SOY DESOBEDIENTE... ¿Y QUÉ?
ACATAR SIEMPRE LAS ÓRDENES ESTÁ SOBREVALORADO. AHORA BIEN, ¿DÓNDE ESTÁN LOS LÍMITES? ¿CÓMO HACER DE TU REBELDÍA ALGO POSITIVO? TE CONTAMOS CUÁNDO Y CÓMO SALTARTE LAS REGLAS.
A veces, ser rebelde es positivo. Te damos las pautas para que sepas cuándo y cómo saltarte las reglas.
Estás harta de ser la rebelde de la familia o de tu equipo de trabajo? Pues ya va siendo hora de que dejes de sentirte la oveja negra. «Si sigues todas las normas, te pierdes la diversión», decía Katharine Hepburn, una de las estrellas más díscolas de Hollywood, protagonista, por cierto, de La fera de mi niña, un alegato a la rebeldía que toda mujer con vocación de ser ella misma debería ver. Haciendo suyo ese mantra, no son pocas las que hoy se saltan las reglas para encontrar su propia voz o, sencillamente, para pasarlo bien. A estas alturas no vamos a descubrirte que los transgresores son quienes hacen avanzar el mundo. ¿Qué hubiera sido del universo de la moda sin rompedoras como Coco Chanel, Kate Moss, Alice Dellal o Cara Delevingne? ¿Habríamos disfrutado de los libros de Virginia Woolf, Sylvia Plath o Mary Shelley si hubieran dicho sí a los caminos que su época les marcaba? ¡No!
¿Es lo que yo quiero?
Pero ser desobediente no es saltarse las normas porque nos venga en gana, sin más, sino aplicar sobre ellas una lupa imaginaria que ponga en evidencia lo que otros nos mandan y, de ese modo, desentrañar si es lo que deseamos. «Desobedecer es un término con connotaciones negativas; parece que no
está bien contradecir. Sin embargo, resulta muy sano y positivo si lo utilizamos como una herramienta liberadora que nos da la posibilidad de pensar por nosotras mismas. Así tendremos la capacidad de decir no cuando sea preciso, de poner límites a aquellas personas o situaciones que entran en conficto con nuestras necesidades, deseos o intereses», dice la psicoterapeuta Alicia Romero. En defnitiva, desobedecer es poseer un criterio propio, «pudiendo elegir si pasar por el aro nos merece la pena o si es momento de buscar otras alternativas. Supone un reto mediante el cual enseñamos a nuestro cerebro a crear vías para llegar a diferentes fnes», añade la psicóloga Blanca Santos, de Psicología Pozuelo. Resulta evidente que nos sienta bien. Porque librarnos de la dependencia de quienes nos mandan obliga a que pensemos en nosotras mismas y nos convierte en personas autónomas capaces de decidir, resolver problemas, adaptarnos a los cambios… En defnitiva, nos empodera. Además, según las expertas, esa rebeldía nos proporciona un subidón de adrenalina, que aporta una dosis extra de felicidad y bienestar.
Piénsalo antes
Sin embargo, también tiene su lado oscuro. «Puede acarrear, por ejemplo, el desagrado de aquellos que no entienden nuestro punto de vista, el miedo a que nos castiguen o a que cambien la opinión que tenían de nosotros», explica Alicia Romero. Por esto, antes de actuar, es recomendable un periodo de refexión. Tampoco está de más decir alto y claro que preferimos hacer las cosas a nuestra manera. «Si comunicamos nuestro descontento o simplemente nuestra necesidad de actuar de otro modo, pero desde el respeto, evitaremos un daño fruto de un posible malentendido», concluye Blanca Santos.
Rebelde con causa
Ahora bien, ¿dónde está la línea roja? ¡Por supuesto, nada de incumplir la ley! La desobediencia responsable nada tiene que ver con hacer oposiciones a formar parte de un capítulo de Vis a vis… «Como escribió el flósofo Jean-Paul Sartre, nuestra libertad termina donde comienza la del otro; es decir, podemos transgredir siempre que no infrinjamos daño a los demás y que acatemos las normas básicas de convivencia, incluidas las legales», explica Blanca Santos. En cuanto a las reglas sociales que nos oprimen –esas que dicen, por ejemplo, que tenemos que estar siempre guapas y delgadas–, no dudes en hacerles un corte de mangas. Al fn y al cabo, ¿qué te puede pasar? Que te hagas con las riendas de tu vida y seas mucho más feliz. ¡Desobedece!