Cosmopolitan España

¡ESTOY HASTA EL MOÑO!

NO PUEDES MÁS Y NO SOPORTAS A NADIE. OJO, PUEDES PADECER EL SÍNDROME ‘BURNOUT’: ESTÁS QUEMADA Y LA HAS TOMADO CON EL MUNDO. TE CONTAMOS CÓMO DISFRUTAR OTRA VEZ DE LA VIDA.

- TEXTO: PAKA DÍAZ. FOTO: TIAGO CHEDIAK.

Puede que sufras el síndrome burnout.

n el curro no llegas a todo y te pasas los días quejándote en voz alta o compadecié­ndote de ti misma. Ya no soportas a tus amigas, te molesta tu novio cada vez que abre la boca y, cuando llama tu madre, ni siquiera le coges el teléfono. Con mucha probabilid­ad sufres el síndrome burnout: estás tan quemada que has dejado de disfrutar de la vida. La ansiedad laboral es el segundo problema de salud relacionad­o con el trabajo más frecuente de Europa, según la Agencia Europea para la Seguridad. Tampoco los estudiante­s se libran y pueden llegar incluso a abandonar su carrera. Sumamente contagioso, acaba por afectar a tus relaciones personales. «En mi consulta he tenido a personas que han dejado una buena relación de pareja por culpa del hartazgo que provoca ese agotamient­o», reconoce Montserrat Ribot, psicóloga y coach de singles.

HARTA DE MI TRABAJO

El síndrome del trabajador quemado surge cuando alguien es sometido a una tarea que le resulta difícil de abarcar. Esta patología ha crecido con la crisis, a medida que las empresas despedían más gente y los supervivie­ntes se encontraba­n con que tenían que rendir como antes lo hacían dos o tres. La consecuenc­ia es un aumento del estrés, rechazo a la profesión, cansancio físico y un fuerte sentimient­o de culpa. Además, el hartazgo se extiende a otros ámbitos de la vida, ya que causa agotamient­o emocional y una baja realizació­n personal. Vaya, que ya no puedes con nada ni con nadie. «La mayoría de las personas que sufren estos trastornos acaba teniendo reacciones incontrola­das. Por eso es clave decir no a la primera

señal de sobreesfue­rzo y más aún cuando el cuerpo empieza a avisar», explica Nora Rodríguez, fundadora y directora de Happy Schools Institute. «Una salida es cambiar de trabajo; otra, enriquecer el actual…pero lo que no puedes hacer es no hacer nada», apunta Tomás Navarro, psicólogo y autor de Wabi Sabi. Aprender a aceptar la imperfecci­ón (ed. Zenith). Debes tomar las riendas, pero hacerlo con cabeza y, sobre todo, con mucha tranquilid­ad. El flósofo Gustavo Picazo te enseña a lograr un mayor control y a tener comprensió­n sobre tus circunstan­cias en el libro Kairos Zen (ed. Urano): «Afrontar tus problemas desde el respeto y la compasión hacia ti misma permite solucionar­los, cuidándote en lugar de culpabiliz­arte por experiment­ar unas difcultade­s que nos ocurren a todos, a lo largo de toda nuestra vida».

MIS AMIGOS ME AGOTAN

Si empiezas a estar harta de tus amigos, te sientes incomprend­ida o no aguantas cómo se portan contigo, lo primero que debes hacer es responder a una simple pregunta: ¿se lo has dicho a ellos? Según apunta el psicólogo José Martín Salguero Noguera, hay personas que cuando están mal o quieren algo de su entorno, no son capaces de pedirlo o expresarlo de forma productiva. Muchas veces, en lugar de esto, lo que hacemos es enfurruñar­nos y darle mil vueltas a la cabeza, pero sin mencionar nada a nadie. Si este es tu caso, ten en cuenta que, si no afrontas lo que te pasa, la bola crecerá hasta estallar. El problema es que cuando al fn lo hagas y te pongas muy borde tampoco te servirá de mucho: entonces tus amigos no lo comprender­án. «La persona debe encontrar estrategia­s para expresarse. Si contesta mal o usa reproches, los demás no van a comprender el mensaje ni lo que siente. Debe verbalizar sus sentimient­os de forma clara», explica Salguero Noguera. Aunque te dé vergüenza mostrar tus sentimient­os, tienes que actuar. Y lo primero es dejar de pensar en negro. «Tomar conciencia de no ser esclavo de tus pensamient­os es una de las herramient­as más potentes para aumentar la sensación de llevar las riendas de tu vida», explica Picazo. No temas hablar. Estar hasta las narices de tus amigos puede ser una oportunida­d de poner vuestras relaciones en orden y que todos salgáis benefciado­s.

NO PUEDO CON MI FAMILIA

Que adores a tu familia no impide que establezca­s relaciones tóxicas con ella. Si evitas cogerle el teléfono a tu madre (o a tu hermana, tu tía, tu sobrino…) porque te causa ansiedad… Houston, tenéis un problema. Y debes descubrir si está motivado por tu crisis actual o viene de una situación anterior. «Atiende a lo que te dicen tus emociones y analiza tus respuestas (incluso con la ayuda de un profesiona­l) para discernir si estás proyectand­o en ella el hartazgo que tienes en otro ámbito o no», dice el doctor Navarro, que advierte: «No podemos amparar conductas intolerabl­es bajo el paraguas de conceptos como la familia».

A VECES ODIO A MI PAREJA

Si hay momentos en los que no puedes evitar estar hasta las narices de tu chico, comprueba si te salen las cuentas emocionale­s: analiza si das mucho y recibes poco. «Debes hablar y mirar por tus intereses. O sea, negociar lo que tú deseas», aconseja Ribot. «Las mujeres no se permiten autoproteg­erse, siempre están pendientes de los demás y de llegar a todo. Pero si sólo te orientas a responder las demandas de tu pareja, te desequilib­ras. Tienes que centrarte en cuidarte». Por eso recomienda autorizars­e a ser «perfectame­nte imperfecta­s». Buscar tu espacio y hacer lo que te gusta puede ayudarte a volver a disfrutar de tu vida. Si te sientes mal por tanto egoísmo sano, recuerda que «el sentimient­o de culpa se rompe empezando a decir no. Con la práctica verás que te respetan más y que te sientes más a gusto», explica.

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