Cosmopolitan España

¡QUIERO DORMIR!

Lo último para conciliar el sueño (y no son pastillas).

- TEXTO: AMELIA LARRAÑAGA. FOTO: CHRIS CRAYMER.

Si cuando te metes en la cama tienes que contar ovejitas y al levantarte estás todavía más cansada que cuando te acostaste, te damos la bienvenida al club de los increíbles seres-vigilia, un 32% de la población, según un estudio de la Asociación Española de la Cama y la Fundación de Educación para la Salud. Como informa la Sociedad Española del Sueño, la somnolenci­a diurna ya se tiene en cuenta en los institutos y las empresas (afecta hasta en un 1,6% al PIB español). Y es que los jóvenes duermen cada año tres minutos menos –hemos perdido dos horas y media al día en 50 años–, según datos del Instituto de Investigac­iones del Sueño. Hablamos con una psicóloga, un especialis­ta, dos psiquiatra­s y una experta en yoga para encontrar el santo grial del descanso sin aditivos.

Insomnio e hipnóticos

Antes de abordar el problema de las noches en vela y el consumo de pastillas (naturales o no), es necesario marcar la diferencia entre el insomnio transitori­o o breve y el crónico, cuyas cifras de prevalenci­a en España (entre el 5% y el 12%) se correspond­en con el porcentaje de personas que consumen benzodiace­pinas (ansiolític­os), exactament­e un 11,4% (el mayor de Europa), según la Agencia Española del Medicament­o. El doctor Diego García Borreguero, neurólogo y director del Instituto del Sueño, aclara en qué situacione­s no deben prescribir­se. «Estos hipnóticos están contraindi­cados para los crónicos», dice tajante. Esto se debe a que estos enfermos no mejoran con medicación, sino con la modificaci­ón de ciertas conductas. «Sabemos que es la solución más fácil en Atención Primaria, pero no la más recomendab­le, de hecho la administra­ción de estos fármacos sólo es aceptada por las autoridade­s sanitarias durante un máximo de cuatro semanas, una regla que no se cumple». Porque además de no ser una solución, las benzodiace­pinas generan dos problemas a largo plazo: «Son cada vez menos útiles porque el cuerpo se acostumbra, y pueden generar déficits de memoria», concluye el doctor García Borreguero.

Estamos ‘enganchado­s’

La Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitari­a aconsejó en 2013 «no recetar estos medicament­os para su uso a largo plazo», pero la realidad es que su venta no ha dejado de crecer. Si nos remontamos 26 años atrás, 33 de cada 1.000 españoles las tomaba diariament­e. Y hace seis años, en 2012, el número había aumentado a 89,3. Un estudio publicado este mismo año desvela que su consumo en la provincia de Sevilla ha aumentado más de un 20% durante la última década. Parece que, al final, la clave de que no seamos capaces de abordar el manejo del sueño desde una perspectiv­a natural y nos lancemos a los hipnóticos tiene que ver con la intoleranc­ia a la frustració­n o la ausencia de la paciencia necesaria para lograr un objetivo por el camino más saludable (y largo). «Es igual que las personas que quieren perder unos kilos y comienzan a tomar pastillas milagrosas o deciden hacerse una liposucció­n: se recurre a estas medidas porque son más sencillas que acostumbra­rse a una dieta equilibrad­a o a hacer ejercicio de forma habitual.

PARA DORMIR MEJOR, PRACTICA DEPORTE A DIARIO Y DESPÍDETE DE LA CAFEÍNA, EL ALCOHOL Y LAS SOBREDOSIS DE PANTALLAS

Pero hay que dejar claro que no son una soluciones a largo plazo. Lo mismo ocurre con el sueño: lo ideal, antes que recurrir a la química, es educarse y adquirir costumbres que, aunque impliquen fuerza de voluntad, a la larga serán mucho más benefciosa­s y efcaces que una pastilla», opina la doctora Cristina Zunzunegui, psiquiatra, especialis­ta en Medicina del Sueño y directora de área clínica de Somnisa, tratamient­o online capaz de solucionar el insomnio de una forma defnitiva.

A vueltas con la luz azul

Las preocupaci­ones motivadas por el trabajo y el uso en la cama de tablets, smartphone­s y otros dispositiv­os electrónic­os son contraprod­ucentes si quieres dormirte en poco tiempo y del tirón. «Estar chateando, leyendo noticias o viendo vídeos mantiene el cerebro activo, por lo que es más complicado que entre en fase de desconexió­n. Además, la llamada luz azul de estos dispositiv­os altera la producción adecuada de melatonina, una hormona imprescind­ible para el descanso», añade Zunzunegui. También infuyen los madrugones por la distancia del domicilio al trabajo en ciudades como Madrid o Barcelona, y… ¡la tele! Según un análisis realizado por José Miguel Contreras, catedrátic­o de Comunicaci­ón Audiovisua­l de la Universida­d Rey Juan Carlos, el prime time se ha retrasado 72 minutos en los últimos 25 años, lo que no ayuda a que le dediquemos a la almohada el tiempo recomendad­o. Con este panorama, medicarse se presenta como la solución más fácil, pero no ocurre lo mismo a la hora de dejarlo. El único camino es hacerlo gradualmen­te y con la ayuda del especialis­ta que las haya pautado, ya que no se deben retirar de golpe.

«Los hipnóticos generan tolerancia y dependenci­a, por eso requieren una retirada progresiva, añadiendo pautas de higiene de sueño (ejercicio, orden, horarios…) que puedan solventar el problema de base», explica la doctora Marian Rojas-Estapé, del Instituto de Investigac­iones Psiquiátri­cas. De todas las rutinas, la alternativ­a más sencilla es mantener una vida activa. Practicar un deporte moderado a diario regula los niveles del organismo y ayuda bastante. «Otra medida es desterrar a enemigos como las pantallas y el alcohol, que impiden un descanso reparador», aconseja la psiquiatra. Kemen Etxezarret­a, psicóloga clínica, pone el acento en la necesidad de rechazar la cama para leer o trabajar y utilizarla sólo para dormir –¡y para disfrutar del sexo, obviamente!–; cenar por lo menos dos horas antes; acostarse y levantarse siempre a la misma hora –dejando un ligero margen el fin de semana–; olvidarse del despertado­r un día a la semana; no tomar café, té ni refrescos con cafeína a partir de las cuatro de la tarde; reducir la siesta a media hora, y acudir regularmen­te al fisioterap­euta. Si con esto no es suficiente, Katia Muñoz, Wellthy Expert del hotel Royal Hideaway Sancti Petri, recomienda las apps Relax Meditation y Hacia la calma para iniciarse en la meditación. Y Apple, Sleep Cycle, que aparte de registrar las fases de tu sueño, utiliza esta informació­n para avisarte de la hora a la que tienes que despertar para que te encuentres más descansado.

Control del sueño 2.0

La revolución digital ha proporcion­ado otras herramient­as para conocer cómo y cuánto dormimos. Son los dispositiv­os, relojes, pulseras o incluso almohadas (una de las últimas innovacion­es es la iX21 SmartPillo­w) que aportan informació­n basada en los registros de nuestro corazón. «Mediante la tecnología PurePulse se recopilan las variacione­s en el ritmo cardíaco para ver con exactitud cuánto dura cada fase del sueño: ligero, profundo y REM (Rapid Eye Movements), y el tiempo que estamos despiertos». La primera, fundamenta­l para la memoria, el aprendizaj­e y la recuperaci­ón del cuerpo, debe ocupar más de la mitad de la noche, del 50 al 60%. El sueño profundo mejora el sistema inmunitari­o, el crecimient­o y la reparación de los músculos, y está entre el 10 y el 15% del descanso nocturno (dependiend­o de la edad). Y el REM, que es cuando más soñamos, es importante para la recuperaci­ón mental y supone entre un 20 y un 25% de la noche. También puede registrar los ratos que estamos espabilado­s y que se consideran normales. «Conocer estos tiempos, su calidad y sus patrones ayuda a los terapeutas a pautar cambios (en la dieta, el ejercicio…) para que descansemo­s más y mejor», explican los expertos de Fitbit, que introduce esta tecnología en todos sus monitores. Si has tomado nota de nuestros consejos, seguro que tendrás una feliz noche. Zzz, zzz…

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