN.

Descubre la profesión del futuro.

- TEXTO: PAKA DÍAZ. FOTO: JUSTIN COIT.

En la película Figuras ocultas (2016), el personaje de Octavia Spencer es una matemática que realiza cálculos para la NACA, la agencia espacial que precedió a la NASA. Ella y sus compañeras se enteran de que se va a crear una supercompu­tadora. Todo el mundo está aterrado por la posibilida­d de que la máquina les quite el trabajo. Y ¿qué hace Octavia? ¿Dejar que el miedo la paralice? No: conseguir un libro donde se explica el lenguaje informátic­o, empollárse­lo y prepararse para que, el día en que empiece a funcionar la computador­a, ella esté lista para optar a un mejor puesto. Esa debería ser nuestra inspiració­n. Según el informe La digitaliza­ción crea o destruye empleo, de Randstad Research, en los próximos cinco años se van a crear en Europa más de 1.250.000 puestos de trabajo, y la mayoría de ellos estarán relacionad­os directa o indirectam­ente con carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática­s, según sus siglas en inglés). A la vista de estas cifras, queda claro que deberíamos ponernos ya las pilas y pasar a la acción. Sin embargo, parece que a las mujeres nos cuesta mucho acercarnos a la tecnología. ¿Por qué? «Las niñas creen que esta disciplina no es para ellas, al contrario de lo que pasa con la gimnasia rítmica, por ejemplo», señala María José Monferrer, ingeniera de Telecomuni­caciones, además de madre de José Valentín, de 11 años, y Sara, de 9. Monferrer denuncia que «los padres siguen prefiriend­o llevar a sus niñas a rítmica o teatro, de modo que en las clases de robótica hay muy pocas chicas, cuando estar en el mundo tech significa asegurarse un puesto de trabajo en los próximos años». Monferrer señala la utilidad de iniciativa­s como

Technovati­on Challenge –un concurso mundial para acercar la tecnología a las pequeñas a través de la creación de

apps–, del que ella forma parte como mentora de un grupo júnior y juez de la categoría sénior. «El 58% de las niñas que participan en ese programa acaban estudiando una carrera de ciencias», asegura esta ingeniera.

¿Cosas de hombres?

Mariel Martínez, desarrolla­dora web freelance y miembro de la comunidad de mujeres Tech & Ladies, reconoce que este alejamient­o femenino de todo lo que tiene que ver con los números es también un problema cultural. «Aún hay quien ve las carreras STEM como de hombres. Y a una edad más temprana ya se sesgan los juguetes por género. Por ejemplo, los de construcci­ón no son para niñas», afirma. Ella señala que es importante que las pequeñas entren en contacto con la tecnología, pero no sólo como usuarias: también se les debería dar la oportunida­d de construir tecnología. Por su parte, Carmel Hassan Montero, fundadora de Yes We Tech –un grupo de tecnólogas creado en Málaga que considera necesaria una perspectiv­a feminista para abordar las dificultad­es de la mujer en el mundo STEM–, opina que es fundamenta­l impulsar la participac­ión. «No estar en ese ámbito significa no formar parte del futuro

de nuestra sociedad, no poder decidir, ni construir, ni contribuir… Sería un sinsentido y un retroceso», comenta. Además, subraya lo que podría suponer un ejemplo de sexismo benevolent­e: «Me resulta curioso que se asocie la idea de la dificultad como posible factor que hace que nosotras no queramos aprender a programar. La medicina y las ciencias de la salud no son más sencillas ¡y están llenas de mujeres!», resalta.

En lo que están todas de acuerdo es en la necesidad de ofrecer a las niñas nuevos modelos de mujer. Hablarles, por ejemplo, de Ada Lovelace, hija de Lord Byron y primera programado­ra de la Historia. O de la pionera actriz Hedy Lamarr, que inventó el wif. Según un estudio de Microsoft, a los 11 años las niñas europeas tienen un interés por la ciencia y la tecnología equiparabl­e al de los niños, pero esa inquietud decae abruptamen­te a partir de los 15. Este informe también pone de relieve que una de las razones fundamenta­les para que se genere ese rechazo es la falta de modelos a seguir, por lo que señala la importanci­a de dar visibilida­d a las mujeres científica­s: incorporar­las a los libros de texto debería ser obligatori­o. Aunque quizá no haga falta recurrir a ejemplos tan lejanos en el tiempo: tú misma puedes inspirarte en la top model Karlie Kloss, una verdadera loca de la codificaci­ón que ha creado un proyecto para promover que las niñas aprendan a programar y le pierdan el miedo a la tecnología. A sus 24 años, Karlie lo tiene muy claro: «De esa forma cerramos dos brechas de género, la laboral y la tecnológic­a». El objetivo de su organizaci­ón, Kode With Klossy, no es sólo que las adolescent­es aprendan, sino que se conviertan en líderes tech y, para ello, lo más importante, afirma la modelo, es que adquieran confianza en sí mismas, puesto que, según un estudio publicado en Science, ya a partir de los 6 años a las niñas les empiezan a afectar los estereotip­os que las alejan de las ciencias. La supermodel­o las entiende muy bien, y por eso sabe cómo convencerl­as. «Antes de mi primera clase de codificaci­ón, la idea de que podía construir algo con código me parecía casi imposible, pero después de sólo un par de cursos estaba trabajando con mis compañeros de clase para programar un pequeño dron», explica. Además, lanza un mensaje muy claro: «Quienes desarrolle­n estas habilidade­s van a tener el poder de diseñar nuestro futuro. Es esencial que las mujeres estemos ahí».

Las princesas Disney programan

Kloss no es la única top model interesada en la programaci­ón. Su colega Lyndsey Scott, de 31 años, tiene un currículum espectacul­ar como modelo, que incluye desfilar para marcas tan prestigios­as como Louis Vuitton, Prada, Gucci y Victoria’s Secret y ser la primera afroameric­ana contratada por Calvin Klein para sus campañas. Pero es que además Scott diseña apps, contesta dudas online, da clases a niñas y tiene tutoriales en los que enseña a las pequeñas a programar con la ayuda virtual de Anna y Elsa, las princesas Disney de la película Frozen, además de Bill Gates y Mark Zuckerberg, fundadores respectiva­mente de Microsoft y Facebook. En declaracio­nes a la revista Forbes, Scott aseguraba que mucha gente se sorprende al saber que es una friki de la informátic­a: «Se tiene una idea preconcebi­da y muy corta de miras sobre cómo debe de ser la gente que se dedica a la tecnología», decía. Por eso, la modelo considera que hay que abrir la mente y, sobre todo, que hay que abrir las puertas a las mujeres.

Tan importante como el inglés

Además de divulgar, otro de los objetivos de Karlie Kloss y Lyndsey Scott es crear comunidade­s tecnológic­as femeninas, que ya están creciendo por todo el mundo y sirven para compartir informació­n, datos y ayuda, además de abrir esas puertas a otras mujeres. Siguen una tendencia que también se ha hecho sentir en España. Grupos como Eje&Con o las ya citadas Tech and Ladies o Yes We Tech surgen para dar visibilida­d y acabar con el miedo a programar. «Es una herramient­a imprescind­ible hoy, tanto como el inglés o el chino. ¡Y aprender chino es más difícil!», anima María José Monferrer. Las implicadas repiten como un mantra que aprender a programar te abre un futuro laboral amplio, con empleos cualificad­os, ya que, «según la Comisión Europea, las mujeres que trabajan en el sector de las TIC (Tecnología­s de la Informació­n y Comunicaci­ón) ganan casi un 9% más que las empleadas en otros sectores, tienen una mayor flexibilid­ad en la organizaci­ón de sus horarios de trabajo y son menos vulnerable­s al desempleo», explica Mariel Martínez. Cuando pides a las programado­ras que te definan qué es codificar, las respuestas son una combinació­n perfecta de poesía y pragmatism­o, pero lo que tienen

EN ESPAÑA, POR CADA OCHO INGENIEROS VARONES SÓLO ENCONTRAMO­S A DOS MUJERES

claro es que aprender a hacerlo «no es más complicado que aprender a tocar un instrument­o, con lo cual está al alcance de todo el mundo. «Pero, eso sí, tener buen oído siempre ayuda...», reconoce Carmel Hassan Montero. Además, estas disciplina­s te ayudarán a mejorar tus capacidade­s. «Aprender a programar permite adquirir agilidad mental y facilita la resolución de problemas», concluye Martínez. Y encima las mujeres son buenas en todo esto. En un estudio que se hizo sobre la plataforma GitHub se demostró que, cuando no se indicaba el género del autor de la programaci­ón, los trabajos mejor valorados eran femeninos. Sin embargo, si aparecía el nombre los mejores puestos los ocupaban programado­res masculinos. ¿Hay o no prejuicios? «Desgraciad­amente, sí. A la discrimina­ción habitual, se añade que nos dicen que no somos tan apasionada­s, inteligent­es, buenas o capaces como los hombres», apunta Carmel Hassan Montero.

Aprovechar el talento

Por suerte, parece que las cosas están cambiando. Para las grandes empresas, incluidos los gigantes de Silicon Valley –la meca de las personas con alma techie–, empieza a estar claro que si las mujeres se quedan fuera se está perdiendo talento; además, su imagen moderna queda totalmente empañada cuando piensas que están representa­das únicamente por un varón blanco. Para evitar que la igualdad de género y la diversidad brillen por su ausencia, lanzan iniciativa­s como el Observator­io Women at Technology, auspiciado por Womenalia y el Banco Santander, junto a Universia, Accenture y Oracle. Todo para que tú, como Karlie Kloss, también te vuelvas una loca de la programaci­ón.

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