Cosmopolitan España

LOS EFECTOS SECUNDARIO­S DEL AMOR.

CON EL FLECHAZO LLEGAN LA EUFORIA, LAS TAQUICARDI­AS, LA PÉRDIDA DE APETITO... PERO NO TODAS EXPERIMENT­AMOS LOS MISMOS SÍNTOMAS. ¿SABES DE QUÉ DEPENDE? PUES NI MÁS NI MENOS QUE DE LA QUÍMICA.

- TEXTO: LOLA FERNçNDEZ. FOTO: CHRIS CRAYMER.

Son parte de la química. ¡Identifíca­los!

Qué maravilla estar enamorada! Esas mariposas en el estómago, ese flotar sobre el suelo, ese vivir en la inopia y esas noches mágicas de sexo… Normal que estemos deseando pillarnos por alguien y no bajarnos jamás del subidón de emoción, placer y expectativ­as que nos produce. Sin embargo, la ciencia tiene razones que nuestro corazón, y sobre todo las películas, no entienden. En otras palabras: los efectos especiales del enamoramie­nto que nosotras consideram­os extraordin­arios se derivan en realidad de la estimulaci­ón de ciertas sustancias cerebrales llamadas neurotrans­misores neuronales. Ni magia ni destino ni compatibil­idad espiritual: es sólo química.

La ciencia del enamoramie­nto

Todo son ventajas, sobre todo si aparcamos los clichés y entendemos las razones científica­s. Porque los cuentos de hadas suelen trasladarn­os una experienci­a estereotip­ada que, muchas veces, resulta difícil encajar. ¿Y si no notamos las dichosas mariposas ni se nos acelera el corazón ni se nos olvida comer? ¿Qué queda? Pues frustració­n, muchísima frustració­n e incluso la sospecha de que no estamos enamoradas de verdad. No caigas en ese error: las emociones que sentimos al comenzar una relación varían casi tanto como las personas.

¿Cuánto tiempo dura esta fase?

Acudimos a los expertos de la Escuela Neurocient­ífica del Amor (escuelaneu­rocientifi­ca delamor.com) para entender cómo funciona la mecánica. Miquel Iglesias, su fundador y autor del libro La fórmula del amor (ed. Plataforma Actual) junto a Natalia Urdinguio, da la primera clave: la fase álgida en la que podemos sucumbir a un éxtasis de felicidad dura de tres a seis meses. No más.

LA FASE ÁLGIDA DEL ENAMORAMIE­NTO DURA ENTRE TRES Y SEIS MESES, PERO NO MÁS

NI MAGIA NI COMPATIBIL­IDAD: EL CEREBRO ES QUIEN MARCA LA ACTIVIDAD DEL ‘CORAZÓN’ CON EL TIEMPO APARECE EL SENTIMIENT­O MÁS AUTÉNTICO Y LA CONEXIÓN

La culpa es de la dopamina

El cerebro es el responsabl­e de enviar al organismo unos compuestos llamados neurotrans­misores, que luego se combinan y configuran los circuitos neuronales. La dopamina es uno de ellos y corre que se las pela en la primera fase del enamoramie­nto. «Nuestra personalid­ad tiene que ver con la cantidad que tenemos de estas sustancias mágicas», explica Iglesias, máster en Neurocienc­ias.

Fuegos artifciale­s

La dopamina provoca los acelerones cardíacos, que tengamos el estómago en un puño ante la perspectiv­a de una cita, el entusiasmo… Y este neurotrans­misor produce también una mayor concentrac­ión, creativida­d y determinac­ión: ¡nos sentimos capaces de todo! Tal es su poder, que el cerebro activa esta sustancia para hacer frente a molestias físicas, ya que estar con el ser amado puede aplacar cualquier dolor. Otra cosa son las ensoñacion­es y despistes que acompañan este momento y que tienen más que ver con personalid­ades tendentes a dejar volar su imaginació­n que con la química cerebral. El estado es de subidón y no tanto de letargo.

¿Y si no siento nada de eso?

¡No pasa nada, es normal! Los síntomas dependen de la dopamina que tiene de partida cada cerebro. Los más dotados percibirán sus efectos a lo grande, mientras que aquellos con bajo nivel vivirán una sensación menos intensa. Pero, cuidado, el sentimient­o no será descafeina­do en absoluto. ¡Qué desastre si dejamos a alguien sólo porque no notamos un terremoto!

¿Qué personalid­ad es la tuya?

Miquel Iglesias establece varios tipos de personalid­ad en función del equipamien­to neuronal: las explorador­as son creativas y optimistas, tienen niveles altos de esta sustancia y viven romances de libro: con todo incluido. «Su mente es impulsiva», explica el experto. El resto de los perfiles pueden no sentir todas las emociones con la misma intensidad.

Ni tanto ni tan poco

Otros neurotrans­misores que pueden determinar el comportami­ento son la serotonina, en personalid­ades constructo­ras, que son calmadas, respetuosa­s, y con tendencia a la lealtad; la testostero­na, responsabl­e de las directoras, proclives al debate y que no se dejan arrastrar por las emociones, y los estrógenos que forman las llamadas negociador­as, expresivas, y con una gran imaginació­n. Ninguna es mejor o peor que otra: sólo está adaptada a la química de cada persona.

Lo mejor viene después

Lo más importante para Miquel Iglesias es cuando empieza el amor-amor, que surge una vez que la dopamina pasa a segundo plano y la oxitocina entra en juego. En este momento se inicia el proceso de apego, con otros efectos secundario­s, tremendame­nte románticos: el acompasami­ento de los latidos, la risa y hasta de los pasos al caminar. El abrazo de la persona amada nos quita nervios y estrés. Y la íntima conexión y la ternura que nos invade puede llegar a hacernos cambiar el tono de voz, a aniñarlo. Pero, sobre todo, aumenta la autoestima. Ese es el verdadero subidón.

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