¡SOS, ME CASO!
ESTÁS A PUNTO DE DAR EL GRAN PASO, PERO UNA DUDA RONDA POR TU CABEZA Y NO SE REFIERE AL MENÚ NI A LAS ALIANZAS… ¿ESTÁS PREPARADA PARA DAR EL «SÍ, QUIERO»? TE AYUDAMOS A DESPEJAR LA INCÓGNITA PARA QUE TENGAS UN FUTURO FELIZ.
Si hay una banda sonora que no encaja en la vida de Marta y Carmen es la de El anillo pa’ cuándo. Porque ambas tomaron la iniciativa y pusieron a sus novios las alianzas de compromiso en sus dedos anulares. Quedaba mucho para el gran día y pensaban que eran los hombres perfectos para compartir sus vidas. Esto a pesar de que en el tiempo que habían estado juntos había habido algún que otro momento de crisis (porque, al fin y al cabo, todos tenemos defectillos…). Aun así, con los vaivenes propios de cualquier relación, las suyas se habían mantenido hasta el punto de lanzarse a dar el «sí, quiero». Sin embargo, ahora que la fecha de la boda está escrita en rojo en sus agendas, las dos han entrado en pánico con preguntas que se repiten hasta en sus peores pesadillas: ¿de verdad están preparadas para dar el gran paso?, ¿cómo saber que no se están confundiendo? En el caso de Marta, la decisión la han tomado después de cuatro años juntos; en el de Carmen, apenas han pasado siete meses desde que comenzaron a salir. «No es lo mismo que el noviazgo haya sido largo que lanzarse al matrimonio a los pocos meses de entablar la relación, aunque sólo sea por lo que denominamos fase de enamoramiento», explica Claudia Kösler, sexóloga y terapeuta de pareja de la app Mediquo. Según la experta, en la primera etapa suspendemos en buena medida nuestro juicio crítico; por eso, sólo vemos lo mejor de la persona que hemos elegido. «Así, salvo disonancias extremas que puedan abrirnos los ojos de golpe, tendemos a eludir todas aquellas cosas que no nos gustan o pensamos que, con seguridad, en el futuro tendrán arreglo. En esta situación, en la que idealizamos al otro, tomar resoluciones inmediatas entraña un riesgo evidente», añade Kösler. Esto, sin embargo, no quiere decir que, si das el sí al poco tiempo de conocerlo, te vayas a equivocar sin remedio. Según su experiencia, en numerosos casos las separaciones o los problemas derivados de la convivencia, transcurrido este período inicial, adquieren un protagonismo que no deseábamos y ni siquiera intuíamos. Ya sabes, que se deje el gel abierto siempre que se ducha o que llame a su madre cada media hora para pedirle opinión sobre un asunto doméstico que sólo os incumbe a vosotros son comportamientos que, muchas veces, tú no vas a ser capaz de cambiar (por más que lo intentes).
SIENTA LAS BASES
¿Recuerdas cómo marcaste las líneas de convivencia imprescindibles con tus compañeros de piso mientras estudiabas la carrera? Os sentasteis frente a frente, con tiempo, y fuisteis precisando, punto por punto, quién haría la limpieza semanal de la casa, cómo os repartiríais el salón en caso de tener visitas y hasta cuáles eran los alimentos personales e intocables del frigorífico. Pues de modo similar, aunque sin llegar a esos extremos, una de las claves para que un matrimonio sea feliz es establecer unas normas de pareja. Que tu novio ponga la lavadora, pague la mitad de la hipoteca, pase la aspiradora o haga la compra de toda la semana no garantiza que lo haga una vez que es tu marido. «Por eso, conviene pactar el reparto de responsabilidades desde un principio, con la posibilidad de ir renovando las condiciones según las situaciones y etapas vitales. No hay que dar por hecho nada, es mejor hablarlo. El diálogo y los acuerdos son ingredientes que no
NO DES NADA POR HECHO Y PACTA ANTES LOS PUNTOS IMPORTANTES PARA TI
pueden faltar en una convivencia en armonía», comenta Claudia Kösler. En este sentido, si te asaltan las dudas sobre cómo afrontar este tema, la ayuda de un coach prematrimonial resulta más que interesante: su asesoramiento puede servirte para valorar esa gama de incertidumbres que surgen con frecuencia y que no deben necesariamente alarmarte. De hecho, puede ser una oportunidad para examinar los asuntos que suelen generar conflictos, afianzar los valores comunes, aprender nuevas formas de comunicación más asertivas, revisar la disposición al compromiso de cada uno, sanar los agravios que afectan a ambos y, en definitiva, poder formar una pareja más sólida.
TÚ ERES LA NARANJA ENTERA
Lo primero que recomienda la terapeuta es asumir que el concepto de media naranja resulta perjudicial, ya que forma parte de los mandamientos de amor romántico (¡cuánto daño han hecho películas como Notting Hill o Crazy, Stupid Love). «Somos seres completos que decidimos emprender un proyecto común –afirma Kösler–. Si montamos una relación basándonos en que la otra persona tiene que rellenar nuestros vacíos, en que es el 50 por ciento (y dominante), o en que viene a salvarnos de dudas o inseguridades, conducimos por el borde del precipicio. Si creemos ser mitades, tendremos expectativas inalcanzables y dependeremos de la pareja como si la vida nos fuera en ello». ¿El resultado? Una relación desequilibrada y cargada de malestar. «Por eso, resulta vital desarrollar la autonomía personal y tener claro que no estamos inacabadas. Sólo así entenderemos que elegimos compartir y construir conjuntamente con el otro, respetando su individualidad totalmente, sin anularla», recomienda la experta.
¿TE AGOBIA EL ANILLO?
Hoy en día, en mayor o menor medida, todos hemos compartido techo con nuestras parejas antes de casarnos. Al menos, durante nuestro mes de vacaciones. Ahora bien, ¿nos afecta el
DILE LO QUE ESPERAS DE ÉL PARA EVITAR SORPRESAS
hecho de haber pasado por el altar o no? ¿Cambia el anillo en el dedo la relación de los antiguos novios, aunque ya hayan pagado a medias recibos de alquiler y la lista de la compra? «Sin duda, afecta. Es un cambio de estatus trascendente –asegura la doctora Kösler–. A veces, tras el enlace, las personas confiesan que tienen un sentimiento de menor autonomía, aunque haya habido espacios y experiencias compartidos con anterioridad. Tampoco es infrecuente que, después de la luna de miel, muestren agobio o sientan un peso que no son capaces de sostener. Si es así, hay un problema que viene de atrás y no tiene que ver, exclusivamente, con cuestiones como la libertad sexual, sino con el compromiso en sí. Según la historia vital de la relación, estaremos ante parejas duraderas o separaciones a corto plazo». Para evitar esto, mentalízate de que el hecho de amar a tu pareja no significa que debáis convertiros en siameses: una cosa es la vida en común, y otra, los espacios de intimidad. «Delimitar estos últimos es enriquecedor. Hay muchas actividades que se pueden acometer conjuntamente… pero no todas, porque esto puede ser perjudicial», dice Kösler.
ES HORA DE HABLAR
Para evitar sorpresas desagradables que te lleven a protagonizar una nueva versión de Novia a la fuga (eso sí, con las bendiciones ya dadas), es imprescindible que sepas que el principio básico de todas las relaciones es la comunicación. Planificar tiempos de mesa redonda aviva el diálogo y hace más fácil sacar a relucir aquellos asuntos que uno y otro deseáis tratar. Por supuesto, siempre desde un afán de construcción sincera y no mediante una crítica explosiva. «Es importante aprender a discutir sobre los puntos en desacuerdo, y ahí el enfado bien gestionado también tiene cabida –aconseja la terapeuta–. Las emociones hay que expresarlas aunque resulten dolorosas, pero nunca proyectarlas contra el otro. Resulta conveniente practicar la empatía y la escucha activa (con el ánimo de entender y no de responder desde el prejuicio), también trabajar la asertividad (la habilidad social que consiste en conocer tus derechos y defenderlos desde el respeto a los demás) para no imponer tu postura ni que él te imponga la suya». En resumen, de lo que se trata es de crear un equilibrio para que el matrimonio sea plenamente equitativo y satisfactorio.
¡LLEGA EL DÍA D!
Preparar un enlace también puede provocar mucha tensión. Son tantas las cuestiones a tener en cuenta para que todo sea perfecto… Tal vez has pensado en evadirte con un maratón en Netflix que incluya The Wedding Planner, La madre del novio, Emparejados o Dos familias y una boda… ¡Pues quizá no sea tan buena idea! ¿Te imaginas rompiendo el compromiso para casarte con el padrino? ¿O discutiendo con la familia política por el catering? Para evitar nervios y malos rollos, Kösler recomienda «comenzar planificando y repartiendo las tareas según la disponibilidad y las virtudes de cada miembro de la pareja, y compartir la responsabilidad siendo conscientes de qué funciones se le dan mejor a cada uno». ¿No hay otro como el novio para organizar el sitting? ¿Tú eres una crack diseñando invitaciones DIY? ¡Adelante! Al fin y al cabo, organizar un evento nupcial es un trabajo en equipo que comprende actuaciones por separado. «Es primordial anticiparse a los problemas (un buen truco es crear una lista de posibles incidencias) – advierte Kösler–. Si surge el conflicto, es más útil esperar a que descienda el pico de emociones para dialogar desde la serenidad. Porque hablar en caliente sólo avivará las llamas». Y quién sabe si también un divorcio sin ni siquiera haber pronunciado el «sí, quiero»…
DEFIENDE TU AUTONOMÍA: LA BODA NO OS CONVIERTE EN SIAMESES