Cosmopolitan España

APRENDE DE TUS ERRORES.

Haz de cada tropiezo una oportunida­d de mejora. El éxito está asegurado.

- TEXTO: AMAYA LACARRA. FOTOS: BEN GOLDSTEIN.

PRACTICA LA RESILIENCI­A: HAY QUE CRECER EN LA ADVERSIDAD

Seguro que alguna vez has evitado mostrar tus conocimien­tos en clase, no has verbalizad­o una gran idea en aquella reunión de trabajo y, cual Bridget Jones, muchos domingos te quedarías escondida bajo el edredón con tal de no enfrentart­e de nuevo al rechazo de ese chico. El miedo a fallar campa a sus anchas en tu vida y en la de todos, pero equivocart­e es el mejor precio que puedes pagar para seguir creciendo. ¿Te animas a intentarlo?

SIMPLEMENT­E, ATRÉVETE

Piénsalo. Aunque te esfuerces al máximo, ¿crees que es posible hacerlo siempre todo bien? Desde que te levantas hasta que te acuestas, te enfrentas a mil dilemas (un día está ante tres paquetes de cereales, y otro, delante de tu jefe), que te obligan a tomar decisiones a veces acertadas… y otras, no. «Errar es algo inevitable, humano. La cuestión es: ¿te quedas paralizada y dejas que decidan por ti, o haces frente al problema?», plantea Fernando Botella, CEO de Think&Action, firma centrada en transforma­ción y talento. Según una de sus máximas, «la metodologí­a más sencilla que tiene el cerebro para aprender es hacerlo a través del error». Y cita la película El libro de la selva, cuando Baloo le enseña a Mowgli que, para trepar por las lianas, primero toca fallar. «De niña, no tenías miedo a caerte de la bici, pero según pasan los años cuesta más asumir riesgos porque nos sentimos vulnerable­s, expuestos ante una sociedad que juzga», señala el experto. La realidad es que nadie consigue llegar al final de la calle sobre las dos ruedas sin antes llenarse de moratones las rodillas. «El problema está en pensar que después del error vendrá un estado de frustració­n en lugar de un proceso de aprendizaj­e, que es precisamen­te lo que nos ayudará a alcanzar los objetivos que nos propongamo­s», explica. Empresas como Google premian con incentivos algunos desacierto­s de sus empleados, como adelantars­e a enviar un email importante, una situación que además usan de manera constructi­va para enseñar públicamen­te algo al equipo. «En nuestro país casi nadie incluye en su currículum que tuvo que cerrar su start up o su empresa. En Estados Unidos sí lo hacen, pues se valora como un logro más», advierte José Antonio Portellano, neuropsicó­logo y profesor titular de la Universida­d Complutens­e de Madrid. «Remontar tras un intento empresaria­l fallido tiene mucho mérito. Además de demostrar que tienes amor propio, tesón o perseveran­cia, hay algo importante y cada vez más valorado: la resilienci­a, o lo que es lo mismo, la capacidad de crecer en la adversidad. Si a alguien le va siempre bien, probableme­nte no tenga esta facultad tan desarrolla­da», explica el especialis­ta. Ésta es una de las razones por las que merece la pena mojarse. «También porque aumenta tus posibilida­des de ser de los que más aportan

o consiguen los mejores resultados», añade Fernando, quien asume que esto implica ser valiente: «A corto plazo puede que te juegues un puesto, o no pases una prueba, pero a medio, sales ganando porque te has dado la posibilida­d de desarrolla­rte. De lo contrario, te quedarías atrapada en tu pasado». ¡El mayor riesgo es no arriesgar!

USA UN MÉTODO

¿Eres muy perfeccion­ista, buscas siempre la aprobación de los demás o tiendes a culpabiliz­arte?

Para quien reúne las cualidades enemigas del aprendizaj­e, hay alternativ­as sencillas, como el método de la toma de decisiones, que te ayudará a minimizar la carga negativa que te echas a la espalda si algo no sale como esperabas. «Pon en práctica este plan de cuatro pasos. Primero, y ante el conflicto que se te presente, plantea diferentes soluciones. Segundo, valora los pros y los contras de cada una, apúntalos en un papel. Tercero, evalúa consciente­mente lo que has escrito y ve descartand­o opciones hasta que te decidas por una. Cuarto, lleva a la práctica la elegida, y no mires atrás. Asume tu decisión con determinac­ión», aconseja José Antonio como medida preventiva para vivir con la tranquilid­ad de que, dejando a un lado el resultado, lo gestionast­e lo mejor que pudiste.

NO BUSQUES EXCUSAS

Ahora bien, una tendencia en alza es confundir error e irresponsa­bilidad. «El fallo tiene una caracterís­tica en sí mismo: se trata de una conducta o decisión desconocid­a antes de suceder, un hecho en el que además interviene siempre el azar», explica Fernando Botella. En

SI TE ATREVES A ERRAR TE PERMITES LA OPCIÓN DE AVANZAR

tu día a día, lo más sencillo es acomodarte, echar la culpa al de al lado o recurrir al victimismo, actitudes que no justifican una metedura de pata. Por otro lado, «el tropezón está para aprender, pero no para ser entrenado», dice el experto. Y sí, puedes tropezar dos veces con la misma piedra, pero de forma distinta. Es decir, «cuando ante un mismo problema te encuentras con un imprevisto nuevo que no estaba bajo tu control», explica el fundador de Think&Action.

SÉ AGRADECIDA

Paco Muro, presidente de Otto Walter Internatio­nal, asesoría de liderazgo, insiste en que «gracias» debe ser la palabra mágica de un aprendiz: «Ante cada corrección, aguanta las ganas de justificar­te y escucha con atención. Es un regalo. ¿Cómo vas a mejorar si no? Cuando tu jefe deje de corregirte es porque ya no espera nada de ti». También te será útil darte cuenta cuanto antes de que no puedes controlarl­o todo (es una falacia). «La inestabili­dad, las situacione­s incómodas… Eso es lo natural», adelanta Fernando Botella. ¿Lo mejor que puedes hacer por ti? «Aprender pronto y lo más ‘ barato’ posible en cuanto a costes de vida», afirma. Es decir, si pillas la lección a la primera, evitarás daños y acelerarás tu crecimient­o. «Nos preocupa lo que no nos sucede. Y pasa la vida. ¿Por qué no estar abiertos al error como lo más bonito de estar vivos?», concluye. Desde luego, tener el valor de equivocars­e no es fácil, pero quizá sí inteligent­e.

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