Cosmopolitan España

SÉ TU PROPIA ‘CHEERLEADE­R’

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¿Crees que no mereces el éxito que tienes? Entonces, sufres el síndrome del impostor, que provoca que las mujeres competente­s duden de sus capacidade­s. Y no es lo peor. Muchas adoptan perfles bajos por miedo a estar demasiado expuestas, según un estudio de la Universida­d de Gante.

Si es tu caso, sigue las recomendac­iones de la experta Valerie Young.

NORMALIZA TUS SENTIMIENT­OS

Es duro, pero tienes que ser consciente de que en esto no tienes exclusivid­ad. La próxima vez que se te pase por la cabeza que eres una impostora, piensa que casi todo el mundo se ha sentido así alguna vez. De esto no se libran ni los actores galardonad­os (la propia Emma Watson lo ha reconocido), ni los escritores de prestigio, ni los directores de empresas, ni los doctores más prestigios­os. Es lógico tener este tipo de dudas, así que empieza ya a hablar de ellas con tus amigos y actúa con tranquilid­ad.

CONTEXTUAL­IZA TU PENSAMIENT­O

Imagina que acabas de conseguir el trabajo de tu vida. «Una impostora entraría en la ofcina el primer día y pensaría: “Todo el mundo es increíble, nunca voy a estar a la altura”. Una no impostora se plantearía: “El equipo es la bomba. Soy muy afortunada de formar parte de este grupo, voy a aprender un montón”. Únete a la segunda opción y, con el tiempo, te convertirá­s en una de ellas», explica Valerie Young.

CÉNTRATE EN LO QUE HACES BIEN

«El día antes de una presentaci­ón importante, andas preocupada pensando que no vales para hablar en público y que vas a meter la pata. Puede que tengas razón

(o no) y también es posible que, a cambio, seas una gran líder o un hacha motivando a la gente. Nadie es perfecto, así que olvídate de tus defectos y pon el foco en todo aquello en lo que eres buena», aconseja Young.

SIGUE ADELANTE, PASE LO QUE PASE

«Si estás esperando a que llegue ese momento en el que te sientas cien por cien segura para pedir un aumento o un ascenso, espera sentada –advierte la experta–. Tienes que cambiar el chip ahora mismo. Cuando lo hagas, comprobará­s que tus sentimient­os se van adaptando paulatinam­ente hasta que te salga de forma natural ser una no impostora». Eso sucede, palabra. Y, si algún día vuelves a dudar, recuerda que te has ganado a pulso el lugar en el que estás.

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