LOS EFECTOS SECUNDARIOS DEL AMOR.
CON EL FLECHAZO LLEGAN LA EUFORIA, LAS TAQUICARDIAS, LA PÉRDIDA DE APETITO... PERO NO TODAS EXPERIMENTAMOS LOS MISMOS SÍNTOMAS. ¿SABES DE QUÉ DEPENDE? PUES NI MÁS NI MENOS QUE DE LA QUÍMICA.
Son parte de la química. ¡Identifícalos!
Qué maravilla estar enamorada! Esas mariposas en el estómago, ese flotar sobre el suelo, ese vivir en la inopia y esas noches mágicas de sexo… Normal que estemos deseando pillarnos por alguien y no bajarnos jamás del subidón de emoción, placer y expectativas que nos produce. Sin embargo, la ciencia tiene razones que nuestro corazón, y sobre todo las películas, no entienden. En otras palabras: los efectos especiales del enamoramiento que nosotras consideramos extraordinarios se derivan en realidad de la estimulación de ciertas sustancias cerebrales llamadas neurotransmisores neuronales. Ni magia ni destino ni compatibilidad espiritual: es sólo química.
La ciencia del enamoramiento
Todo son ventajas, sobre todo si aparcamos los clichés y entendemos las razones científicas. Porque los cuentos de hadas suelen trasladarnos una experiencia estereotipada que, muchas veces, resulta difícil encajar. ¿Y si no notamos las dichosas mariposas ni se nos acelera el corazón ni se nos olvida comer? ¿Qué queda? Pues frustración, muchísima frustración e incluso la sospecha de que no estamos enamoradas de verdad. No caigas en ese error: las emociones que sentimos al comenzar una relación varían casi tanto como las personas.
¿Cuánto tiempo dura esta fase?
Acudimos a los expertos de la Escuela Neurocientífica del Amor (escuelaneurocientifica delamor.com) para entender cómo funciona la mecánica. Miquel Iglesias, su fundador y autor del libro La fórmula del amor (ed. Plataforma Actual) junto a Natalia Urdinguio, da la primera clave: la fase álgida en la que podemos sucumbir a un éxtasis de felicidad dura de tres a seis meses. No más.
LA FASE ÁLGIDA DEL ENAMORAMIENTO DURA ENTRE TRES Y SEIS MESES, PERO NO MÁS
NI MAGIA NI COMPATIBILIDAD: EL CEREBRO ES QUIEN MARCA LA ACTIVIDAD DEL ‘CORAZÓN’ CON EL TIEMPO APARECE EL SENTIMIENTO MÁS AUTÉNTICO Y LA CONEXIÓN
La culpa es de la dopamina
El cerebro es el responsable de enviar al organismo unos compuestos llamados neurotransmisores, que luego se combinan y configuran los circuitos neuronales. La dopamina es uno de ellos y corre que se las pela en la primera fase del enamoramiento. «Nuestra personalidad tiene que ver con la cantidad que tenemos de estas sustancias mágicas», explica Iglesias, máster en Neurociencias.
Fuegos artifciales
La dopamina provoca los acelerones cardíacos, que tengamos el estómago en un puño ante la perspectiva de una cita, el entusiasmo… Y este neurotransmisor produce también una mayor concentración, creatividad y determinación: ¡nos sentimos capaces de todo! Tal es su poder, que el cerebro activa esta sustancia para hacer frente a molestias físicas, ya que estar con el ser amado puede aplacar cualquier dolor. Otra cosa son las ensoñaciones y despistes que acompañan este momento y que tienen más que ver con personalidades tendentes a dejar volar su imaginación que con la química cerebral. El estado es de subidón y no tanto de letargo.
¿Y si no siento nada de eso?
¡No pasa nada, es normal! Los síntomas dependen de la dopamina que tiene de partida cada cerebro. Los más dotados percibirán sus efectos a lo grande, mientras que aquellos con bajo nivel vivirán una sensación menos intensa. Pero, cuidado, el sentimiento no será descafeinado en absoluto. ¡Qué desastre si dejamos a alguien sólo porque no notamos un terremoto!
¿Qué personalidad es la tuya?
Miquel Iglesias establece varios tipos de personalidad en función del equipamiento neuronal: las exploradoras son creativas y optimistas, tienen niveles altos de esta sustancia y viven romances de libro: con todo incluido. «Su mente es impulsiva», explica el experto. El resto de los perfiles pueden no sentir todas las emociones con la misma intensidad.
Ni tanto ni tan poco
Otros neurotransmisores que pueden determinar el comportamiento son la serotonina, en personalidades constructoras, que son calmadas, respetuosas, y con tendencia a la lealtad; la testosterona, responsable de las directoras, proclives al debate y que no se dejan arrastrar por las emociones, y los estrógenos que forman las llamadas negociadoras, expresivas, y con una gran imaginación. Ninguna es mejor o peor que otra: sólo está adaptada a la química de cada persona.
Lo mejor viene después
Lo más importante para Miquel Iglesias es cuando empieza el amor-amor, que surge una vez que la dopamina pasa a segundo plano y la oxitocina entra en juego. En este momento se inicia el proceso de apego, con otros efectos secundarios, tremendamente románticos: el acompasamiento de los latidos, la risa y hasta de los pasos al caminar. El abrazo de la persona amada nos quita nervios y estrés. Y la íntima conexión y la ternura que nos invade puede llegar a hacernos cambiar el tono de voz, a aniñarlo. Pero, sobre todo, aumenta la autoestima. Ese es el verdadero subidón.