Cosmopolitan España

CLARA LAGO.

No soy una princesita que dice lo que la gente quiere o’r

- TEXTO: ANA M. JIMÉNEZ. FOTOS: REBECA G. REALIZACIÓ­N: DANIELA GUTIÉRREZ.

Hablamos con la actriz de su amor por los animales.

LA ACTRIZ HACE HONOR A SU NOMBRE Y NOS HABLA (SIN PELOS EN LA LENGUA) DE SUS ESFUERZOS PARA LIDIAR CON LA FAMA, EL MACHISMO EN EL CINE O SU LUCHA EN DEFENSA DE LOS ANIMALES. UNA MUJER DE RAZA.

Entró en el mundo del cine por la puerta grande (con 12 años, su papel en

El viaje de Carol le valió la nominación al Goya como Mejor Actriz Revelación). Y ahora, con 28, Clara Lago suma ya 22 películas. La última,

Gente que viene y bah, una comedia en la que interpreta a una mujer a la que se le acumulan las desgracias. Una vida muy diferente a la suya: además de sus éxitos como actriz, lleva casi cinco años de relación con el actor Dani Rovira, con quien empezó una historia de amor fcticia (se conocieron en el rodaje de Ocho apellidos vascos) que acabó traspasand­o la gran pantalla. Él, que «tiene una generosida­d enorme», según sus palabras, despertó en ella la vena solidaria y juntos crearon la Fundación Ochotumbao, que ayuda a asociacion­es que trabajan con colectivos desfavorec­idos, personas enfermas y animales abandonado­s. Precisamen­te, estos últimos fueron los compañeros que eligió para realizar la portada de nuestro número pet friendly. Unos modelos de excepción que sacaron a relucir su faceta más tierna. Comprobamo­s de primera mano que Clara es un auténtico corazón con patas… y una cabeza privilegia­da.

Empezaste en el cine siendo una niña y te has convertido en una artista reconocida. ¿Es este tu concepto del éxito? Creo que nos han vendido una idea del triunfo superfcial, ceñida a lo profesiona­l y enfocada al sistema capitalist­a: cuanto más poseas, más feliz serás. Eres lo que tienes, la ropa que llevas, el coche que conduces… Pero en realidad, lo primero que hay que ver para saber si se ha triunfado (o no) es lo que realmente se quiere. Antes, por ejemplo, las chicas soñaban con casarse y tener hijos, y hoy es más bien lo contrario. Aunque, ¡cuidado!, que hay mujeres cuya realizació­n personal reside en ser buena madre, ¿y por qué no? Para mí, es la libertad de poder elegir y conseguir lo que te hace feliz.

Has confesado que de pequeña querías ser como Penélope Cruz. Cuéntame qué es lo que más admiras de ella. Tenía mi habitación forrada con sus fotos. Ella ha conseguido llegar a lo más alto a base de esfuerzo y de poner límites. En esta profesión, sobre todo en Hollywood, cuando eres tan bella es fácil que te encasillen en cierto tipo de papeles. Y ahí ha sido muy lista, porque plantarte y decir que no a determinad­os proyectos, para marcar tu propia trayectori­a, implica tener los ovarios muy bien puestos. ¿A ti te gustaría dar el salto a Hollywood? Pues me encantaría, pero tampoco es algo en lo que esté empleando toda mi energía. Es un mercado muy competitiv­o: levantas una piedra y salen 17 mejores que tú. Entonces te das cuenta de que tu aspiración depende de que suene la fauta. Si lo hace, bien, y si no, al carajo.

Tú te creces ante la adversidad, ¿verdad? Sí, cuando me pongo en modo acción soy muy resolutiva. Aunque también intento ser consciente de mis procesos emocionale­s y trato de vivirlos en el momento. Después de cuatro años de terapia (he hecho Gestalt), he aprendido que hay que transitar (es decir, atravesar) ciertas emociones para superar etapas, porque si no las cosas se acaban enquistado. Y si esto no se hace en el momento de una manera consciente, aforará en el futuro en forma de rabieta con alguien o, incluso, de úlcera.

He leído que necesitas cambiar a menudo de registro. ¿Te aburres con facilidad? No, porque tengo muchos estímulos, y si no, los busco. Interpreta­r diferentes personajes es lo más inteligent­e desde un punto de vista profesiona­l, además de divertido y muy terapéutic­o, porque siempre hay algo de ti en cada uno, hasta cuando das vida a un asesino. A veces se sanan cosas que no sabías que te pasaban o que estabas reprimiend­o. En una ocasión dijiste que Nicole Kidman o Meg Ryan habían caído en la trampa de la cirugía estética. ¿Estás en contra? No, pero refeja que no se acepta la vejez, y eso supone una esclavitud terrible, porque no tiene solución. Aunque entiendo que la industria de Hollywood es supercruel con la imagen de la mujer. Cuando se pasan de vueltas me da pena y pienso en cómo se han tenido que sentir

esas parte mujeres de sí mismas de desconecta­das o cómo las han de una tenido que hacerse tratar eso. para Pero que claro, hayan yo sido tengo capaces 28 años de y el pómulo en su sitio. A lo mejor me vuelves a entrevista­r a los 60 y estoy de bótox hasta las cejas (se ríe). Muchas actrices se quejan de que, a partir de cierta edad, no tienen papeles. ¿Por qué la industria del cine es más exigente con ellas? ¿Machismo? Sí, salvo excepcione­s como la de la gran Ángela Molina, que está por encima de los estereotip­os. Lo cierto es que si una mujer luce sus canas, se dice que es mayor, pero si lo hace un hombre, se le considera incluso más atractivo.

¿Has sentido el sexismo en tu profesión? Los micromachi­smos, cientos de veces. Es inevitable que surjan porque seguimos en una sociedad machista, a pesar de que se hayan conseguido muchas cosas. Tú misma reconocist­e que Dani Rovira y Karra Elejalde habían cobrado más del doble que tú en Ocho apellido catalanes. Sí, y fui consciente de esto. Pero también te digo que en Ocho apellidos vascos mi sueldo doblaba el de Dani, porque él debutaba y yo llevaba catorce años trabajando. Es una cuestión de cachés. En este mercado lo que ganas depende de lo que vendas, seas hombre o mujer. Por ejemplo, ahora mismo Úrsula Corberó vale 20 veces más que yo o que la mitad de la plantilla del cine español, porque está en un momento maravillos­o.

Te has quejado de que a veces tus declaracio­nes se han sacado de contexto. ¿Esto hace que midas más tus palabras? Antes de hablar pienso: «No te metas en jardines, Clara», pero luego se me olvida. Es muy difícil contentar a todos; por eso, puedes no mojarte en nada para no ofender a nadie o ser fel a ti misma, y creo que esta es la única manera de no equivocart­e. Yo doy mi opinión: al que le se sirva de algo, genial; si no, no pasa nada. No comprendo esa tendencia a la crítica colectiva e incendiari­a en las redes. Recuerdo que cuando Dani y tú dijisteis en El hormiguero que salir a la calle juntos «era un coñazo» hubo polémica. Lo admito: fue un comentario desacertad­o. Llevábamos un montón de tiempo con mucha carga por lo de ser pareja. Yo sé que para las personas anónimas es difícil entender que alguien proteste por esto. A mí a veces me han pedido un selfe y he dicho: «Disculpa, no es un buen momento». La mayoría lo entiende, sin embargo, hay quien te dice: «Pues no voy a volver a ver una película tuya nunca más», y piensas: «Entonces he hecho bien en no sacarme la foto».

Son los pros y los contras de la fama. Sí, lo peor es la pérdida de privacidad y que parece que no puedes estar mal o quejarte. Pero tiene otros aspectos preciosos, como el cariño de los fans o que es un altavoz para conseguir cambios. A tenor del artículo Ciudad sin ley, que publicaste en El País, parece que no guardas una buena relación con las redes. Hoy por hoy tengo la justa, porque son un arma de doble flo: por un lado, resultan estupendas para promociona­rse o dar a conocer problemas como el del Sáhara, pero por otro, se utilizan para canalizar el odio y desconecta­rnos, como cuando en una cena de ocho colegas, seis están con el móvil y pasan de los otros.

Das la imagen de dura, quizá por eso tu beso a Dani en los Goya causó sensación...

(Sonríe). Supongo que tengo carácter, que no respondo al prototipo de princesita que dice lo que todo el mundo quiere oír. Pero no me enfado, no creo confictos, soy diplomátic­a, hablo, pongo las cosas sobre la mesa y busco soluciones.

Parece que tienes las ideas muy claras y que eres sorprenden­temente madura. Sí, me lo han dicho desde pequeñita, y esa autoexigen­cia me ha perseguido. Ahora me estoy dando el permiso de no saber tanto. Es preferible no tener una opinión formada sobre algo (y que esa sea tu verdad) a repetir como un papagayo lo que has escuchado en cualquier tertulia.

¿Qué opinas de la clase política española? No me considero una entendida, pero cuando se demuestra empíricame­nte que un partido político ha robado, no entiendo cómo la gente lo sigue votando. Pero en eso consiste la democracia. Pasaste una temporada en Barcelona por

Ocho apellidos catalanes. ¿Cómo vives el tema del independen­tismo? No es un asunto prioritari­o para mí, aunque creo que, si un colectivo entero está a disgusto, se debe dialogar, porque que se quiebre algo no es la solución. Dicho esto, a mí me preocupa mucho más el cambio climático, un problema inminente y que es un gran enemigo que todos nos hemos ganado.

Tú eres la encargada de luchar contra esta amenaza desde Ochotumbao, ¿no? Sí, esta es mi pequeña cruzada. El documental Cowspiracy despertó en mí un sentimient­o de empatía hacia el planeta Tierra como ente, como si fuera nuestra madre y entre todos estuviésem­os dándole hostias. A partir de ese momento, decidí seguir una dieta vegana, no tanto por salud, porque de hecho yo fumo, sino por respeto a los animales y al medio ambiente.

¿Si el ser humano hiciese un buen uso de su inteligenc­ia el mundo sería mejor? El problema está en que la enfoca hacia un camino que le aleja de la espiritual­idad. Y para mí no existe nada más potente que la energía del amor. Nuestras capacidade­s nos han servido para avanzar tecnológic­amente, pero es ridículo que se sigan empleando para desarrolla­r armas de destrucció­n. Pongámonos en modo apocalípti­co: si quedasen 24 horas para que el planeta desapareci­ese. ¿Qué harías? Me pegaría a la persona que más amase e intentaría disfrutar a tope cada segundo. Bueno, siendo sincera, reconozco que yo tiendo a la anticipaci­ón y seguro que, al fnal, me pasaría llorando las últimas 24 horas, pensando en lo que iba a suceder.

 ??  ??
 ??  ?? Jersey, Nº 21. Botas, Christian Dior.La actriz, con su amigo Tarzán, un pitbull que demostró estar en plena forma.
Jersey, Nº 21. Botas, Christian Dior.La actriz, con su amigo Tarzán, un pitbull que demostró estar en plena forma.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain